Hunter se levantó temprano esa mañana, decidido a explorar Atenas por su cuenta. No tenía un plan específico, solo quería perderse entre las calles llenas de historia y cultura. Después de caminar sin rumbo fijo durante un buen rato, se encontró frente a un pequeño café en una esquina tranquila, donde las flores trepaban por las paredes exteriores. Sintió una atracción inexplicable hacia el lugar y decidió entrar.
El café era acogedor, con un ambiente cálido que lo hizo sentir instantáneamente cómodo. Se sentó en una mesa junto a la ventana, pidió un café helado y dejó que sus pensamientos vagaran mientras observaba el movimiento de la ciudad desde el interior. Los murmullos de las conversaciones y el suave tintineo de las tazas llenaban el aire, creando una atmósfera relajada.
Mientras esperaba su pedido, su atención fue capturada por las obras de arte que adornaban las paredes del café. Había varias pinturas, la mayoría representando paisajes griegos y escenas cotidianas, pero una de ellas le llamó particularmente la atención. No sabía por qué, pero algo en esa pintura lo atraía de una manera que no podía explicar.
Se levantó y se acercó para observarla más de cerca. Era una obra abstracta, con líneas y colores que evocaban una mezcla de emociones complejas: nostalgia, pérdida, esperanza. Cada trazo parecía tener una intención específica, como si el artista estuviera tratando de capturar algo que no podía expresar con palabras.
Hunter sintió una extraña familiaridad al mirar la firma en la esquina inferior. Sus ojos se entrecerraron mientras trataba de descifrar el nombre del artista. Cuando finalmente lo logró, su corazón dio un vuelco. Allí, en letras pequeñas pero inconfundibles, estaba el nombre de T. Morgan.
Se quedó inmóvil, procesando lo que acababa de descubrir. Era una coincidencia increíble. No estaba buscando nada relacionado con Tess, no había pensado en ella al entrar en el café, y sin embargo, aquí estaba, frente a una obra creada por ella.
Hunter sintió una mezcla de asombro y confusión. ¿Qué hacía una pintura de Tess en un café en Atenas? Sabía que ella había viajado mucho, pero nunca mencionó haber estado aquí, al menos no en sus últimas conversaciones. La coincidencia lo dejó sin aliento y lo hizo preguntarse si tal vez el destino aún estaba jugando con ellos.
Mientras seguía contemplando la pintura, una mujer se le acercó. Era la dueña del café, con una sonrisa amable en el rostro.
—¿Te gusta esa pintura? —preguntó ella, notando su interés.
—Sí... mucho —respondió Hunter, sin apartar la vista del cuadro—. ¿De dónde la sacaron?
—Es de una artista que viene aquí a menudo —explicó la mujer—.Estuvo aquí hace unas horas, de hecho. Solía venir al café con frecuencia cuando vivía en Atenas, y a veces todavía lo hace. Expuso algunas de sus obras y esta es una de mis favoritas, así que la dejé colgada aquí.
Hunter sintió un nudo en el estómago. No podía creer que Tess estuviera en Atenas en ese momento, y mucho menos que hubiera dejado una parte de sí misma en este lugar. La sorpresa de encontrar una de sus pinturas aquí, tan lejos de donde la había conocido, lo dejó perplejo.
—¿Sabe usted si va a volver? —preguntó, tratando de sonar casual, aunque su corazón latía con fuerza.
La mujer asintió con una sonrisa cálida.
—No estoy segura, pero es muy posible. Ella suele volver por la tarde, le gusta pasar el tiempo aquí, dibujando o simplemente observando. Si te quedas un poco más, quizás la veas.
Hunter recibió una llamada de Ally.
- oh lo siento mucho, dame un momento—
dijo Hunter a la mujer antes de responder el celular.
-oh Ally lo siento pensé en salir a caminar, en un momento regreso al hotel- Hunter colgó la llamada y tomó sus cosas. -Fue un gusto conocerla... volveré más tarde—
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Cruces del destino // Huntess
RomanceEn la tranquila escuela de Pyrgoi Hills Academy, tres personas se encontraban enredadas en un delicado equilibrio de amor y deseo. Ally, una adolescente que amaba los videojuegos y poseía una risa contagiosa, así como ojos llenos de sueños. Hunter...