Capítulo 38

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La luz de la linterna se agita hacia todas partes a cada paso que damos. Descendemos las escaleras metálicas lo más rápido que podemos, crujen, chillan, y los disparos se detienen dejando un silencio total. Giramos y entramos a donde estaban todos los estantes. Puedo ver varias filas de estantes vacíos, metálicos, oxidados. Comenzamos a pasear entre los pasillos, con la esperanza de encontrarlos. Esto alguna vez fue un supermercado, puedo ver zonas con refrigeradores por toda la pared, o cajas registradoras en estantes apartados. Recorremos varios pasillos, hasta que distinguimos tres siluetas, nos acercamos un poco más y observamos el cuerpo de cuatro sombras en el piso, dos de ellas tienen enormes cuchillas en lugar de manos y una enorme diagonal en su chaleco metálico , era un verdugo, Cris, Jess y Jorge están parados, intentando recuperar el aliento.

—Creí que habían dicho que nada de disparos —les reclama Richie.

—Era necesario, eran demasiadas —dice Jess levantando una navaja del piso.

—Sí, todo esto fue culpa de Jorge, ahora tenemos que irnos —dice Cris, limpiándose su cara y acomodándose su cabello.

—No fue mi culpa, fue tuya idiota —le contesta Jorge, acercándose a Cris, empujándolo con el dedo, desafiándolo.

—No me vuelvas a tocar de nuevo —le contesta Cris, conteniéndose.

— ¿Qué pasa si lo vuelvo a hacer? ¿Me vas a matar?

Cris lo empuja con las dos manos, Jorge retrocede y antes de que pueda alcanzar a golpear a Cris, el sonido de un disparo hace eco mientras el rostro de Jorge explota en muchos pedazos. Puedo distinguir a varios metros de nosotros a varias sombras acercándose, mientras los rugidos comienzan a resonar por todo el lugar.

—¡Portadores! —grita Cris, y todos comenzamos a huir en dirección a la puerta.

Corremos, y detrás de nosotros los disparos comienzan y pasan a solo centímetros de nosotros. Salimos al centro de la plaza, vemos las escaleras, pero en lugar de tomar ese camino, tomamos la dirección por la que venimos, en dirección a la entrada principal. Las luces de las linternas agitándose, los rugidos detrás de nosotros, las respiraciones desesperadas.

Avanzamos y de la oscuridad que hay frente a nosotros, más sombras salen. Disparamos, pero estas no caen, en lugar de eso estiran sus brazos, estos se deforman, se parten, se estiran, hasta que forman un escudo con forma de caparazón y lo ponen frente a ellas para cubrirse, otras deforman su cuerpo totalmente, hasta hacerse más alta, tener cuatro piernas que las sostengan, y seis extremidades que salen de su espalda. Dejamos de disparar y regresamos a las escaleras eléctricas.

—¡Arriba! Hay una salida —grita Richie.

Regresamos, y las sombras que había en el supermercado salen, y comienzan a atacarnos. Me quito el fusil de mi hombro, apunto y comienzo a disparar, las sombras no se detienen, y parece que cada vez hay más. Seguimos corriendo, y a nuestros lados unas bolas naranjas revientan. Eso quiere decir que también hay portadores. Hay demasiadas sombras a nuestro alrededor, estamos muertos. Las luces de las linternas agitándose, los rugidos detrás de nosotros, las respiraciones desesperadas. La muerte detrás de nosotros.

Nos acercamos a las escaleras, exhaustos, aún disparando.

—¡Cuidado! —grita Cris, mientras lanza una pequeña bola detrás de nosotros, una granada.

En solo segundos una explosión invade el lugar, y nos hace caer. Nos levantamos y continuamos. Llegamos a las escaleras y comenzamos a subir lo más rápido que podemos, pero el espacio estrecho nos dificulta avanzar. En ese momento un verdugo brinca sobre mí, alza su enorme cuchilla sobre mi rostro y antes de que pueda dejarla caer, varios disparos golpean contra su rostro, luego una patada lo quita de encima de mí. Richie me da la mano y me pongo de pie. Las sombras empiezan a subir por la escalera que está a un lado, y también suben por los barandales de cristal de la escalera. Cris y Jess están solo unos escalones arriba disparando todas las que pueden. Subimos las escaleras a tropezones, con más sombras jalándonos, y disparos detrás de nosotros.

—¡Tirare esta cosa! —dice Cris, mientras deja caer una granada en la mitad de las escaleras.

Las luces de las linternas agitándose, los rugidos detrás de nosotros, las respiraciones desesperadas. El estruendo de la explosión. Llegamos al segundo piso justo cuando la granada explota. La enorme nube gris va acompañada del crujir del metal y cristal rompiéndose. Muchas de las sombras que nos seguían caen, al igual que todas las escaleras, dejando sin forma de subir al segundo piso. Continuamos corriendo, vamos pegados del lado del barandal de vidrio, no nos acercamos a las tiendas por temor de que salgan más sombras. Detrás de nosotros aún podemos escuchar más sombras siguiéndonos, y a solo metros de nosotros la salida. Continuamos corriendo, Cris y Jess al frente, Richie al último, yo en medio. De la nada, el aparador de cristal de una tienda a lado de nosotros se rompe y de él sale disparada una sombra, se lanza contra Richie, él solo alcanza a jalarme de la chamarra y me tira al piso, mientras la sombra lo lanza contra el barandal, el cuál se rompe y hace que la sombra caiga al primer piso y Richie quede suspendido, sujetándose de una sola mano. Me acerco lo más rápido que puedo, y justo cuando estoy por sujetar su mano, él se suelta y cae al primer piso, mientras suelta un grito.

Me pongo de pie, sujeto mi fusil, y comienzo a disparar a todas las sombras que hay abajo. Cris y Jess se dan cuenta, y mientras Jess dispara a las sombras del primer piso, Cris acaba con las que venían detrás de nosotros.

Veo como Richie se pone de pie, saca su pistola y comienza a disparar. No me resigno a dejarlo, él tiene que seguir vivo, no me puede dejar. Avanza en dirección a las escaleras, esquivando al mayor número de sombras que puede, pero las escaleras están tiradas. No hay forma de que suba.

Baja el arma, deja de disparar y voltea a verme.

«No, no puedes hacerme esto»

Entonces, una masa café es disparada y le da al brazo de Richie, esta masa se esparce por todo su costado derecho, mientras Richie grita tan fuerte que lo puedo escuchar a través de los disparos y rugidos. Otra bola de masa golpea en su costado izquierdo, y otra en pierna. Pronto, todo su cuerpo está lleno de esa masa café, mientras él grita. Distingo al portador que le esta disparando, y lo mato. En solo segundos el rostro de Richie es rodeado por esa masa, mientras sus gritos se apagan. Después dejar de hacer ruido.

Dejo de disparar. Comienzo a temblar, a llorar. Él se ha ido.

— ¡Tenemos que irnos! —grita Jess—. Vienen más.

—Vámonos. —me dice Cris, mientras me sujeta del brazo, me pone de pie y me comienza a jalar en dirección a la salida.

Las luces de las linternas agitándose, los rugidos detrás de nosotros, las respiraciones desesperadas. Una luz de linterna menos.

La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora