Moments∞ || Louis Tomlinson #PBMinds2016 #EMPawards

~Capitulo Veintisiete~

Narra Emma

Me hundí en el acolchado sillón de mi sala, al tiempo que contemplaba las luces que recorrían al árbol navideño, en todas direcciones. Brillaban con múltiples colores, encendiéndose y apagándose de manera intermitente.

Suspiré lánguidamente.

La navidad era mágica cuando se era pequeño. La imaginación no tenía límites, éramos firmes creyentes de Santa Claus, repletos de esperanzas y sueños. La emoción que provocaba el despertar esa mañana y correr a ver los obsequios que se hallaban bajo el árbol, no era comparable a nada. Era una alegría enorme, las sonrisas no se borraban de nuestros rostros y como cada año, la actuación de nuestros padres era impecable.

Cerré los ojos, deseando llenarme, con todas mis fuerzas, de esa felicidad infantil y pura, de esa fe inagotable y de ese optimismo insaciable.

Luego crecemos y comenzamos a comprender que vamos a sufrir, que vamos a luchar, que debemos ser fuertes para no caer y que esa fuerza aparecerá en los momentos de una necesidad agobiante. Nos damos cuenta, que a nuestro lado, estarán aquellos que nos aman, pero también aquellos que buscan dañarnos. Entendemos que creer en nosotros mismos, es lo único que realmente vale, que cometer errores es parte de nuestra vida y que jamás seremos capaces de evitar amar y ser amados.

-¿Qué le sucede a mi niña hermosa?-

Papá me descubrió, perdida en la profundidad de mis reflexiones.

Sonreí levemente.

-Estoy bien.- mentí.
Acostumbraba a hacerlo, porque detestaba preocuparlo demasiado, ya había tenido suficiente.

Arrugó la frente, observándome con detenimiento. No lo convencía.

Tomó asiento junto a mi y pasó un brazo por encima de mis hombros, dejando un beso sobre mi pelo antes de hablar.

-Sueles tener mucho ánimo en esta fecha.-

Me mordí el labio, sintiendo que mi garganta se apretaba y mi visión se nublaba. No quería llorar más.

Me limité a afirmar con la cabeza.

-Has estado muy pensativa, casi no hablas. ¿No quieres compartir algo?- acarició mi brazo.

No lo conseguiría. Si abría la boca, estallaría nuevamente y mis ojos estaban cansados de que las lágrimas huyeron por ellos.

Nos sumimos en un silencio sereno.

Confiaba plenamente en mi padre, mas no me sentía segura de poder explicarle mi caos interior.

-¿Ocurrió algo con tu amigo ayer?- indagó.

¡Bingo!

Mi sospecha, acerca de que los padres poseían un poder secreto para descifrar los problemas de sus hijos, se hacía cada vez más verídica.

Absorbí tanto oxígeno como mis pulmones lo permitieron, lo retuve y lo dejé escapar con suavidad.

-Nosotros discutimos, pero no es nada.- respondí con voz temblorosa.

¿Discutir? ¡Si le cruzaste la cara!

-¿No es nada cómo para tenerte así?- cuestionó él.

-Es que... es complicado.- expliqué

Sabía que no se conformaría con respuestas tan vagas, sin embargo, ni si quiera yo era capaz de ordenar mis propias ideas.

-El amor es complicado.- dijo de pronto.

Elevé las cejas impresionada, asustada y preocupada.

-¿A-Amor?- balbuceé.