Extra II

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Despierta Charles

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Despierta Charles.

Montecarlo, Mónaco

Kate.

No tengo ni idea de la hora, seguramente será de madrugada, intento  convencerme de que puedo ignorar el grito de mi estómago, pero es inútil. Me siento como si hubiera estado corriendo un maratón… solo que mi cuerpo ha estado descansando cómodamente en la cama, mientras mi cerebro se obsesiona con la idea de un sándwich de mantequilla de maní con pepinillos.

— Charles — susurró, aunque con suficiente fuerza para despertarlo. Lo veo entre abrir los ojos, confundido y todavía medio dormido.

— Aún es temprano, sigue durmiendo— me levanto, apoyándome en la cabecera de la cama, pasó una mano por mi vientre, sintiendo el movimiento de los mellizos.

— Charles — vuelvo a llamarlo pero solo consigo que se dé la vuelta y siga durmiendo—  Charles Leclerc, despierta—  termino gritando, provocando que por fin me haga caso.

— ¿Qué pasa, barbie? ¿Estás bien?  ¿Los rayitos?— pregunta, su voz ronca por el sueño interrumpido.

— Necesito un sándwich de mantequilla de maní con pepinillos.

— ¿Qué? — se sienta en la cama, mirándome como si hubiera perdido la cabeza.

— Tengo antojo. De un sándwich. De mantequilla de maní. Con pepinillos. — repito, subrayando cada palabra como si fuera obvio.

Charles me observa por un momento, como si estuviera decidiendo si reír o llorar. Opta por lo segundo.

— Barbie, son las dos de la mañana. No puedes esperar hasta el desayuno, ¿o al menos hasta que salga el sol?.

— No, no puedo esperar. Mis hijos, tus hijos están demandando esto ahora. ¿Vas a negárselo?

Suspira profundamente y se frota la cara con las manos.

— Está bien, está bien. Iré a ver si tenemos todos los ingredientes, has comido mucho, quien sabe, si ya te los acabaste— lo miró fijamente.

— Por si aún no te has dado cuenta— señalo mi vientre abultado— estoy embarazada, no de uno, sino de dos, como mucho.

— Si lo tengo claro pero sin ofender barbie, cuando no lo estabas igual comías mucho— dice con una sonrisa traviesa, y antes de que pueda detenerme, agarro una almohada y se la tiro.

Por supuesto, él lo esquiva con la habilidad de un piloto de F1.

— Solo ve por mi comida, Leclerc.

Mientras él desaparece en la cocina, yo me acomodo en la cama, abrazando la almohada.

Después de lo que parece una eternidad, regresa con el sándwich en un plato. Me lo entrega y noto inmediatamente que algo falta.

STYLE                                                        [[CHARLES LECLERC]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora