Capítulo 29

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Entramos por la puerta principal, o al menos por dónde estaba la puerta principal, y nos hundimos en la oscuridad de los pasillos. Avanzamos rápido, cubriéndonos en cada esquina antes de avanzar, veo como algunos pasillos tienen luces rojas parpadeando.

–¿Para qué son? –Le pregunto a Tomás mientras caminamos en un pasillo iluminado por las luces rojas.

–Las activamos con el generador de emergencia, iluminan los pasillos que llevan al refugio.

–¿Dónde está ese refugio?

–Debajo del gimnasio –me contesta Eddy detrás de mí.

–Nos llevó demasiados años y solo es una cueva subterránea bajo la cancha, pero sirve para su propósito.

Giramos en pasillos iluminados por estas luces. Sí seguimos este camino llegaremos al salón dónde estaba Daniel cuando lo dejé. Pero entonces giramos una esquina, y al final me encuentro con una imagen que me estremece. A un lado de nosotros está el cuerpo de un hombre, sin cabeza, o más bien, con la cabeza aplastada contra la pared. En medio del pasillo esta una mujer tirada, con un charco de sangre a su alrededor, está boca abajo y con su pelo rubio teñido de rojo por la sangre, me acerco más y puedo ver como la mujer está partida desde el estómago hasta el final de su cabeza. El solo verla me provoca un malestar terrible y un terror enorme.

«Una sombra común no pudo haber hecho esto»

Al final del pasillo la imagen me congela la sangre. El cuerpo de un niño esta recargado, sentado, en la pared, su cabeza caída y su pecho destrozado y esparcido por toda la pared. La imagen es terrible, por supuesto que lo es, pero eso no es lo que provoca que me tiemblen las rodillas y tenga ganas de llorar. Lo que me provoca esta sensación tan terrible es que puedo reconocer el cabello rubio y chino de aquel niño, es Mauricio. El hecho de pensar que él estaba vivo apenas ayer, y que ahora haya sido asesinado de esta manera, me provoca unas ganas de querer gritar, correr, desmoronarme.

–Maldición –susurra Eddy, con voz débil mientras se acerca a mí, después de ver la imagen, se dirige a una pared, se toca el estómago y vomita.

–¿Estas bien? –le pregunta Tomás. Eddy solo asiente con la mirada perdida.

A mi mente viene la idea de que tal vez Daniel pudo haber estado aquí, ya que Mauricio lo seguía demasiado, pero aquí no veo otro cuerpo más, solo veo en el piso casquillos de balas, y una columna destrozada, lo cual indica que alguien peleo aquí, probablemente fueron las personas que ahora están muertas, o probablemente fue Daniel, y sí fue así, puede que aún siga vivo, porque su cuerpo no está aquí.

El hecho de ver los cuerpos tirados me alarma, si las sombras son capaces de hacer esto, entonces Dan está en un grave peligro.

–Tenemos que apresurarnos –les digo y comienzo a correr entre los pasillos iluminados por las luces, intentando sacarme de la cabeza esas imágenes.

Pronto Tomás se pone a la delantera, y corremos por los pasillos, con las armas en alto. Mientras avanzamos las luces se apagan, pero eso no nos detiene, Tomás conoce este lugar cómo la palma de su mano.

Llegamos a un gimnasio, entramos por un pasillo, de un lado están oficinas, y del otro los vestidores, y al final del pasillo se ve una luz naranja. Esto no puede ser bueno.

Entramos a la cancha y vemos como la pared al final del gimnasio tiene una gran abertura, en el piso hay pedazos de concreto y fuego en algunas partes.

–No puede ser –dice Tomás mientras comienza a correr tan rápido como puede.

Lo sigo y mientras más me acerco a la pared, veo más hombres, y algunas sombras, en el piso, inconscientes, muertos probablemente. Llego hasta Tomás y veo un gran hoyo en el piso, y adentro lo que parecen ser cuevas subterráneas. Probablemente este es el refugio.

Bajamos por el camino de rocas hasta entrar en un espacio, rodeado de puras piedras, y focos encendidos en cada extremo de la zona. En el piso hay puros niños y mujeres tirados. Todos muertos. Tomás se deja caer sobre sus rodillas, mientras sus ojos se llenan de lágrimas, y Eddy corre entre los cuerpos, exaltado, llorando, hasta que se detiene enfrente de un cuerpo de una mujer, se agacha a su lado, le acaricia su pelo, y comienza a gritar y a llorar. No tengo idea de quien sea, no pienso descubrirlo aún.

Avanzo entre los cuerpos de los niños y mujeres, mientras dentro de mí siento una gran impotencia, un deseo de gritar. Nunca había visto algo así, pero la imagen es terrible, continúo avanzando, esperando que ninguno de los rostros con la mirada vacía y la sangre a su alrededor, sea Daniel. No encuentro ninguno, afortunadamente. Pero entonces ¿Dónde está él?

Me adentro hasta el final, y me encuentro con una persona de pie, de espaldas, pero no es una persona, esa cosa nunca podría ser una persona. La sombra se gira hacia donde estoy, se queda inmóvil por unos instantes, y después estira sus extremidades de la espalda y sus brazos a los lados, y ruge. Saco mi pistola y le disparo en la cabeza, ya debería estar tirada en el piso, pero no lo está. Eentonces veo el enorme círculo pintado en su chaleco metálico y sé que me encuentro en graves problemas. Las balas caen del rostro de la sombra, eso es lo que hacen los regeneradores, después estira su brazo derecho, este comienza a deformarse, a inflamarse, y después pareciera como si se partiera en varias partes, pero su brazo se transforma en una enorme placa con forma circular y que en sus orillas tiene grandes púas.

Retrocedo lentamente, pero la sombra comienza a correr hacia mí, le disparo, pero se cubre con su escudo, que parece un caparazón de tortuga café y con muchos relieves. Las balas solo rebotan, y comienzo a correr lo más rápido que puedo, pero me alcanza, y me golpea con el escudo, lanzándome contra el muro de piedra. La sombra me toma del cuello, me alza, y gruñe, y en ese momento veo explotar su cabeza.

Caigo al piso y veo como el cuerpo sin cabeza de la sombra cae, giro mi vista y me encuentro con Tomás, el cuál sostiene una escopeta. Me da una mano y me levanto.

–Hay qué largarnos de este lugar –me dice en un tono completamente molesto y frio, mientras me da otra escopeta–. Tal vez a nosotros nos sirvan más que a ellos –dice señalando el cuerpo de un hombre en el piso.

Regresamos al lugar por donde entramos, Eddy aún se encuentra en el piso, a un lado de la mujer. Tomás se acerca a él, y se agacha a su lado, mientras le habla.

Yo me agacho a un lado del cuerpo de un hombre con una escopeta también, lo reviso, y le saco una caja de municiones de un bolso en su chaleco. Saco unas cuentas balas de la caja y las meto en mi bolsa del pantalón, la caja la guardo en una bolsa del costado de mi mochila.

En unos segundos ambos se ponen de pie y salimos.

–Daniel no está aquí –les digo–, sí aún sigue vivo, debe estar afuera.

–Entonces hay que buscarlo y después largarnos de este lugar –me contesta Tomás mientras salimos del gimnasio por la pared destrozada.

Salimos a un enorme patio, aún hay hombres, unos corriendo, otros luchando contra las sombras. Arriba de nosotros pasan esferas, las cuales les disparan a los edificios de la escuela y a algunas personas en el patio.

–Vamos –nos dice Tomás y comenzamos a correr, le disparo a dos sombras verdugo que estaban atacando a unos hombres, y continúo, mientras Tomás elimina a una sombra clavándole su cuchillo en su rostro y Eddy le dispara a una sombra que corre hacia nosotros, derribándola.

Continuamos y entonces veo a una sombra de gran tamaño. Una parca. Me intento alejar, antes de tener que enfrentarla, pero veo que está atacando a alguien en el piso, y a los pocos segundos lo reconozco.

Alzo mi escopeta, estoy loco, me condenare sí jalo el gatillo, pero no me queda de otra. Apunto a su cabeza, tengo que salvarlo, tengo que luchar por él, no estoy dispuesto a abandonarlo.

«¿Cuál es tu esperanza?»

Me acerco lentamente. Cuándo jale el gatillo comenzare una gran batalla, pero lo vale. Jalo el gatillo, la parca retrocede, quitándose de encima de él, dejando el cuerpo y rostro de Daniel libre.

La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora