༄ Confesiones interrumpidas.

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இ au' escolar

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au' escolar.

 

Era un día normal en la escuela, con el sol brillando y los estudiantes riendo en los pasillos. Sanemi Shinazugawa, el chico popular y musculoso del instituto, se encontraba en su último año. En su interior, un tumulto de emociones lo consumía, especialmente cuando pensaba en [T/N], la chica que había robado su corazón desde el primer año.

A pesar de su carácter brusco, él sabía que debía confesarle sus sentimientos, pero cada vez que se armaba de valor, algo interrumpía su momento.

Primer intento.

Después de clases, Sanemi la vio en el jardín de la escuela, sentada en un banco, con un libro en las manos. Su corazón latía con fuerza. —Este es el momento —pensó. Se acercó decidido.

—Hey, [T/N] —dijo, intentando sonar casual.

—Hola, Sanemi —respondió ella, levantando la vista del libro.

—Quería hablarte sobre algo importante... —comenzó, pero justo en ese instante, un grupo de chicas que lo seguían empezó a gritar su nombre.

—¡Sanemi! ¡Ven aquí!

Él se dio la vuelta y, frustrado, miró cómo las chicas se acercaban. —Lo siento, tengo que irme —dijo, sintiendo cómo la oportunidad se le escapaba.

Segundo intento.

Al día siguiente, decidió que era hora de intentarlo de nuevo. Durante el almuerzo, se sentó frente a [T/N] en la cafetería. Ella estaba riendo con sus amigas, y eso le dio un impulso de confianza.

—[T/N], realmente necesito decirte algo —comenzó, pero justo cuando iba a continuar, el ruido de una bandeja cayendo resonó en la sala. Inosuke, su amigo impulsivo, había hecho un desastre al intentar servirse.

—¡Mira lo que hice! —gritó Inosuke, causando que todos se giraran a verlo.

—Inosuke, ¡eres un desastre! —exclamó Tanjiro, tratando de ayudarlo a recoger.

Sanemi soltó un suspiro. —Esto no va a funcionar...

Tercer intento.

El viernes, después de clases, Sanemi decidió que no había más excusas. Iba junto a sus amigos hablando del tema.

—¡Vamos amigo!¡A la tercera va la vencida, ya verás!—Lo animó Rengoku golpeando varias veces su espalda con intención de consolarlo—.

—Es increíble cómo siempre te interrumpen.—Murmuró Iguro negando con la cabeza.—Es como si el universo estuviera ensañado contigo y quisiera molestarte cada vez que puede.

Sanemi bufó resignado luego de aquellas palabras. Realmente, su amigo tenía parte de razón. Levantó la mirada del suelo y es ahí cuando la vio en el pasillo, a punto de salir. Tenía que hacerlo. Se acercó con el corazón en la garganta dejando a sus amigos atrás.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐒𝐇𝐈𝐍𝐀𝐙𝐔𝐆𝐀𝐖𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐄𝐌𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora