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El anillo brillaba frente los ojos de Tess, nunca había imaginado eso, casarse era algo que nunca le había pasado realmente por la cabeza, en especial por todas las situaciones que se habían presentado.

Hunter tomó un profundo respiro antes de girarse para mirarla. —Siempre lo supe, Tess. Siempre supe que eras especial. Aunque en ese entonces no podía expresarlo, sentía que tú... —hizo una pausa, buscando las palabras— ...tú eras lo que siempre había estado buscando, incluso antes de darme cuenta.

El día continuó su curso, Hunter y Tess pasaron las horas en una mezcla de silencio cómodo y risas compartidas. La propuesta aún colgaba en el aire, palpable como la brisa que acariciaba sus rostros mientras exploraban los alrededores de la cabaña.

Tess, aunque sorprendida por la propuesta de matrimonio, no podía dejar de sonreír. Sentía una calidez en su pecho que no experimentaba desde hacía mucho tiempo. Mientras caminaban por un sendero rodeado de altos pinos, la mano de Hunter se deslizó suavemente en la de ella. El contacto fue suficiente para detenerla y obligarla a mirarlo. Él tenía esa expresión serena, esa mirada que decía más de lo que las palabras podrían transmitir.

—Sé que esto puede parecer precipitado, considerando todo lo que hemos pasado —dijo Hunter, con una suavidad que contradecía la intensidad de sus palabras—. Pero no quiero pasar otro día sin decirte lo que siento, sin ofrecerte lo que siempre he querido para nosotros. Ya hemos perdido tanto tiempo, Tess.

Ella lo miró, sus ojos brillando con la misma intensidad que el anillo que ahora descansaba en su dedo. Aún no había respondido a la propuesta, y Hunter lo sabía, pero no la presionó. En lugar de eso, continuaron su paseo, dejando que la naturaleza a su alrededor llenara el espacio entre ellos.

Cuando llegaron a un claro, Tess se detuvo, soltando la mano de Hunter solo para girarse y enfrentarlo. El sol estaba comenzando a ponerse, tiñendo el cielo de un rojo profundo que parecía incendiar las nubes. La luz cálida se reflejaba en el lago cercano, creando un escenario que parecía sacado de un sueño.

—Hunter... —comenzó Tess, su voz temblorosa—. Nunca pensé en el matrimonio porque siempre tuve miedo... miedo de perderme en alguien, de no ser capaz de seguir mi propio camino. Pero tú... —sus ojos se llenaron de lágrimas, pero eran de una emoción que ni ella misma podía definir—. Tú nunca me pediste que cambiara, nunca intentaste detenerme. Siempre fuiste mi mayor apoyo, incluso cuando no lo sabía.

Hunter la miró con una mezcla de amor y aprehensión, esperando sus palabras, su decisión. Tess respiró profundamente antes de continuar.

—No quiero seguir huyendo de lo que siento por ti —dijo, acercándose a él—. Y no quiero que lo nuestro esté marcado por lo que pudo haber sido, sino por lo que estamos construyendo ahora. Así que sí, Hunter. —Le tomó las manos y apretó con firmeza—. Sí quiero casarme contigo. Quiero vivir esta vida contigo, sin más despedidas, sin más miedos.

Hunter sonrió, una sonrisa que iluminó su rostro de una manera que Tess no había visto en años. Sin decir una palabra más, la tomó en sus brazos y la besó, sellando con ese gesto la promesa que ambos acababan de hacer.

Cuando finalmente se separaron, el sol se había escondido tras las montañas, dejando un cielo estrellado que parecía bendecir su decisión. Tess miró a Hunter, y en sus ojos vio no solo al hombre que había amado en su juventud, sino también al compañero que siempre había buscado, alguien con quien podría enfrentar cualquier obstáculo.

—Vamos a casa —dijo Hunter, su voz llena de una certeza tranquila.

--Sabes, no puedo evitar pensar en Ally luego de esto.-- Dijo Tess algo insegura de lo que estaba diciendo, mientras Hunter hacia una mueca con su cara.
--No me mal interpretes, solo no puedo pensar en que ella decia que creia que no te amaba realmente, pero luego hizo todo este escandalo para que pareciera que yo--Tess no pudo terminar de hablar cuando Hunter la interrumpio.—Tess —dijo, su tono firme pero lleno de ternura—. Lo que Ally hizo no fue por amor, sino por miedo y egoísmo. Quería controlarlo todo, incluso lo que no podía entender. Quiso que todos creyéramos que yo era su posesión, algo que ella podía reclamar en cualquier momento. Pero el amor no se trata de control ni de ganar, se trata de elección. Y yo te elijo a ti.

Cruces del destino // HuntessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora