Capítulo 43

1.7K 235 3
                                    

Llevo cuatro, tal vez cinco días en el bosque, intentando encontrar algún rastro que indique a donde pudo ir Dan, pero no he podido encontrar nada. He dado muchas vueltas e incluso he vuelto a los mismos lugares, y el frio y la nieve me han impedido avanzar más rápido, ayer en la noche una nevada intensa ocurrió, solo era el inicio del crudo invierno que se avecina. El bosque ha comenzado a pintarse de un blanco destellante a la luz del día, las nevadas fuertes comenzarán pronto y más seguido, y yo necesito encontrar un refugio, pero más que nada, necesito encontrar a Daniel.

Continúo por el bosque, por el piso de un blanco combinado con café por la tierra. El frío me rodea, me envuelve y me debilita. Mi cuerpo tiembla y mi aliento desprende pequeñas nubes de vapor frio a cada paso. Hasta que por fin llego a un lugar dónde, tal vez, pueda encontrar pistas de Daniel.

A unos metros frente a mí, se encuentra una autopista, llena de autos viejos, oxidados y con maleza en sus superficies, y del otro lado, una pequeña gasolinera, con un pequeño restaurante a un costado. Cruzo rápido la autopista, siendo cuidadoso y cubriéndome a cada paso que doy. Hasta el momento no me he encontrado con cazadores, o con sombras, pero si he visto esferas paseándose por el bosque, y lo que menos quiero en estos momentos es tener que enfrentarme a una de esas. Logro llegar al otro lado, a la estación de gas, y decido ir directo al restaurante.

Entro sigilosamente, hasta que comienzo a pisar trozos de cristal que hay en el piso. Me quedo esperando unos segundos, con la esperanza de que sí hay alguien aquí, lo pueda escuchar, pero nada ocurre y continúo avanzando.

El piso está repleto de cristales rotos, utensilios de cocina, mesas y sillas rotas. En las paredes la maleza y la humedad comienzan a crecer, mientras el techo y las paredes tienen manchas oscuras enormes. En un costado del lugar hay varias mesas largas, con sus largos asientos, y del lado contrario, hay una barra para atender, y atrás la cocina.

Avanzo por el lugar, hasta que encuentro algo que me llama la atención. En la esquina de la barra, hay un disparo, y en el piso hay otras marcas y casquillos, y también hay una enorme mancha de sangre ya seca. Continúo avanzando, pensando que tal vez Daniel pudo estar aquí, y espero que la sangre en el piso no le pertenezca. Cruzo la puerta metálica hacía la cocina, y al igual que en la habitación de atrás, todo el lugar está desordenado, en el centro hay una enorme mesa metálica, y en las paredes varios estantes y estufas. Y en el piso encuentro más manchas de sangre, sigo su camino, hasta llegar a otra enorme mancha de sangre, ya también seca. Probablemente las manchas que encontré no pertenezcan a la misma persona y la idea me tranquiliza.

Me pongo a buscar por todo el lugar algo que me sea útil, provisiones o algo así, pero no logro encontrar nada que sirva. Me asomo por las ventanas del comedor y observo que ha comenzado a nevar. Por un momento pienso en quedarme aquí, pero creo que es un lugar demasiado visible y peligroso para que me quede aquí solo.

Salgo a la autopista y encuentro una camioneta negra con los cristales polarizados, probablemente tenga más posibilidades sí me quedo aquí. Abro la puerta con esfuerzos, quitando la maleza que estorba, y me meto. En el interior los asientos ya están maltratados. En el asiento del copiloto encuentro una pequeña mochila con maquillaje, y varias chamarras de diferentes tamaños, hasta que encuentro una que me queda mejor. Pronto siento como el frio se reduce, mientras me acomodo en la parte trasera para poder dormir. Agarro mi mochila, y saco unas galletas rancias, con un sabor desagradable, pero ya es de lo único que me queda. Hago un conteo de mis provisiones: tres botellas de agua y cuatro paquetes de galletas, no más. Estoy a punto de guardar todo cuándo encuentro algo que me detiene. En el fondo de la mochila se encuentra el muñeco de Daniel. Su cuerpo azul y de plástico quemado, su capa roja y con agujeros. Y me invade una enorme furia.

No me puedo perdonar lo que le dije aquella noche, no puedo terminar de creer de lo que fui capaz de decirle. Cada vez que recuerdo cada palabra que le dije, una ira contra mí me invade. Él no tenía la culpa de lo que hizo, todos caímos en la mentira en la que Héctor y Brenda nos hicieron creer. No fuimos más que peones que jugamos cómo ellos querían, y cómo consecuencia, murieron dos de mis amigos. El pensar en Eddy, su juventud, y su ánimo de vivir me estremece, pero el pensar en Tomás me destruye. Él tuvo razón desde que Héctor y Brenda aparecieron, y no le hice caso, ahora él, una persona noble, que estaba dispuesta a todo por los suyos y que era mi mejor amigo, está muerto. Y no fue por culpa de Daniel, fue por culpa de las sombras.

Ellas nos están controlando, nos llevan a hacer lo que ellos quieren, la tierra es su tablero de juego, ellos solo ponen las piezas, y nosotros somos los que jugamos, hasta que consiguen lo que quieren. No hace falta que hagan el mayor esfuerzo. Solo pusieron en nuestros planetas algunos de los suyos, una maquinas voladoras y se apoderaron del cuerpo de algunos humanos, y con eso fue suficiente para que lograrán destruir nuestra sociedad y matar a casi todo el mundo. Después de todo, ellos sabían que cuantos menos de nosotros quedarán, sería más fácil, ya que entre nosotros nos acabaríamos, solo era cuestión de darnos cosas a las que temer y desconfiar, y después entre nosotros acabaríamos su trabajo. Cristina lo dijo una vez, ellos no tienen que hacer nada, porque nosotros estamos acabando su trabajo, y ahora me doy cuenta que estaba en lo correcta.

Por culpa de las sombras murió Tomás, y me separé de Daniel, pero ahora voy a corregir eso, no seré parte de su juego. Pude haberlo dejado ir, y tal vez, justo ahora, estaría por llegar con Sara, pero no lo puedo dejar solo, así como le hice una promesa a Sara, a Dan le hice una promesa antes de partir de la escuela, le prometí que regresaría y no lo dejaría.

Me recuesto en el asiento trasero, con la pistola a un lado, y el muñeco de Dan al otro, como si fuera un niño pequeño y al mismo tiempo un cazador. Observo como la nieve cae contra el cristal delantero del auto hasta que me quedo dormido, recordando lo que le dije aquel día que me despedí de él en la escuela.

«Hay promesas que no se olvidan. Hay promesas que no se rompen. Yo te hago ambas».

......................................

¡Hola a todos! Espero que estén disfrutando de la historia, cualquier comentario u opinión, haganmela saber, que de verdad los tomaré en cuenta. Solo quería decirles que los dos siguientes capítulos son sumamente importantes, ya que definirán el conflicto que Daniel y Evan tendrán que enfrentar para el final de esta primera historia. Así es, el final de esta primera parte esta cada vez mas cerca. Espero de verdad que les este gustando la historia, así como agradecería mucho sus votos y comentarios respecto a ella. Háganme saber que piensan sobre la historia, los conflictos y los personajes, de verdad me ayudaría mucho. Me despido, esperando que continuen siguiendo la historia y deseándoles lo mejor. ¡Gracias!

La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora