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El sol se estaba poniendo en el horizonte, tiñendo el cielo de naranjas, rosas y dorados. Las nubes parecían pinceladas en un lienzo gigante, mientras el jardín donde se celebraba la boda de Tess y Hunter se llenaba de una suave luz que hacía que todo pareciera mágico, como si el universo mismo estuviera bendiciendo la unión de dos almas que habían esperado tanto para estar juntas.

El jardín estaba adornado con una delicadeza y una atención al detalle que reflejaba la pasión y el amor de Tess por el arte. Flores blancas y lilas decoraban los arcos bajo los cuales se llevaría a cabo la ceremonia, mientras que cerezos en flor formaban un dosel natural que añadía un toque de fantasía al lugar. Mesas redondas, cubiertas con manteles de lino blanco y arreglos florales a juego, estaban dispuestas alrededor del jardín para la recepción, cada una iluminada por pequeñas luces colgantes que destellaban como estrellas. En el centro del jardín, un altar simple pero elegante había sido erigido, y allí estaba Hunter, de pie, esperando a Tess.

Hunter vestía un traje negro clásico, pero con un toque moderno, que realzaba su figura alta y atlética. A pesar de su aparente calma, había una chispa de emoción en sus ojos, una mezcla de ansiedad y anticipación que solo aquellos que lo conocían bien podían notar. Miraba hacia el final del pasillo, esperando el momento en que Tess apareciera y su corazón se detuviera por un instante, solo para reanudar su ritmo con más fuerza al verla.

Los invitados estaban sentados en filas, algunos conocidos de la pareja, otros amigos cercanos y familiares. Entre ellos, en la primera fila, estaban los niños del orfanato que tanto significaban para Tess. Vestidos con sus mejores ropas, los niños no podían contener su emoción, sus ojos brillaban con admiración mientras observaban cada detalle del evento. Para ellos, Tess no solo era una artista talentosa que había alcanzado el éxito, sino también alguien que se preocupaba por ellos, alguien que les había mostrado que los sueños podían hacerse realidad con dedicación y amor.

Ally estaba sentada en un lado del altar, cerca de los niños. Después de todo lo que había pasado, finalmente había encontrado la paz con la relación entre Tess y Hunter. Aunque en un principio le había resultado difícil aceptar la realidad, con el tiempo comprendió que el amor entre ellos era algo que no podía ser negado ni suprimido. La decisión de asistir a la boda fue un paso hacia su propia sanación, un gesto de madurez y un reconocimiento de que, a pesar de todo, quería lo mejor para ambos. Vestida en un elegante traje rosa que contrastaba con el entorno, Ally observaba la escena con una calma serena, aunque en su interior aún luchaba por dejar ir completamente el pasado.

Finalmente, la música comenzó a sonar. Un suave y melodioso acorde de violines llenó el aire, marcando el momento que todos estaban esperando. Tess apareció al final del pasillo, del brazo de Lake. Su vestido era una obra de arte en sí mismo, diseñado con una mezcla de encaje antiguo y seda suave que caía en cascada alrededor de ella como un río de pureza y elegancia. Llevaba un velo delicado que flotaba detrás de ella con cada paso, y en sus manos sostenía un ramo de lirios blancos, simples pero significativos.

A medida que avanzaba hacia Hunter, Tess sentía cómo cada paso la acercaba más a un sueño que había sido construido lentamente, pieza por pieza, a lo largo de los años. Su mente no podía evitar viajar en el tiempo, recordando los momentos clave que la habían llevado hasta este instante. Desde aquel primer encuentro en los pasillos de la universidad, donde sus libros habían caído al suelo y Hunter, sin pensarlo, se había agachado para ayudarla a recogerlos, hasta los desafíos que enfrentaron cuando sus caminos los llevaron a lugares diferentes. Tess había crecido, había cambiado, pero su amor por Hunter había permanecido constante, un faro que la guiaba incluso en los momentos más oscuros.

Cuando llegó al altar y tomó la mano de Hunter, sintió una conexión inmediata, como si el simple toque de sus dedos uniera no solo sus cuerpos, sino también sus almas. Hunter la miraba como si fuera la única persona en el mundo, y por un momento, todo a su alrededor se desvaneció. No había invitados, ni música, ni flores. Solo estaban ellos dos, conectados en un espacio íntimo que solo ellos compartían.

Cruces del destino // HuntessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora