~Capítulo Treinta y cinco~

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Narra Louis

El dolor que comenzaba a atravesar mi pecho, era prácticamente indescriptible. ¿Cómo? ¿Por qué? Preguntas para las que posiblemente, jamás conseguiría una respuesta lógica. Pero mierda, no podía, no quería aceptarlo. Simplemente añoraba que fuera mentira, es decir, nadie merecía realmente pasar por algo así, pero ella. Ella que irradiaba luz, vida. Ella que era capaz de proporcionarte toda la paz que no conseguías por tu cuenta. Ella, que era la muestra viviente de un amor infinitamente grande, sincero y puro.
¿Y luego? Se comenzaría a apagar, sería consumida por su propia enfermedad, por un sufrimiento contra el cual nadie toleraría luchar, y le daría paso a la muerte. La muerte que no tenía barreras ni objeciones ante nada, aquella que arrebataba sin dudar, de forma despiadada y cruel, a veces sin siquiera darnos tiempo a decir adiós.

Busqué en su mirada, una señal de angustia, temor quizá, pero solo encontré calma y serenidad, lo cual, le fue transmitido a mi alma. Tal vez era resignación, asumir que, un ser superior a mí y a ella, había escogido esto.

Entonces comprendí, comprendí el por qué de sus permanentes tentativas de alejarse, el que estuviera tan convencida de que no sería buena para mí y nunca fue ella, no. Era su dolencia, impulsándola a actuar de esa manera. Hablaba por ella, amenzando con destruir a cualquiera que se involucrara demasiado. ¿Y qué si era verdad? ¿Y qué si me destrozaba? La sencilla imagen de perderla por siempre, era insoportable, quemaba más que el mismo infierno, sin embargo, qué importaba si lograba pasar cada segundo a su lado. Qué más me daba mi propio martirio, si podía estar con ella cada día de su vida, si podía cuidarla. Lucharía hasta el final con tal de verla sonreír, hasta que esa misma sonrisa se desvaneciera y una estrella en el cielo, dejara de existir.

-Quiero entender, por qué no me lo dijiste.- hablaba en un murmullo, puesto que no tenía fuerza para alzar el volumen.

Inspiró aire y lo liberó después de un minuto.

-No es tan fácil.- descansó sus manos en mis hombros. -Cuando dices que tienes algún tipo de cáncer, todos te ven con lástima. Sus caras no pueden pasar desapercibidas, porque saben que morirás antes que cualquiera de ellos y nada lo evitará.-

Asentí, captando lo que intentaba expresar.

-¿Eso te desagrada?-

-Bastante. Si tan solo lo mencionas, dejan de tratarte como a una persona normal.- aclaró.

-¿Estoy mirándote así?- inquirí. No estaba seguro de cual sería mi rostro en ese momento.

Meneó la cabeza riendo.

-No, tu cara es peor.- bromeó.

Reí despacio.

Se acurrucó contra mi pecho y la acuné entre mis brazos, deseando protegerla, pese a estar consciente de que nunca conseguiría salvarla, del peor de los males que acechaba su existencia.

-¿Cuándo?-

Se quedó meditando, mientras jugueteaba con mis dedos.

-Tenía cinco años y mis padres creyeron que era una simple gripe.-

-No lo era.- deduje.

Rectificó con un gesto negativo.

-La fiebre no cedía ante absolutamente nada, así que, acabaron llevándome al hospital.- continuó.

Imaginé esa escena, provocando que mi corazón se encogiera y un nudo en mi garganta, me dificultara la respiración.

-Tomaron muestras de sangre, hicieron exámenes, me inyectaron todo tipo de medicamentos, hasta que... el médico que estaba a mi cargo entró en la habitación y supimos que algo andaba mal.- se aclaró la garganta, debido al sútil temblor de su timbre. -Leucemia linfoblástica aguda.-

Moments∞ || Louis Tomlinson  #PBMinds2016 #EMPawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora