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Los días siguientes pasaron como un suspiro para Tess y Hunter. La rutina de la vida en Atenas se instaló de manera natural entre ellos, pero esta vez había una diferencia palpable en el aire. Todo lo que hacían juntos, desde los paseos por las callejuelas adoquinadas hasta las noches en la terraza mirando las estrellas, estaba cargado de una nueva esperanza. Era como si, después de años de separación, hubieran encontrado una manera de sincronizar sus vidas nuevamente.

Sin embargo, algo comenzó a cambiar en Tess. Aunque sus momentos con Hunter seguían siendo especiales, poco a poco, se fue distanciando de manera casi imperceptible. Al principio, era solo un pequeño espacio entre ellos cuando caminaban juntos, una pausa más larga antes de responderle, una mirada que se desviaba. Pero con el tiempo, las señales se hicieron más evidentes. Hunter lo notó, pero no dijo nada, tal vez temiendo que enfrentar la realidad podría hacer que se rompiera la frágil paz que habían construido.

Una tarde, mientras el sol comenzaba a descender sobre la Acrópolis, Tess y Hunter estaban en un café al aire libre, disfrutando de la brisa fresca del atardecer. Hunter estaba absorto en un libro que había encontrado en una librería local, mientras Tess, con su cuaderno de bocetos en la mano, intentaba dibujar, pero la concentración le fallaba. Sus pensamientos volvían una y otra vez a lo que no se atrevía a decir en voz alta.

Con cada día que pasaba, las dudas y los miedos de Tess crecían. Sabía que no podía ignorar para siempre la sombra de Ally, la historia que compartían ella y Hunter, y las complicaciones que aún no habían resuelto. Aunque Hunter le había dicho que Ally le había pedido que la buscara, Tess no podía sacudirse la sensación de que algo oscuro seguía enredado en su pasado.

Al caer la noche, Tess se encontraba mirando la Acrópolis desde la terraza de su pequeño apartamento. Los pensamientos no la dejaban en paz. Recordó los mensajes anónimos que había recibido después de su partida, las amenazas veladas que habían intentado alejarla de Hunter. No había querido alarmar a Hunter, pero ahora, la incertidumbre se hacía insostenible.

Sabía que tenía que proteger lo que habían reconstruido, pero también sabía que no podía vivir con un pie en el pasado y otro en el presente. Esa noche, Tess tomó la decisión más difícil: comenzó a distanciarse de Hunter, no por falta de amor, sino por el miedo de lo que podría venir si no resolvían los fantasmas del pasado.

Hunter lo sintió casi de inmediato, pero no supo cómo reaccionar. Veía cómo Tess se retiraba a sus propios pensamientos, cómo sus sonrisas se volvían más fugaces, cómo sus conversaciones se llenaban de silencios incómodos. Intentó preguntarle si todo estaba bien, pero cada vez que lo hacía, Tess le aseguraba que solo estaba cansada, que necesitaba tiempo para pensar.

Finalmente, Hunter no pudo más y decidió confrontar la situación, mientras estaban sentados juntos en la terraza, bajo un cielo lleno de estrellas, Hunter la miró a los ojos, intentando encontrar la verdad que sabía que ella estaba ocultando.

—Tess, siento que te estás alejando de mí —dijo con voz suave, pero firme—. Si hay algo que te preocupa, si hay algo que no me estás diciendo, por favor, cuéntamelo. No quiero perderte otra vez.

Tess lo miró, sus ojos llenos de una tristeza que había estado tratando de ocultar. Sabía que no podía seguir guardándose todo para sí misma.

—No quiero que te preocupes, Hunter, pero hay cosas de las que nunca hablamos. Cosas sobre Ally... y sobre el pasado, los sabotajes... ñas amenazas —confesó Tess, su voz temblando ligeramente.

Hunter la escuchó en silencio, comprendiendo finalmente la razón de su distancia. Le tomó la mano, apretándola con ternura.

No te preocupes Tess, estamos lejos de cualquier persona que te pueda hacer daño, a demás lo podemos reportar acá, sería como una protección internacional o algo asi

Tess asintió lentamente, aún sintiendo el peso de sus preocupaciones, pero agradeciendo la claridad en las palabras de Hunter.

—Tienes razón. No puedo seguir ignorando esto. Necesitamos averiguar quién está detrás de esos mensajes y amenazas. Pero no quiero que esto se convierta en otro problema más entre nosotros —dijo Tess, mirando hacia la Acrópolis, como si buscara en el paisaje alguna respuesta.

Hunter, siempre directo, respondió sin rodeos.

—Lo resolveremos. Haremos lo que sea necesario, y si eso significa hablar con la policía aquí o buscar algún tipo de protección, lo haremos. Pero no dejes que esto te aleje de mí. No tiene que ser como antes.

Tess asintió de nuevo, sin mucha emoción, pero con determinación. Sabía que tenía que enfrentar los problemas de frente, sin dejar que los miedos del pasado la paralizaran.

—Está bien. Vamos a resolver esto —dijo Tess, con un tono firme, más para convencerse a sí misma que a Hunter.

Hunter asintió, aliviado de que al menos ahora había un plan, un camino a seguir.

—Perfecto. Empezaremos mañana, revisaremos todo lo que tienes y veremos cómo proceder. Pero esta vez, no lo hagas sola.

Tess no dijo nada más. Simplemente volvió a mirar la Acrópolis, sintiendo que el peso sobre sus hombros, aunque no desaparecido, se había vuelto un poco más soportable, con Hunter a su lado, sabia que las cosas no se solucionarían de la noche a la mañana, pero las preocupaciones se atrasaron en ese momento.

Hunter y Tess se quedaron en el balcon bajo la luz de las estrellas, sin saber que alguien a lo lejos los observaba.

Cruces del destino // HuntessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora