Capítulo 18

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Más de ciento cincuenta rayas en la pared. Aún puedo recordar la cara pálida de Emma en el asfalto. Recuerdo la expresión de su padre y de su hermana cuando les dijeron que había sido asesinada por una sombra. Richie les dijo que había salido, no sabían porque razón, y que una sombra la descubrió. No les dijo la verdad. No les dijo que por mi culpa murió.

En estos días Richie me ha enseñado a usar una pistola, y a mejorar mi puntería, pero solo practicamos con munición de plástico. También me ha estado enseñando a pelear cuerpo a cuerpo y con armas como cuchillos, pero apenas soy un novato en todo esto.

Estoy determinado, si iré por mi hermana, debo ser capaz de protegerla.

En los túneles la gente busca la forma de acoplarse, colocan cobijas en el piso a modo de cama, hacen divisiones del espacio utilizando cajas de cartón que quedan de las provisiones y cortinas. A veces los soldados nos regalan ropa, y a muy seguido la gente se pelea ya por las raciones de comida u otros recursos. Cristina y yo hemos tenido que aprender a ser y aparentar ser duros, aún cuando no lo seamos.

–Estoy hambrienta –dice Cristina mientras vamos camino a la entrada del túnel, ahí es donde dan las provisiones.

–Yo también, espero que Richie nos de algo bueno –a veces unas provisiones están más completas que otras, y Richie nos guarda unas.

Cuando llegamos solo vemos un grupo de gente amontonada en los carriles del tren, y en la parte de arriba, donde dan las provisiones vemos muchos soldados, más de los que eran antes, y todos armados. Podemos escuchar el murmullo molesto de las personas.

–¿Qué ocurre? –le pregunta Cristina a un hombre que está delante de nosotros.

–No sabemos, no nos dejan pasar por comida.

Me asomo y veo en la plataforma a un soldado con un megáfono y empieza a hablar.

–Silencio a todo el mundo –su voz suena bastante autoritaria, es un hombre ya bastante mayor, tal vez de unos cincuenta años–, mi nombre es Alejandro Stride, fui enviado por el ejército, seré el comandante de este refugio, seré el que se encargara de la repartición de provisiones y de obligaciones.

En cuanto termina su frase todos aquellos que están en la parte de abajo, en las vías, empiezan a gritar cosas como: ¿Qué son obligaciones? O ¿De qué están hablando? Y ¿Dónde están nuestros hijos?

–Silencio, ¡Silencio! –cada vez se escucha más molesto, yo solo intento encontrar con la mirada a Richie–. Sé que tienen muchas preguntas así que para que se aclaren les explicaré toda la situación. Afuera, cada diez minutos pasa una esfera vigilando esta zona, por lo cual no es fácil poder transportar provisiones hasta nosotros. Sus hijos lograron llegar a salvo a una base de refugiados y campo militar la cual llamamos resistencia militar y ahí permanecerán a salvo hasta que todo esto acabe, sin embargo no podemos tomarnos la libertad de llevarlos hasta sus hijos.

En cuanto dice esto la gente empieza a agitarse y a gritar furiosa. El soldado continúa hablando, puedo ver como los soldados sujetan fuerte sus armas, como si se prepararan para algo.

«Algo está mal»

–Como no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí, es necesario establecer un sistema para que podamos sobrevivir. Desde hoy se establecerá el sistema de deuda. Hemos estado contabilizando las provisiones que se les son prestadas desde el día que llegaron aquí –recuerdo como cada vez que pedíamos provisiones nos apuntaban en una lista, nunca me intereso que era–, mediante esos datos hemos hecho un conteo del número de días que necesitaran trabajar en diversas obligaciones que les asignaremos –conforme sigue hablando la gente escucha atentamente y con una furia en su expresión–, estas obligaciones serán desde vigilar las afueras de esta zona, hasta ir a otras zonas de la ciudad en busca de provisiones. Mientras más provisiones consuman, se les ira generando más deuda y no podrán salir de aquí si es que no han pagado toda su deuda, la cual se irá reduciendo con su tiempo de trabajo.

En cuanto finaliza la gente empieza a aventarse, con la intención de llegar hasta él y probablemente matarlo.

Cuando la gente comienza a intentar subir a la plataforma, los soldados comienzan a dispararles, me retiro lo más que puedo para evitar los disparos mientras veo como la gente se amontona.

–Y otra cosa más –dice el soldado con los disparos de fondo–, aquí nosotros mandamos, o si no... se mueren.

No están aquí para salvarnos, solo les servimos para mantenerlos a salvo a ellos, para hacer lo que ellos deberían hacer, y si no lo hacemos, nos desechan.

Me estoy alejando cada vez más, veo como la gente cae mientras el comandante se aleja. Y entonces comienza el contraataque.

La gente comienza a devolverles el fuego de distintas direcciones, eliminando soldados. Cristina me jala y escucho que grita « ¡Vámonos ya! ». Cuando comenzamos a adentrarnos en el túnel veo como toda la gente va hacia la dirección de donde suenan los disparos, mientras otros huyen lo más lejos posible.

Entonces escucho una fuerte explosión detrás de mí y después nos envuelve la nube de polvo y los escombros. Cuando volteamos vemos como todas las personas están tiradas. Muertas.

–¿Qué ocurrió? –pregunto aturdido.

–Debió ser una granada –dice Cristina mientras me jala en dirección al túnel.

Regresamos y después de varios minutos la gente regresa a sus lugares, molesta, otros llenos de polvo por la explosión. Cuando mi reloj marca las once Richie regresa.

–Todo es un maldito caos –me dice mientras se acuesta a unos metros de mi–, ese tipo quiere ser un tirano, no están aquí para ayudar a la gente, solo buscan mantenerse a salvo ellos mismos.

–¿A cuántos mataron? –le susurro.

Tarda en contestar, y solo me dice:

–A bastantes.

Al siguiente día cuando voy por mis provisiones el ambiente esta tenso, a lado del puesto pequeño donde nos dan la comida esta una montaña de cadáveres, y cuando pido mis provisiones me piden mi nombre y me apuntan en una libreta.

En la pared que está a un lado hay largas hojas de papel, me abro paso entre la gente y comienzo a buscar mi nombre hasta que lo encuentro: Evan Bernard, obligación temporal: exploración de alrededores, tiempo de deuda: dos años y diez meses.

Claro que es injusto, y claro que no iba a parar. Solo iba a aumentar. Y yo necesito ir por mi hermana y salvarla, y por lo visto eso va a tardar.

«Solo aguanta Sara»

La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora