Después de seguir a Cristina a través de lo que parecía un laberinto de tubos y paredes y regresar al mismo punto en la oscuridad una y otra vez, únicamente guiados por la intuición y la luz de las linternas, logramos salir a lo que parece una plaza. Sé dónde estamos. Lo puedo reconocer, porque en este lugar fue donde murió mi padre, y en este lugar fue donde abandoné a mi hermana y prometí ir por ella.
A nuestro alrededor hay varias carpas blancas, parecidas a casas de acampar, pero más grandes. En su interior hay varias camas, estantes y mesas. Ahí ayudaban a los heridos la noche de los fuegos artificiales. En el piso hay trozos de cristal y marcas negras, que indican que algo se quemó ahí, y los edificios que rodean el lugar tienen enormes hoyos en su superficie.
Donde estaban las bardas improvisadas de autos y madera, ahora hay paredes metálicas y sobre ellas enormes reflectores, pero solo dos están encendidos.
—Tenemos que avanzar antes de que alguien nos descubra —me susurra Cristina mientras empieza a avanzar por el lugar. En el piso hay carteles que dicen: "Helicópteros de extracción" y "Zona médica".
Comienzo a seguir a Cristina hasta que llegamos a la puerta de paredes metálicas y la cruzamos. Justo ahora me siento inseguro. Quiero ir allá afuera, pero ni siquiera se disparar un arma. ¿Cómo pretendo mantener a salvo a mi hermana? ¿Cómo pretendo mantenerme a salvo?
–Aguarda –le digo a Cristina–, no estoy seguro de hacer esto.
–No es tiempo para arrepentirse –me contesta algo molesta–. Estamos afuera, así que hay que hacerlo –su voz tiene un tono más de súplica que de molestia.
Estamos del otro lado de la puerta, afuera hay cientos de marcas de explosiones y autos abandonados en el costado de la calle. Antes de que pueda contestar algo escucho el crujir de un cristal, seguido de una voz femenina.
–¿Evan?
«No, no, no, ¿Qué haces aquí?»
Giro para poder confirmar quien es, por supuesto que es ella. Emma.
–¿Qué hacen aquí a fuera ustedes solos? –pregunta enojada–. Me mentiste Evan.
–¿Tu que haces aquí? –le contesta Cristina, también molesta.
–No deberías estar aquí Emma, por tu bien.
–¿Qué es lo que pretenden? –Me contesta, alzó su tono de voz– ¿Morir aquí a fuera solos?
–No es tu asunto –le contesta Cristina a la defensiva.
–Por favor, vete –le digo, mientras se me corta la voz–, no quiero que te pase nada.
–Deja de hablar Evan –me dice Emma con lágrimas en sus ojos–, por lo visto ya no hay nadie en quien confiar, incluso tú me decepcionaste.
Me siento tan molesto, tan impotente, por supuesto que salir fue un error, por supuesto que lo fue.
Cuando me acerco a Emma para intentar consolarla escucho un disparo. Y después veo cómo es que Emma se tambalea y cae de rodillas, mientras se le empieza a dibujar un círculo rojo sobre su pecho.
Corro hacia ella, detrás de mi escucho a Cristina que grita algo, pero no le presto atención. Sujeto a Emma justo antes de que su cabeza toque el piso. Esta soltando respiraciones desesperadas y por su boca empieza a salir sangre. Los disparos me traen a la realidad. La jalo junto a un auto para poder cubrirnos.
–No...no... no me dejes ¿De acuerdo? –le susurro mientras las lágrimas me escurren por la cara. Su mirada es terrible, es como si me pidiera algo, pero no sé qué, está sufriendo, sufriendo por mi culpa. Me limpio con el dorso de la mano y saco la pistola de mi mochila.
Me asomo por el costado del carro y veo a Cristina detrás de un auto, después se asoma y dispara a un cuerpo negro y alargado. Una sombra. Apunto hacia donde creo que le voy a dar y cuando jalo el gatillo no ocurre nada. Para que me engaño. No se usar esta cosa. La golpeo contra la palma de mi mano, como si eso fuera a funcionar, pero escucho un suspiro desesperado, y después un rugido agudo y fuerte detrás de mí. Cuando volteo hay una sombra bastante alta, y con su casco metálico rodeándole casi todo el rostro. Antes de que pueda reaccionar se lanza y se coloca sobre mí. Puedo ver sus ojos blancos y largos a través del espacio en su máscara en sus ojos.
Intento empujar su cuerpo, pero pesa demasiado, mucho más de lo que aparenta. Su rostro se acerca demasiado al mío, y a través de su rendija metálica que esta donde debería estar su boca puedo sentir un aliento muy cálido, y entonces la sombra suelta un rugido demasiado agudo que hace que me lastimen mis tímpanos. Continúo luchando para intentar quitarmela de encima y cuando creo que lo estoy logrando, dos de sus extremidades puntiagudas, que salen de su espalda, golpean el concreto que está a mi lado, haciendo agujeros en él. Estoy llorando, estoy desesperado. Moriré aquí.
Cuando creo que la sombra esta por matarme, escucho varios disparos y la sombra cae sobre mí, inmóvil. La empujo con fuerza a un lado y me pongo de rodillas, giro la vista hacia Cristina, y veo que ella esta recargada en el auto, intentando recuperar el aliento.
–¿Están bien? –pregunta una voz áspera.
Volteo a ver rápidamente hacia la voz y puedo distinguir a Richie en la puerta metálica de la plaza.
«Emma»
Me pongo de pie en un solo segundo, aún sigo espantado y llorando. Llego hasta Emma, la cual tiene el rostro blanco y la mirada vacía.
–¿Emma? –le acaricio el rostro con mi mano mientras las lagrimas escurren por mi rostro– ¿Emma?, por favor no me dejes, ¡Por favor no me dejes! –coloco su cuerpo sobre mis piernas y hundo mi cara a lado de la suya– No, no, no, ¡No!
–Hey, lo siento mucho chico, pero se ha ido –me dice Richie acercándose a mí.
–No, no, no la dejare morir, no por mi culpa.
–No fue tu culpa Evan.
–Si lo fue, yo decidí salir, yo decidí poner en riesgo lo poco que tenía, todo por mi estúpido error. Ni siquiera sabía disparar un arma, ni siquiera sé cómo sobrevivir, como se supone que iba a proteger a cualquiera –estoy llorando desconsoladamente, me cuesta trabajo que las palabras salgan. Estoy furioso conmigo, con lo que soy, con lo que pude hacer pero no hice, con el maldito mundo en el que me encuentro y estoy enojado por fallar en todo y fallarle a todos.
–No fue tu culpa que ella saliera –Richie me jala del brazo y me pone de pie.
Me imagino como debe estar mi rostro. Como el de un niño de cinco años que llora desconsoladamente porque se pegó en la cabeza.
–Sé que tienes una promesa que cumplir –me dice mirándome a los ojos. Me cuesta mantener la mirada hacia él– No es tu culpa lo que le suceda a los que están a tu alrededor, sin embargo si puedes hacer una diferencia. ¿Quieres hacer una diferencia? Yo te enseñaré. Te enseñaré a sobrevivir y a ayudar a sobrevivir a los que te rodean, te lo prometo Evan. Nada cambiará lo que paso, pero tú puedes cambiar lo que pasará. Te enseñaré a sobrevivir ¿De acuerdo?
Solo asiento, no puedo cambiar lo que le hice a Emma, o a mi padre, o a mi hermana, pero si puedo cambiar lo que suceda de aquí en adelante. Puedo cambiar mi destino, y el de mi hermana. Y lo haré.
Haré lo necesario para sobrevivir. Así que me limpio el rostro y regreso al refugio subterráneo junto con Richie y Cristina detrás de mí.
«Lo siento Emma».
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En este punto de la historia, agradezco a los lectores que siguen mi historia, me gustaría saber que opinan sobre ella, sus opiniones me ayudarían mucho a mejorar. También agradecería sus votos y comentarios acerca de lo que opinan de la historia, los personajes, etc. eso ayudaría mucho a mejorar la historia.
¡Gracias!
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La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)
Science FictionTen cuidado con las sombras. Témele a los humanos. Catorce años han pasado desde que las sombras invadieron nuestro planeta. Catorce años desde que Evan hizo su promesa. Ya no queda nada y los pocos sobrevivientes restantes luchan entre ellos por se...