༄ Sombras de decepción.

252 35 1
                                    

La tarde avanzaba con un aire de tensión en la habitación oscura donde Nezuko, dentro de su caja abierta, observaba todo en silencio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La tarde avanzaba con un aire de tensión en la habitación oscura donde Nezuko, dentro de su caja abierta, observaba todo en silencio. Sus ojos demoníacos, brillantes y fieros, miraban con desdén hacia Sanemi, quien permanecía a su lado con los brazos cruzados, desafiando la situación. Las marcas rojas en el suelo, rastros de su sangre utilizada para provocar a Nezuko, apenas comenzaban a secarse, y el ambiente estaba cargado de incertidumbre.

Tanjiro se encontraba de pie, respirando con dificultad después de haber golpeado a Sanemi, mientras Nezuko, aunque enojada, mantenía su compostura. Pero justo cuando la situación parecía estabilizarse un poco, una nueva presencia entró en la sala con pasos apresurados: [T/N].

—¡Sanemi Shinazugawa! —la voz de [T/N] resonó en el espacio, cortante como un latigazo.

Sanemi levantó la mirada de inmediato, sorprendido. No la había escuchado llegar, y cuando la vio, su estómago se tensó de una manera que no era habitual en él. Sabía que estaba en problemas, pero la expresión en el rostro de [T/N] lo desarmó por completo.

—¿Qué demonios hiciste ahora? —preguntó ella, su tono cargado de ira y desaprobación.

[T/N] se acercó rápidamente, su mirada oscura posándose tanto en Sanemi como en la caja donde Nezuko permanecía, con la tapa apenas abierta. Nezuko, que hasta ese momento solo había estado frunciendo el ceño, miró con interés a [T/N], aunque su expresión de disgusto hacia Sanemi no cambió ni un ápice.

—¿De verdad intentaste provocarla? —[T/N] se plantó frente a Sanemi, su voz llena de incredulidad y enojo—. ¿Es que no tienes ni un poco de sentido común?

Sanemi frunció el ceño, su orgullo herido luchando por mantener una postura defensiva.

—Es un demonio, [T/N]. ¡No puedes esperar que confíe en ella como si no fuera un peligro para todos nosotros! —respondió él, levantando la voz. Sin embargo, en su tono había una ligera vacilación, un reconocimiento interno de que había cruzado una línea que no debía.

—No se trata de confiar ciegamente —replicó [T/N], con los ojos chispeantes de furia—. Se trata de dar una oportunidad, de mostrar un mínimo de respeto. ¡Atacaste a Nezuko cuando ni siquiera te había dado una razón para hacerlo!

Sanemi apretó los puños, su mirada girando hacia la caja de Nezuko, quien continuaba observándolo con el ceño fruncido. La pequeña demonio no hacía ningún movimiento amenazante, pero sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y molestia que claramente decía: Te estoy observando, y no me gusta lo que veo.

—Ella no es como los demás demonios, Sanemi —continuó [T/N], su voz bajando un poco, pero manteniendo la firmeza—. Nezuko ha demostrado que puede controlar sus instintos. ¿Por qué no puedes aceptar eso?

Sanemi resopló, desviando la mirada. No podía soportar el juicio en los ojos de [T/N]. A pesar de su habitual dureza, había algo en ella que siempre lograba hacerle sentir vulnerable, y en este momento, estaba completamente expuesto.

—No puedo arriesgarme —dijo en voz baja, aunque su tono sonaba más a una excusa que a una justificación real.

—¿Arriesgarte? —[T/N] lo miró como si no pudiera creer lo que estaba escuchando—. ¡Lo único que has hecho es demostrar que estás más cegado por tu odio que por la lógica! Nezuko no merece este trato. ¿Qué crees que Tanjiro siente al verte tratar así a su hermana?

Sanemi guardó silencio. Tanjiro, a su lado, mantenía una expresión de dolor y frustración, pero también un atisbo de esperanza en los ojos mientras escuchaba a [T/N] defender a Nezuko. Sanemi sabía que no tenía una buena respuesta, y eso lo irritaba aún más.

—Esto no se trata solo de demonios o cazadores —prosiguió [T/N]—. Se trata de lo que es correcto y justo. No puedes ir por ahí atacando a quienes no se defienden solo porque tienes una opinión sesgada.

Sanemi, por primera vez en ese día, no pudo replicar. La culpa comenzó a hundirse en su pecho, mientras observaba la cara severa de [T/N], que lo miraba con desilusión. Sabía que ella no le perdonaría esto fácilmente.

Nezuko, aún en su caja, lanzó un pequeño gruñido, como si estuviera respaldando silenciosamente las palabras de [T/N]. Sanemi la miró de reojo, y por un instante, se dio cuenta de que, a pesar de todo, la pequeña demonio no había respondido a sus provocaciones con violencia, algo que en el fondo le sorprendía.

[T/N], finalmente, dejó escapar un suspiro cansado, pero no por eso menos lleno de decepción.

—No puedo creer que hayas hecho algo tan bajo, Sanemi. Te creía mejor que esto.

Las palabras fueron como una daga en el pecho de Sanemi. Apretó los dientes, luchando contra la creciente sensación de arrepentimiento, pero era incapaz de encontrar una manera de arreglar la situación en ese momento.

Mientras el silencio volvía a instalarse en la habitación, Nezuko se acomodó dentro de su caja, cerrando lentamente los ojos, aunque no sin antes lanzar una última mirada fulminante a Sanemi. Ella, al igual que [T/N], no lo perdonaría tan fácilmente.

Sanemi, por su parte, permaneció inmóvil, escuchando el eco de las palabras de [T/N] resonar en su cabeza. Sabía que había cometido un error, pero también sabía que recuperarse de ese error no sería una tarea fácil, especialmente con [T/N] viéndolo ahora con ojos de reproche.

—Lo arreglaré... —murmuró en voz baja, apenas lo suficientemente fuerte como para que [T/N] lo escuchara mientras se agachaba para poder hacer una reverencia de disculpa.

Ella lo miró una última vez, con una mezcla de esperanza y decepción en sus ojos, pero no respondió. No ahora.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐒𝐇𝐈𝐍𝐀𝐙𝐔𝐆𝐀𝐖𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐄𝐌𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora