༄ Quimera de un club de campo.

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au actual. Escuchar Chemstrail Over The Country Club si desean más emotividad. Me base en esta canción para escribir gran parte del OS. :D

Sanemi Shinazugawa estaba acostumbrado a una vida de caos y adrenalina. A sus 21 años, era conocido en la universidad no solo por su habilidad en meterse en problemas y siempre salir victorioso, sino también por su presencia magnética y su actitud desafiante. Sin embargo, el desorden que solía rodear su vida estaba a punto de encontrar un contraste inesperado.

En un rincón apartado de la ciudad, se encontraba el Country Club, un lugar que parecía sacado de otro tiempo. Su ambiente sereno y sus paisajes perfectos eran el antídoto a la frenética vida urbana. Fue allí, en una de las tardes soleadas, cuando Sanemi conoció a [T/N].

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[T/N] era una joven de 22 años con una elegancia tranquila que contrastaba con la vida de Sanemi. Estaba en el club por razones que poco tenían que ver con el bullicio de la vida universitaria y más con la paz que encontraba en sus jardines. Su familia la había llevado a vivir en ese enclave como una forma de escapar del ruido de la ciudad y de las expectativas que la rodeaban. A menudo, se la veía paseando por los senderos florales del club o sentada en el muelle que se extendía sobre un lago tranquilo, absorta en un libro o en sus pensamientos.

Sanemi, en contraste, se había unido al club de forma casi accidental, tras un desafío de amigos para una partida de basket. Su entrada al club fue notoria, con su forma despreocupada y su estilo que rompía con la formalidad del lugar. La primera vez que se encontraron, Sanemi estaba estirado en una de las tumbonas del club, completamente desinteresado en el ambiente elegante que lo rodeaba. [T/N] estaba cerca, sentada en una de las mesas con una copa de limonada, observándolo con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

—¿De verdad tienes que estar aquí así? —preguntó [T/N] con una sonrisa irónica mientras Sanemi estiraba las piernas sobre el respaldo de la tumbona.

—¿Y qué hay de malo? —respondió Sanemi, alzando una ceja con desdén. — ¿No se supone que los clubes como este están para relajarse?

[T/N] se rió, sacudiendo la cabeza. —Quizás, pero no creo que ese sea el tipo de relajación que tienen en mente.

Pese a sus diferencias, había algo en la forma en que [T/N] lo miraba que hizo que Sanemi se sintiera más intrigado que molestado. Empezaron a intercambiar palabras de manera casual, primero sobre trivialidades, luego sobre temas más profundos mientras paseaban por los jardines del club.

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A medida que pasaban las semanas, Sanemi comenzó a buscar excusas para ir al club. Aunque sus amigos se reían de su nuevo interés, él no podía evitar sentirse atraído por la tranquilidad y la belleza del lugar, y, sobre todo, por la compañía de [T/N]. Ella, por su parte, empezó a encontrar en Sanemi un tipo de emoción que no había experimentado en el entorno ordenado y predecible del club.

—¿Por qué vienes aquí tan a menudo? —le preguntó un día [T/N] mientras caminaban junto al lago.

Sanemi se encogió de hombros. —No sé, tal vez porque me has hecho ver que hay más en la vida que solo peleas y fiestas. Y este lugar... —miró alrededor, con una expresión de asombro genuino— ... tiene algo especial.

[T/N] sonrió, apreciando la sinceridad que Sanemi ocultaba bajo su fachada dura. —Este lugar también me ha enseñado cosas. Aunque a veces, parece tan alejado de mi vida en la ciudad que se siente como un sueño.

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La relación entre Sanemi y [T/N] se fue desarrollando de manera natural. Sus encuentros en el club se volvieron cada vez más frecuentes, y los dos encontraron en sus conversaciones una forma de escapatoria a las presiones de sus respectivas vidas. A pesar de sus diferencias, Sanemi empezó a abrirse a [T/N] sobre su pasado y las razones por las que se había refugiado en el desorden.

Una tarde, mientras paseaban por un sendero florido, [T/N] se detuvo y miró a Sanemi con seriedad. — Hay algo que necesito decirte.

Sanemi la observó, su expresión preocupada. — ¿Qué pasa?

—No quiero que pienses que estoy buscando cambiarte o que espero que te conviertas en algo que no eres. Solo... —dudó por un momento— ... quiero que sepas que valoro lo que tenemos. No quiero que esto sea solo una quimera que se desvanece.

Sanemi la miró fijamente, su corazón latiendo con fuerza. — No tengo idea de cómo, pero contigo, todo esto se siente real. Y quiero intentarlo. Quiero que esto no sea solo un sueño.

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Sanemi tomó una decisión audaz. Le propuso a [T/N] mudarse a un pequeño apartamento cerca del club. Era un lugar modesto pero acogedor, que contrastaba con el lujo del Country Club, pero que representaba una nueva etapa en sus vidas. Ambos comenzaron a construir una vida juntos, equilibrando la calma del club con las partes caóticas de su existencia.

Sin embargo, la vida de Sanemi seguía teniendo sus complicaciones. Una noche, en una fiesta universitaria, Sanemi, embriagado por el alcohol y rodeado de admiradoras, acabó enredado con una mujer que siempre andaba coqueteándole. Despertó al día siguiente en un estado de confusión, sin recordar mucho de lo sucedido pero sabiendo que la había cagado a niveles estratosféricos.

Cuando [T/N] descubrió la situación, se sintió traicionada y decidió dejar el apartamento temporalmente. Sanemi, devastado por su partida, pasaba las noches esperando en la entrada de su departamento compartido, montado en su moto, con la esperanza de verla regresar.

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Sanemi, decidido a no perderla, la buscaba cada noche con su moto. Su amor y arrepentimiento eran palpables mientras esperaba en la entrada del campus, intentando desesperadamente ganar su perdón.

Se presentó una vez más, con una promesa de redención en sus ojos. Sabía que había mucho que reconstruir, pero no estaba dispuesto a rendirse.

—Por favor, [T/N], dame una oportunidad para demostrarte que puedo ser diferente —le rogó bajo las estrellas—. Estoy dispuesto a luchar por ti, no solo en la arena de una pelea, sino en la vida misma.

[T/N] lo miró, sus ojos llenos de lágrimas y de indecisión. — No puedo olvidar lo que pasó de inmediato, Sanemi. Pero ver cuánto estás dispuesto a luchar por nosotros me da esperanza.

A pesar de sus esfuerzos, Sanemi y [T/N] enfrentaron momentos difíciles. La confianza rota requería tiempo para sanar, y las noches en que Sanemi esperaba en la entrada de la casa de [T/N]  con su moto se convirtieron en símbolos de su compromiso.

El final de su historia no fue un cuento de hadas, sino una dura realidad de amor y lucha. A través de la tormenta, Sanemi y [T/N] aprendieron que el amor verdadero no se trata solo de momentos felices, sino también de enfrentar juntos las adversidades y construir algo que valga la pena.

Aunque el camino no fue fácil, ambos encontraron una forma de sanar y continuar, con la esperanza de un futuro más brillante, juntos.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐒𝐇𝐈𝐍𝐀𝐙𝐔𝐆𝐀𝐖𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐄𝐌𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora