༄ Cita de Sanemi.

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Sanemi siempre había sido malo con las palabras. Para él, mostrar afecto era algo incómodo, y eso no era un secreto para nadie, mucho menos para [T/N]. A pesar de su actitud tosca y sus pocas muestras de cariño en público, ella lo adoraba. Siempre le decía que lo amaba tal como era, y aunque sabía que él no era el tipo de hombre que iba a llenarla de palabras dulces, no le importaba.

Para ella, el simple hecho de estar juntos ya era suficiente.

Aquel día, sin embargo, algo iba a cambiar en la forma en que Sanemi veía su relación.

Era una tarde tranquila, y Sanemi estaba con sus amigos, Tengen, Rengoku y Giyu, en una de las bancas del campus. Estaban hablando de trivialidades, pero las risas resonaban en el aire. Cerca de ellos, Mitsuri, Shinobu y [T/N] estaban sentadas bajo un árbol. Sanemi no prestaba mucha atención a lo que decían, pero entonces, la voz de Mitsuri se hizo más clara.

—¡[T/N], tienes suerte de estar con Sanemi! —decía Mitsuri alegremente—. Pero dime... ¿no te gustaría que fuera un poco más romántico? Siempre es tan serio.

Sanemi frunció el ceño, sintiéndose ligeramente incómodo al escuchar su nombre en la conversación. De repente, todo su enfoque estaba en lo que estaban diciendo las chicas, aunque fingiera no prestar atención.

Shinobu, con su tono irónico, añadió: —Debe ser un desafío. Con lo poco expresivo que es, ¿no te desespera un poco?

Sanemi sintió cómo su rostro se calentaba, pero lo que vino después fue lo que realmente lo golpeó.

—Bueno... —[T/N] sonrió, pero hubo un destello de duda en su voz—. La verdad, me gustaría que Sanemi me mostrara más amor a veces. No necesito que cambie, porque lo amo así, pero... no estaría mal que fuera un poco más cariñoso de vez en cuando.

El mundo de Sanemi se detuvo por un segundo. [T/N] estaba hablando en serio. No era algo enorme, pero ella realmente deseaba que él fuera un poco más abierto con sus sentimientos. Sintió un pequeño nudo en el estómago. No quería que ella pensara que no la amaba. ¡Por supuesto que la amaba! Era solo que... ¡esas cosas eran difíciles para él!

Rengoku, que claramente había escuchado también, soltó una risita divertida y le dio un codazo.

—Parece que necesitas mejorar tus habilidades románticas, Sanemi —le dijo entre risas, claramente disfrutando de la incomodidad de su amigo—. ¿Qué tal si la llevas a una cita sorpresa? ¡Algo especial!

Tengen asintió exageradamente, con esa sonrisa de confianza que siempre llevaba. —¡Exacto! No puedes permitir que una chica como [T/N] piense que no te importa lo suficiente. Tienes que hacer algo grande, algo que la deje sin aliento. ¡Las mujeres adoran esas cosas!

Sanemi bufó, nervioso y ya irritado por la conversación. —¿Y qué demonios se supone que tengo que hacer? —preguntó bruscamente, mirando a sus amigos con una mezcla de frustración y vergüenza—. No soy bueno con esas cursilerías.

Giyu, más reservado pero igualmente interesado, soltó en su tono tranquilo: —Quizá no tiene que ser cursi. Solo asegúrate de que sepa lo que sientes. A veces, los gestos dicen más que las palabras.

Sanemi se revolvió en su asiento, molesto consigo mismo por haberse dejado arrastrar a esa conversación. Sin embargo, algo en su interior sabía que sus amigos tenían razón. [T/N] siempre lo apoyaba, siempre estaba a su lado, y aunque él no lo decía, ella merecía saber lo mucho que significaba para él.

—Tsk... maldita sea —murmuró para sí, rascándose la nuca—. Supongo que tendré que hacer algo.

Rengoku le dio una palmada en la espalda, riendo. —¡Eso es, Sanemi! ¡Planea algo bonito! Yo puedo ayudarte con ideas.

—No necesito tu ayuda —gruñó Sanemi—. Puedo hacerlo solo.

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Sanemi estaba más nervioso de lo que jamás había estado en su vida. Organizar algo para [T/N] había sido un desafío que nunca pensó que enfrentaría. A lo largo de los últimos días, había pasado noches sin dormir, pensando en qué demonios hacer. No quería que pareciera algo forzado, y lo peor de todo era que no sabía si iba a ser suficiente.

Sin embargo, había terminado organizando una cita sorpresa en un café acogedor en Shibuya, uno que Mitsuri le había mencionado alguna vez como un lugar perfecto para parejas.

Estaba de pie frente al espejo, vistiendo una camisa más formal de lo habitual, sintiéndose incómodo en su propia piel. Se veía bien, claro, pero cada segundo que pasaba lo hacía sentir más y más como un idiota.

Finalmente, llegó el momento de buscar a [T/N].

Cuando llegaron al café, [T/N] lo miró sorprendida. —Sanemi, ¿tú... planeaste todo esto? —preguntó, sonriendo mientras miraba a su alrededor.

Sanemi sintió un cosquilleo en el estómago. —Tsk... no es gran cosa —dijo, cruzando los brazos para esconder su nerviosismo—. Solo pensé que... te gustaría o algo.

[T/N] sonrió, tocándole el brazo suavemente. —Me encanta, Sanemi. Es perfecto.

Pasaron el resto de la tarde hablando, algo que rara vez hacían con tanta tranquilidad. Sanemi, aunque torpe al principio, poco a poco fue relajándose. [T/N] lo hacía sentir más a gusto. Mientras la escuchaba reír y hablar de cosas triviales, no podía evitar sentir su pecho llenarse de una calidez que no solía admitir. Sabía que sus gestos rudos no eran suficientes para demostrarle cuánto la amaba.

En un momento, [T/N] lo miró con dulzura. —Sanemi... gracias. Sé que esto te da mucha vergüenza, pero aprecio que lo hayas hecho por mí.

Sanemi sintió cómo sus mejillas se calentaban, y se maldijo internamente por no saber cómo manejar esas situaciones. Desvió la mirada, nervioso.

—Tsk... ya te dije que no es nada. No lo hice porque tú lo pediste o algo así. Yo... solo quería hacerlo.

Ella soltó una pequeña risa, pero se inclinó hacia él, besándolo suavemente en la mejilla. —Me encantas tal como eres, Sanemi. Pero me hace feliz que te esfuerces por demostrarme lo que sientes. Aunque no lo digas, sé que me amas.

Sanemi respiró hondo, su corazón latiendo rápidamente. Se giró hacia ella, mirándola directamente a los ojos. Era torpe, siempre lo sería, pero sabía que debía decir algo.

—Claro que te amo, idiota —dijo, su voz baja pero firme—. Solo... no soy bueno en esto. Pero voy a seguir intentándolo, ¿vale? Porque tú eres lo más importante que tengo.

El silencio que siguió fue cómodo, lleno de comprensión. [T/N] lo abrazó suavemente, y Sanemi sintió que, por una vez, tal vez estaba haciendo las cosas bien.

—Eso es más que suficiente, Sanemi —susurró ella contra su pecho, sonriendo.

Y por primera vez en mucho tiempo, Sanemi se permitió relajarse, sabiendo que no tenía que ser perfecto para hacerla feliz.

Estar a su lado, a su manera, era todo lo que ella necesitaba.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐒𝐇𝐈𝐍𝐀𝐙𝐔𝐆𝐀𝐖𝐀 𝐒𝐀𝐍𝐄𝐌𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora