OCHO

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No paso mucho para que la campana sonará.
Recogimos un par de cosas del suelo y las metimos a la casa. La tensión en el aire se respiraba, te abrazaba como una honda de calor sofocante.
Estaba oscureciendo pronto, el viento soplaba fuerte con un brisa húmeda.
El momento había llegado y ambos lo sabíamos.
Terminé de recoger el resto de las cosas, me frote las palmas en mis pantalones antes de salir de la casa con paso lento. Me senté en la acera detrás de la casa en dirección a la Arboleda.
Sentía como mi estómago se desplomaba al suelo, mi corazón latía fuerte y me preparaba para lo que fuera a ocurrir.
Paso un rato cuando sus pasos brotaron detrás, de dejó caer a mi lado. Analice su expresión por el rabillo del ojo.
-¿Jonathan? -comenzó con la voz apagada-. Sabes que las cosas están mal, ¿cierto?
Me volví a él para mirar lo a los ojos.
-No, en realidad no me di cuenta de cuando fue que se acabó -respondí. Sus ojos no me miraban, se alzaban al cielo-. ¿Qué tienes que decir?
La oscuridad se hacia cada vez más intensa en ese sitio, la Arboleda era un campo negro de sombras entrelazadas una entre otra.
-Alguien está detrás de nosotros -dijo.
-¡¿Ese es el problema?! -respondí. Aunque no lo quisiera, no podía contralor lo que estaba sintiendo. Me había lastimado en esa pelea-. Porque en realidad no se cual es, ¿que te haya ocultado la nota? ¿Que te haya mentido? ¿Que tu no quieres tener sexo conmigo?
Suspiré con un sollozo.
-¡No quiero que nadie te haga daño! ¡No voy a esperar a ver qué es lo que ocurre si no hacemos caso de la nota, la última vez casi te pierdo! -soltó. Me miro fijamente.
-¿Ya te rendiste? -le pregunte-. En ese caso, hubiera dejado que mi padre hiciera contigo lo que él quisiera, que nos hubiera asesinado a nosotros, a los chicos, a mi, y haberme evitado asesinar a eso chicos para ahorrarnos todo esto -me apreté la cabeza con mis manos.
-No se trata de eso... -acercó su mano a la mía.
Me aleje de un salto y me soy se de pie frente a él.
-¡Yo también me rindo! ¡Quiero terminar lo que sea que tengamos! -Apreté mi mandíbula. Me costaba respirar de manera normal.
-¡Jonathan! -sus ojos miraron mi rostro, descendió al suelo y volvió a mis ojos-. ¡Eres mío! ¡Yo soy tuyo!
-Voy hacerte lo más fácil, sigue con tu vida, y yo con mía. Al fin que no importa nada, por que tu ya decidiste lo que vas a hacer -Frote mis manos en el pantalón-. Ya se que te vas de la Huerta, ya se que pensabas dejarme otra vez...
-No es así, yo solo estaba buscando las alternativas para mantenerte a salvo -su voz iba en aumento al tono normal.
-No importa nada, ya, esto se acabó, es lo mejor para ambos -le dije.
-¿Estás seguro de que es lo que quieres? - me miro buscando una respuesta automática en mi expresión.
-Si -asentí con fuerza.
Se puso de pie sobre la acera y sin decir nada más se alejo de aquel sitio.
El golpeteo de mi corazón fue tan fuerte, un mareo.
Un enorme dolor me atravesó el pecho y me deje caer hacia atrás. Respire profundo mientras una sensación de hormiguero me recorría las palmas de mis manos.
Me arrastre por el suelo por que mis piernas no respondían adecuadamente.
Entonces, surgieron unos pasos, fueron tan cerca, aunque estaba demasiado abrumado para mirar.
Me pregunté quien podría estar cerca de aquí a esta hora. Ya había terminado el trabajo y... Brayden. Había quedado con el para continuar el trabajo de Historia. Seguro que no había pasado tanto tiempo tiempo.
Los pasos recorrían el césped y la maleza, me alarme por que no provenían del lado de la casa, venían detrás de mi.
De pronto, la sombra delineada de una persona apareció por la izquierda.
El pánico me atacó y me paralizó. Me hizo recordar a las sombras de mis pesadillas.
El escalofrío me hizo volver a temblar y me apresure a moverme, cuando me di cuenta, la sombra cobro vida y se lanzó sobre mi.
Tenía la cara tapada con un pasamontañas, sudadera oscuro y pesaba como una roca.
Intente moverme como me era posible, lance puños en todas direcciones, el aturdimiento estrujaba mi cabeza y parecía que estaba en alguna de mis pesadillas.
Me moví rápidamente, nos giramos sobre el suelo, me impulse con las piernas. La adrenalina me zumbo los oídos y sentí como me eche a correr a toda la velocidad que mis piernas podían. Di unos saltos y me percaté de que estaba dirigiéndome a la dirección contraria cuando los troncos pasaron velozmente a mi lado. Me había adentrado a la arboleda pero no intenté detenerme.
Sentía que estaba detrás de mi pisando mis talones, estaba tan asustado que no pensaba nada más que correr.
El corazón me latía al mil y amenazaba con saltar de mi pecho. Luego, la respiración me fallo, mis piernas se hicieron torpes, se enredaron en algún pastizal, di tras pie para ir directo al suelo en un golpazo.
La cabeza me daba vueltas, no tenía fuerza para continuar, la cabeza me giraba.
No lograba ver nada en la oscuridad profunda, las figuras borrosas eran confusas y podía pensar que era cualquier cosa. Me dolía la cabeza, el mareo se agudizaba nublando me más la vista y mi mente. El ardor en el pecho y el dolor palpitaba, como si pudiera tocarlos.
Los oídos no respondían adecuadamente y no escuchaba nada. Un zumbido.
Intenté moverme, la hierba picaba y solo conseguir chocar con el tronco de un árbol junto a mi.
La oscuridad me envolvía despacio...

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora