- ¿Qué haces Daniel?
Me quedo inmóvil frente a él, con las manos en alto, cómo sí lo intentará detener, y por dentro el temor me invade, pero no porque pueda morir, sino porque no puedo creer lo que está ocurriendo. Lo observo, una mirada desesperada en un rostro que ahora desconozco. Está resistiendo el deseo de llorar, reprimiendo las palabras, reprimiendo sus sentimientos, quedándose en silencio, con la mano en alto, con el cuerpo temblando, con el cabello húmedo, con el rostro frío, con el deseo de hacer algo, pero no saber qué.
Es entonces cuando reacciona, lleva sus dos manos al rostro, después las baja, mientras suelta un pequeño grito, y una vez más alza la mano con la pistola, pero ya no me apunta a mí, apunta a la nada.
- ¿Qué es esto Daniel? -le pregunto hostilmente, con la voz cortada.
-No tengo idea -me contesta, con la voz débil, aún reprimiendo las lágrimas- ¡No tengo idea! Ya no puedo, Evan, ya no puedo, ya no quiero seguir con esto, ya no lo soporto.
- ¿A qué te refieres? -le pregunto mientras doy un pequeño paso sin que apenas se dé cuenta.
-A todo, a este viaje, a este mundo, a ti, a mí, ¡A mi maldita vida! ¿Sabes algo? -Me dice, mientras las lágrimas por fin comienzan a escurrir por su rostro-, cuando te fuiste logré abrir la puerta, salí afuera y comencé a caminar hasta que encontré un auto de policía, tome el arma que estaba ahí, y pensé en volarme los sesos, pero fuí un cobarde, y no pude.
- ¿Por qué harías eso? -le pregunto desconcertado. Otro paso más.
- ¿Por qué no hacerlo? ¡No tienes la más mínima idea de lo que es esta mierda! Despertarte día a día, sin nada que te motive, sin nada que te importe, con algo que está constantemente lastimándote. ¿Sabes algo? ¡Yo mate a mi hermano! ¡Yo! Le lancé una maldita granada, porque lo odiaba, porque ya no podía seguir aguantándolo. Él abusaba de mi cada noche, él me golpeaba, él me maltrataba, y todo eso me hizo darme cuenta de lo infeliz y lo inútil que ha sido mi vida. ¿Qué sentido tiene vivir?
-Lo siento -le digo, tartamudeando, impactado por sus palabras. «No entiendo que pudo ser tan grave para cambiarlo tanto» «Idiota, ahí está tu respuesta»-. No... no tenía idea Dan, de verdad, lo siento mucho, pero no puedes dejar que tu pasado te afecte. Tienes que hacerlo parte de ti, tu pasado te hace fuerte.
-Mentiras -me dice aún con la pistola apuntando a ninguna parte- Tu pasado te persigue, te acompaña, te destruye. Me está destruyendo ahora mismo. Tú lo único que recuerdas es que dejaste ir a tu hermana, y es lo peor que has vivido, y estás muy equivocado, existen cosas peores, cosas más importantes, pero aún no lo entiendes y cuando esas cosas te ocurren, entonces te rindes, te quedas sin esperanza alguna, te rompes, sin que nadie más pueda ayudarte.
«Nuestras esperanzas, nuestras motivaciones, son lo que nos definen, y si nuestras esperanzas se rompen, nosotros también».
«Maldición Dan, estás roto, has caído en un pozo sin salida, no te hundas, no toques el fondo déjame ayudarte».
-Entonces ¿Qué soy yo? -le pregunto, y avanzo un paso más, la pregunta lo confunde- Quieres decir que a pesar de todo lo que hemos pasado juntos, importa más la porquería de tu pasado, que lo que tienes ahora.
«Déjame ayudarte a salir»
-No es suficiente... no... no puedo con la carga.
-Claro que puedes, me lo demostraste todos estos meses, me demostraste que pase lo que pase puedes seguir...
- ¡Con qué propósito!
«No toques fondo, no, déjame ayudarte, por favor».
-Antes la vida tenía un propósito- continúa diciendo Dan. Un paso más-. Antes las personas solían crecer con familias que los amaban, solían ir a la escuela, y hacer amigos -con cada palabra se rompe más a llorar, con cada palabra se hunde más-, solían estudiar para algo que los apasionaba, encontrar la persona perfecta con la que querían compartir su vida, y tener hijos, para enseñarlos a ser mejores de lo que ellos eran. Solían tener una vida buena, no tenían que matar, no tenían que comer sobras podridas, solían ser felices. Y ahora no queda nada de eso, entonces, Evan, ¿qué propósito tiene seguir viviendo?
«Ya estás muy abajo, solo un último intento, déjame ayudarte»
Y contra toda respuesta que él podría esperar, contra todo sermón que desearía escuchar, le digo lo único que viene a mi mente:
-No lo sé, no sé qué propósito tenga seguir viviendo.
El silencio se apodera del lugar, se convierte en parte mía, en parte de Daniel, no queda nada más que silencio, y la creciente oscuridad de la noche cayendo.
-Lo siento Daniel, no puedo darte una razón para seguir viviendo, no sé ni siquiera cuál es la razón por la que yo sigo aquí. Pude darme por vencido y rendirme hace años, pude dejar que me matarán, pero no lo hice, porque siempre creí en la tonta, pero motivadora idea, de que llegaría a mi hermana, de que la encontraría, y de que no importará que, toda mi maldita vida sería mejor a partir de ese momento. Tal vez me equivoqué y todo sean mentiras que me he inventado a mí, o tal vez este en lo correcto. Pero a pesar de todo continúe, y seguí esforzándome cada día, porque dentro de mí, está el deseo de que las cosas en algún punto mejorarán, sin importar que, y por eso continúo día a día, por mi estúpido, patético y tonto deseo de que algún día las cosas mejoraran. No me rendí... no perdí la esperanza. Mi única... mi última esperanza.
« ¿Has tocado fondo? ¿Has dejado que te ayude a salir? »
Una vez más el silencio se adueña del lugar. Su rostro comienzo a desaparecer en la oscuridad, baja la mirada, y me acerco, pero entonces alza la pistola, y la apunta hacia mí.
-No me quiero rendir... pero tampoco tengo ganas de seguir esto sí sé que nunca mejoraran las cosas.
«Vamos Daniel, comienza a salir del pozo»
-Entonces juguemos a ser unos tontos. Finjamos que somos unos idiotas, unos locos que creen que todo cambiará. Volvámonos locos, idiotas, y tontos, pero juntos.
Por un momento veo una pequeña sonrisa en su rostro, veo como el Daniel que yo conocía se asoma, con deseos de salir. Y lo hace. Sus lágrimas se combinan con una sonrisa ingenua, con una pequeña carcajada, desvía la mirada, sin saber que creer, entonces, me lanza una mirada desafiante, ingenua, que se transforma en una mirada dura y fría.
-Entonces prométemelo -me dice aun con el arma en alto, con una expresión dura, con una voz segura y desafiante-, prométeme que todo llegará a mejorar, que estaremos juntos, que nunca me vas a dejar, que juntos cambiaremos las cosas, prométeme que llegaré a vivir la vida que alguna vez tuviste. Prométemelo con el mismo valor que tiene la promesa de Sara. Mírame a los ojos, y con toda la seguridad del mundo, dime que todo mejorará, prométemelo. Porque yo confió en ti Evan, solo necesito escucharlo de ti, la persona que nunca me ha fallado, y que nunca ha fallado a sus promesas. Prométeme que todo llegará a ser mejor, que todo cambiará.
«Lo tienes, ¿lo quieres sacar del pozo?, entonces paga el precio».
Trago saliva, bajo la mirada, condenándome lo que voy a hacer, porque incluso cuando él sabe que puede ser una hermosa mentira en la que cree, confía en que yo se la vuelva en realidad.
«Sácalo del pozo ahora, no importa que».
Alzo la mirada, y observo a Daniel a los ojos, a pesar de su expresión dura, puedo ver la confianza que tiene en mí, la esperanza de la que se quiere aferrar. La esperanza que le puedo dar, o le puedo arrebatar. No puedes hacer promesas que no se puedan cumplir, no puedes hacer promesas que vas a romper. Sin embargo, lo miro directo a los ojos, con toda la seguridad del mundo le doy una respuesta.
-Te lo prometo.
«Bien, está fuera del pozo, lo has sacado, lo has salvado».
«Pero ahora tú te hundes un pozo de mentiras, lo has decepcionado, le has prometido un paraíso donde solo puede haber infierno. Lo has decepcionado completamente»
Duda por unos momentos, pero una sonrisa disimulada se le dibuja en el rostro, después hace una pequeña risa, como sí se burlara de algo, baja la cara por unos segundos, y una vez más me voltea a ver, con una expresión fría, dura, una mirada que me juzga y me destruye. Un rostro decepcionado, pero una esperanza en su mirada, en su voz, en su ser. Esta por hablar, pero una vez más me da una sonrisa, una enorme sonrisa y me ve directo a los ojos, baja el arma y habla, con una voz suave, con una voz feliz, pero con una expresión que oculta mucho más.
-Bien.
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La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)
Science FictionTen cuidado con las sombras. Témele a los humanos. Catorce años han pasado desde que las sombras invadieron nuestro planeta. Catorce años desde que Evan hizo su promesa. Ya no queda nada y los pocos sobrevivientes restantes luchan entre ellos por se...