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Tess sintió un torrente de emociones al leer la carta. Su corazón latía con fuerza, como si cada palabra escrita por Hunter resonara en lo más profundo de su ser. El peso de la verdad, esa verdad que había sospechado pero nunca se atrevió a confrontar, ahora estaba frente a ella, en blanco y negro. Hunter había luchado con sus sentimientos, había intentado ser honesto consigo mismo y con los demás, y todo eso culminó en la decisión que finalmente los llevó a este punto, aquí en esta cabaña, bajo las estrellas, con el futuro extendido ante ellos.

Cerró los ojos un momento, permitiendo que las emociones la inundaran. Hunter siempre había sido su ancla, la persona que la entendía mejor que nadie. Pero también había estado atrapado, dividido entre lo que sentía por Tess y lo que pensaba que debía hacer con Ally. Y ahora, esa tensión, esa lucha interna, estaba escrita claramente en la carta que sostenía.

Tess volvió a mirar el anillo en su dedo, recordando cada momento que habían compartido, desde su juventud hasta este preciso instante. Hunter la había elegido, sí, pero lo más importante era que se había elegido a sí mismo, había decidido seguir su corazón en lugar de sucumbir a las expectativas de los demás.

Con un suspiro profundo, Tess dobló la carta cuidadosamente y la guardó de nuevo en el cajón. Sabía que este no era el final de las conversaciones que tendrían, que aún quedaba mucho por decir, por entender, por sanar. Pero también sabía que el amor que compartían era lo suficientemente fuerte como para enfrentar cualquier cosa que viniera.

Volvió a la cama, donde Hunter dormía plácidamente, ajeno a la tormenta de emociones que ella acababa de atravesar. Se deslizó bajo las sábanas y lo observó, su rostro tranquilo, en paz. Tess sonrió, acariciando suavemente su mejilla antes de acomodarse a su lado. Se sentía más segura que nunca de la decisión que habían tomado juntos.

A medida que el sueño volvía a reclamarla, un pensamiento la cruzó: el amor no siempre era fácil, pero con Hunter, estaba dispuesta a enfrentarlo todo. No importaba lo que Ally o cualquier otra persona dijera. Lo que realmente importaba era lo que compartían, y estaba decidida a protegerlo, a construir sobre ello, un día a la vez.

Cuando la mañana llegó, Tess despertó con una nueva determinación. Miró a Hunter, quien ya había despertado y la observaba con una sonrisa tranquila.

—Buenos días, futura esposa —dijo él, su voz ronca por el sueño.

Tess sonrió, sintiendo una calidez que la envolvía completamente. —Buenos días, futuro esposo —respondió, acercándose para darle un beso suave.

La luz del día llenó la cabaña, iluminando no solo su entorno, sino también las posibilidades que se extendían ante ellos.

El trayecto de regreso a la ciudad transcurría en silencio, con el suave murmullo del motor como único acompañante. Tess se encontraba en un estado de calma contemplativa, su mente aún revoloteando en torno a la carta que había leído la noche anterior. Recordó cómo sus manos temblaron al abrirla, la tinta desbordante de sentimientos, la honestidad cruda que Hunter había vertido en cada palabra.

Había algo profundamente tranquilizador en la certeza de que Hunter la había elegido, de que, a pesar de todo, el amor entre ellos había prevalecido. Pero la sombra de la duda se colaba en sus pensamientos: ¿Y si Hunter no la hubiera encontrado en Grecia? ¿Qué habría pasado si él hubiera seguido adelante con Ally, convencido de que era lo correcto? Pero Tess se sacudió esos pensamientos. No podía permitirse vivir en los "y si". Lo que importaba era el presente, la promesa que se habían hecho de no volver a separarse.

El paisaje urbano comenzó a asomarse por las ventanas del auto, reemplazando la serenidad del bosque con la actividad vibrante de la ciudad. Tess, agotada por la avalancha de emociones, finalmente se rindió al sueño, su cabeza inclinándose hacia un lado mientras sus ojos se cerraban lentamente.

Cruces del destino // HuntessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora