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Al día siguiente, Hunter se despertó temprano, sintiendo la calidez del sol matutino filtrándose por las cortinas. Se estiró perezosamente en la cama, pero algo le llamó la atención: el sonido incesante de notificaciones provenientes del celular de Tess. Frunció el ceño, sorprendido por la cantidad de alertas que seguían llegando. Con cuidado, tomó el teléfono de la mesita de noche y lo miró.

La pantalla estaba llena de notificaciones de redes sociales. Decenas de personas etiquetaban a Tess en publicaciones, comentarios, y mensajes directos. La curiosidad y la preocupación se mezclaron en Hunter mientras deslizaba el dedo por la pantalla, abriendo una de las publicaciones que más resaltaba. Su expresión cambió de sorpresa a incredulidad cuando leyó las acusaciones que se vertían contra Tess.

"¡Mentirosa! Fingiste tu muerte para robar novios ajenos. ¡Qué vergüenza!" decía uno de los comentarios, acompañado de una foto reciente de Tess y Hunter caminando juntos por las calles de Atenas, sus expresiones relajadas y cercanas. Otra publicación mostraba una imagen de ambos en la terraza, la noche anterior, aparentemente capturada desde lejos, con el título: "Miren cómo disfruta su vida después de mentirnos a todos."

Hunter sintió un nudo formarse en su estómago. La furia y la confusión lo invadieron al ver cómo esos desconocidos manipulaban la verdad, utilizando fotos privadas para destrozar la reputación de Tess. Quienquiera que estuviera detrás de esto no solo conocía su paradero, sino que los estaba vigilando de cerca.

Respirando hondo, dejó el teléfono a un lado y se giró hacia Tess, que seguía dormida a su lado, ajena al caos que estaba gestándose en línea. Hunter sabía que no podría ocultárselo, pero tampoco quería que ella despertara de golpe a una pesadilla.

Con una mezcla de preocupación y determinación, decidió que lo mejor sería hablarlo de inmediato. Con suavidad, acarició el cabello de Tess, despertándola lentamente.

—Tess, cielo, necesito que veas algo —dijo Hunter con voz baja, tratando de no alarmarla, pero sabiendo que era inevitable.

Tess parpadeó, somnolienta, antes de notar la seriedad en el rostro de Hunter. Se incorporó en la cama, tomando el teléfono que él le ofrecía. Al principio, su expresión era de confusión, pero a medida que las palabras y las imágenes se hacían evidentes, su rostro se contrajo en una mezcla de shock y dolor.

—¿Qué... qué es esto? —murmuró Tess, su voz temblorosa mientras sus ojos recorrían las acusaciones, los insultos y las crueles insinuaciones.

—Alguien ha estado siguiéndonos, tomando fotos sin que nos diéramos cuenta y creando toda esta basura para atacarte —explicó Hunter, su voz cargada de ira contenida—. No sé quién está detrás de esto, pero vamos a descubrirlo. Y vamos a ponerle fin.

Tess sintió que el peso de sus miedos regresaba con fuerza. Las amenazas del pasado habían vuelto para atormentarla, y esta vez estaban golpeando con más fuerza que nunca. Sus manos temblaban mientras cerraba el teléfono, incapaz de seguir leyendo los comentarios llenos de odio.

—No puedo creer que esto esté pasando otra vez —dijo Tess, su voz apenas un susurro. Las lágrimas amenazaban con caer, pero ella las contuvo con fuerza.

Hunter se acercó más, abrazándola con firmeza.

Volvamos a Canadá... tenemos que aclarar las cosas... una vez resueltas regresemos ¿si?

Tess cerró los ojos, apoyando su cabeza en el hombro de Hunter mientras procesaba sus palabras. Volver a Canadá significaba enfrentarse a todo lo que había dejado atrás, pero también era la única manera de detener el caos que se estaba gestando. Las fotos, las acusaciones, las amenazas; todo estaba diseñado para destruir su reputación y su relación con Hunter.

Cruces del destino // HuntessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora