~Capítulo Cuarenta y dos~

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Narra Louis

La luz del día ya casi nos abandonaba, cuando finalmente arribamos a nuestro destino: Southend. Pese a eso, mi acompañante había sido consumida por el cansancio, hacía ya bastante.

Detuve el coche justo en frente de la casa, en la que tantas veces había estado, sin embargo esta vez, sería diferente. Sería único y perfecto, por la sencilla razón de que Emma, estaba conmigo.
La complexión de madera oscura que conformaba tres pisos, se alzó imponente cuando me hallé de pie delante de ésta. Después de cuatro largas horas de viaje, mis extremidades inferiores estaban notablemente entumidas.

Le di la vuelta al carro para despertar a la chica. Era una escena adorable, su cabeza semicaída, reposaba contra el costado del asiento y el flequillo cubría parte de su rostro, luciendo profundamente dormida.

-Emma.- susurré, temía alarmarla o darle un susto.
-Emma.- elevé el volumen y nada.

Envidiaba su capacidad de aislarse en el mundo de los sueños.

-Hey.- apoyé mi mano en su hombro y besé su mejilla con delicadeza.

Sus ojos se cerraron con fuerza, para luego recibir el brillo del atardecer.

-¿Hace cuánto llegamos?- estiró los brazos, incorporándose.

-Cinco minutos.- contesté.

-Fue más corto de lo que imaginé.- se levantó, admirando lo que la rodeaba.

-Sí, no hay como viajar con la bella durmiente.- me burlé.

Me propinó un leve empujón como respuesta.

Reí.

-¿Entramos?-

Asintió sonriendo.

Sostuve su mano y nos adentramos hacia el interior de la vivienda. Encendí las luces para proporcionarnos una mejor visión del lugar.
El aroma hogareño, unido a la disposición en que se hallaban los muebles y las fotografías que reposaban sobre estos, atrajeron recuerdos prácticamente olvidados de mi infancia.

Emma avanzó, guiando mis pasos, sin liberarse de mi agarre, cosa que agradecí muchísimo.
Sus dedos acariciaron la imagen de mis padres, sujetando a un pequeño de no más de tres años. Yo.

-Dijiste que la casa era de tus tíos.- murmuró en un tono, casi imperceptible.

-Ahora lo es.- confirmé.

Me observó, a la espera de una explicación más clara.

-La casa la construyó mi abuelo, se la heredó a mi padre por ser el hermano mayor, y por razones obvias, mi tío es su dueño actual.-

Sus brazos envolvieron mi torso, descansando la cabeza sobre mi pecho. Mantuvimos la afonía creada hasta entonces, disfrutando de la sencillez del, no menos poderoso, momento. Mi barbilla se posó en ella, al tiempo que juguetaba con algunos mechones de su ondulado cabello.

-Es muy acogedor. Me gusta mucho.-

Me distancié para tener acceso a su rostro.

-No has visto la mejor parte.-

Volví a coger su mano, siendo yo esta vez, quien la dirigía, escaleras arriba, hasta la última planta.

Narra Emma

La brisa marina impactó contra mi piel, mientras que el sonido del mar era lo único que colmaba a el sitio. Me aproximé al borde del balcón, hasta toparme con la gruesa barrera, que tenía por función, impedir tu caída al precipicio.
Los débiles rayos de un sol anaranjado, bañaban el agua azul cristalina y las olas chocaban contra los roqueríos, abrupta, pero fascinantemente.
Aspiré todo el aire, que mis pulmones fueron capaces de incorporar, reteniéndolo durante una fracción de segundos.

Moments∞ || Louis Tomlinson  #PBMinds2016 #EMPawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora