TREINTA

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- No estoy segura de a que hora regresare. Mark quiere ir a cenar, pasara por mi a las... Diablos ya son las siete -Mi madre se pinto los labios rojos y se miró al espejo por enésima vez.
Estaba sentado en la orilla de la cama en su habitación bajo la pila de vestidos y ropas, los zapatos regados por el suelo y el cuarto olía a miles de cosas. Lavanda, crema de vainilla. Quizá, a maquillaje, y a jabón. Se cambio los aretes y se miró otra vez.
-Deje pollo frito para que lo calientes, o... Hay un poco de ensalada -me dijo con los ojos desde el espejo.
-Mamá, te ves fabulosa, de verdad, y si no le gustas es un idiota -puse los ojos en blanco-. Me voy a acostar temprano, tal vez mire una película y ya, no lo sé.
La bocina del auto sonó afuera y ella salto del susto.
-De acuerdo, cualquier cosa me llamas.
Tomó su bolsa y se la colgó al hombro, se baño en perfume otra vez, luego nos encaminamos hasta la entrada principal, me dio un beso en la mejilla y luego me abrazo. Salió despacio con los tacones y se subió al auto. Mark tocó la bocina y agite la mano para despedirlos. Cerré la puerta con llave.
Fui hasta la cocina, prepare palomitas de maíz en el microondas y me tumbe en el sofá con la manta hasta las piernas, el tazón de palomitas en las piernas y un vaso de té helado negro de limón a un costado.
Había una película de ciencia ficción, estaba interesante y emocionante.
Fueron como veinte minutos cuando llamaron a la puerta. Deje todo encima de la mesita y luego me envolví con la manta para ponerme de pie y encaminarme. Hacía frío, demasiado quizá y estaba lloviendo.
Abrí la puerta y Brayden traía capucha de la sudadera sobre su cabeza, estaba mojado.
-¡Diablos! -soltó- ¿Porqué tardas tanto?
Se pego un poco hacia la entrada para cubrirse del viento húmedo que se agitaba con demasiada fuerza. Deje la puerta entrada libre para que se metiera.
Cerré y me quede de pie mirándolo.
Se sacó la sudadera y la arrojó al piso. Traía una playera negra debajo, se sacudió el cabello y luego se volvió hacia mi.
-Estoy seguro que jamás me podré acostumbrar a esto -alzó los hombros y se limpio la nariz con el dorso de su mano izquierda.
-¿Estás bien? -camine un poco y me fui directo al sofá.
Sentí como me siguió con la mirada. Me senté y me cubrí de nuevo con la manta. El seguía de pie mirando a todas direcciones.
-Ven -le ordené. Señale a mi costado en el sofá.
Camino despacio y se dejó caer,luego me miro por el rabillo del ojo. Extendí la cobija hasta cubrir sus piernas.
-Puedes quitarte los zapatos si quieres -le dije.
Se quito el calzado y luego flexiono las piernas, la dejo dentro de la cobija. Su rodilla se pego a la mía.
-¿Cuando te quitaron el yeso? -mire su mano libre.
-Esta mañana. Creí que jamás sucedería, de verdad es un fastidio -Movió su mano por encima de la cobija, paso por su rodilla y toco la mía-. Mamá fue a llevar a Molly a casa de mi Padre, quizá llegue por la madrugada o quien sabe. No quería estar solo -se volvió hacia mi. Lo Observé, y sus ojos tenían un brillo muy extraño, no estaba seguro de que era.
-Mamá salió a cenar con Mark, también estoy solo. Me hubieras dicho, pudimos haber ido al cine.
-No tengo dinero, no podría invitarte al cine -me dijo. Bajo la mirada un momento y luego miro la pantalla.
-No tienes que invitarme, no es necesario...
-Ya. Pero, la verdad es que había pensado en hacer algo para ti, se que va a sonar muy estúpidamente cursi, pero, quería llevarte a cenar o al menos prepárate la cena -sonrió y luego agitó la cabeza.
-No me importa que suene cursi, es estúpidamente cursi, lo admito, pero no me importa.
-Yo se que no te importa Jonathan, pero, yo jamás había pensado en hacer algo como eso. Hayley, nosotros teníamos una relación donde no importaba nada de eso, estar juntos era suficiente, lo que sentíamos y como lo sentíamos. Nos entendíamos muy bien sin necesidad de ese tipo de detalles -me explicó-. Con Ryan era totalmente diferente, nuestros encuentros siempre eran secretos y la mayor parte del tiempo intentaba evitar estar cerca de él. Pero cuando lo hacía, tan sólo estar tirado junto a él, sentir la piel de su cuerpo desnudo pegado al mío, era la mejor sensación, el deseo y las ganas de quedarse así...
Analicé su expresión un momento. Me pregunté si en realidad yo necesitaba algún detalle así, nunca lo había tenido.
-No tienes nada que hacer por mi, no lo tomes como una obligación o...
-No se trata de eso -levanto una ceja-. Tan solo el hecho de que estés hablando conmigo a pesar de lo que hice.
Puse los ojos en blanco.
-¡Brayden! ¿No puedes dejarlo ir? A mi no me importa lo que pasó y lo que hiciste, no tienes que seguir pensando que me lo debes por... ¿Perdonarte? -Negué con la cabeza con fuerza, bajo la mirada y luego de dejo caer hacia atrás. Se llevó las manos a la cara-. De verdad te quiero aquí, y te quiero bien.
Se quito las manos de la cara y su mirada hostil me fulminó, se incorporo de nuevo. Estire mi brazo hasta él y luego sujete su mano fría.
-Me gusta tenerte cerca, me gusta que estés aquí. Pasaron muchas cosas antes de volver y regresar a casa te puso mal, lo entiendo, pero, yo estoy aquí. No quiero verte así, no lo hagas -dije, pero parecía que le rogaba para que se calmará.
Apretó mi mano con fuerza y luego sujeto la otra, me miro atentamente, sus ojos me observaron analizando mi expresión.
-Soy un idiota, lo se. Luego de todo el fíasco, creí que nunca pasaría nada de nada en mi estúpida vida, nada que valiera pena... Y ahora, estoy aquí, mirandote y pensando en que debo decir para no parecer un idiota, o demasiado cursi o para que te quedes conmigo -Hizo una pausa. Pero continuó casi de inmediato.
Fruncí el entrecejo y me mordí el labio.
-No puedo hacerte elegir, y jamás lo haría. He visto como Albish causa demasiadas cosas en ti -liberó una de mis mano y la llevo hasta mi mejilla, su pulgar se movió despacio por mi piel-. Tengo miedo de decirte que me gustas, de amarte y que luego él aparezca.
Una punzada me pego en el pecho y suspire. Suspiré y respire pensando que de verdad, Albish, causaba más de lo esperaba y creía, y no estaba seguro de que si volvía a verlo... Más allá de eso, yo debería estar consciente de lo que quiero.
-Quiero estar contigo - continuó-, al menos, dame una oportunidad. Te prometo que sea lo que sea, te lo diré, lo que sienta, lo que piense, antes de hacer otra locura y antes de lastimarte y perderte.
Las palmas me dudaron de un momento a otro, me puse nervioso, mi corazón latía fuerte minera miraba su rostro. Sus manos, y su cuerpo fueron hasta mi. Se acercó tanto que me sorprendí. Su rostro estaba a escasos centímetros del mío, me hice para atrás pero el estaba tan cerca de mi.
-Una vez prometí que no te iba a lastimar, y que yo nunca te haría algo como eso, pero lo hice...
-Shhh. No prometas nada, nada más que lo esta pasando justo ahora, no pienses más allá, ni siquiera más atrás de esto. Piensa en lo que va a pasar los próximos cinco minutos -susurré.
-Justo ahora quiero besarte -su nariz toco la mía y luego el cosquilleo me provocó un escalofrío.
Sus dedos se pusieron detrás de mi oído, su pulgar en mi mejilla. Mis manos estaban sudando mucho más, las sentí. Trague saliva y luego mire mi reflejo en sus ojos.
-Aquí, mírame, besame -solté.
Sus labios se cerraron con los míos, me estremecí, me aplastaron de pronto. Su aliento caliente me envolvió la garganta, y la sensación me hizo temblar, sus labios se movían con fuerza, estaba devorando me la boca. El cosquilleo se movió, por mi paladar, y se movió como una sensación bien clara, mi estómago también la sentía. Su otro brazo se movió por mi espalda y ascendió con sus dedos tocándome la columna, luego paso por mi nuca y me empujó con delicadeza.
Sentí que me faltaba el aliento mientras el suyo se apoderaba del mío, su lengua buscaba la mía, y con la punta recorrió esta. Mis brazos estaban quietos en alguna parte del espacio. Su cuerpo se pego al mío, su pecho me empujó hacia atrás y sus manos sostuvieron mi cabeza.
Intente sentir donde se encontraban mis brazos, cuando lo supe, los deslice despacio por su espalda, las yemas de mis dedos pasaron despacio y su cuerpo tembló, se sacudió de pronto.
Me provocó un escalofrío al mismo tiempo que a él.
El cosquilleo y el escalofrío me provocaron una sensación de alivio y de felicidad, era una sensación muy extraña, agradable y extraña. Rodeé con mis brazos por su cuerpo y lo apreté contra mi.
Abri los ojos y me encontré con los suyos. Sus labios se despegaron y luego dijo.
-¿Ocurre algo? -entorno la mirada.
Negué con la cabeza.
Quería quedarme así. Deseaba tan intensamente quedarme con él así por un buen rato. No necesitaba más que un momento para tenerlo eternamente. Sentir sus labios para volar despacio, una caricia y un montón de sonrisas. Estaba brotando de mi, la sensación de derrumbarme, a la vez, también pensaba que si el quería estar conmigo de verdad, el no me iba a abandonar. Quizás, el no me iba a dejar al primer indicio de peligro.
Debía ser lo mejor, esto es por que decidí terminar las cosas con Albish, continuar con nuestras vidas lo mejores posible. Había compartido muchas cosas con él, estábamos unidos por algo que quizá fue suerte y desgracia, pero, el dijo que no iba a luchar.
Lo que más me preocupaba es que siguiera existiendo un pequeña posibilidad en mi de que el regrese.
Se acercó a besar mi frente. Sonrió y entré cerro los ojos.
-¿Acaso estas pensando en como llevarme hasta tu cama? -Soltó una carcajada.
-No, creo que tu vendrías por ti solo...
-Por ti iría al infierno y de regreso, ahora estás consciente de que no estoy bromeando.
Me dio un pequeño beso, dejo caer la cabeza sobre mi hombro y se quedó quieto un momento.
-¿Quieres cenar algo? -le pregunte.
Asintió como pudo.
-Si, señor -agitó su cabeza con los ojos cerrados.
Me apoye con los codos y me levanté con el encima, aún así, el no se movió. Se dejo caer hacia un costado del sofá y yo me levante.
En la cocina saque la Wafflera de una de las puertas. Tomé el paquete de Waffles y me puse a calentarlos. Fui hasta el refrigerador.
Me senté en la barra con cuchillo y una tabla de cortar, hice pedazos unas fresas, manzanas y plátanos.
Luego, saque los Wafles, un par para cada uno.
Brayden entró en la cocina, se sentó en una de las sillas altas de la barra y me observo con cuidado.
-Cuando preguntaste si quería cenar, creí que traerías leche y galletas. Pero tardaste demasiado.
Coloqué los Wafles en platos. De pronto, sentí como me sujetaba por detrás, sus brazos me envolvieron y me tomaron del pecho. Pegó su labios a mi cuello y me dio un temblor, un escalofrío y me quede paralizado.
-Gracias, eres demasiado amable, Septien -susurró contra mi cuello. Volvió a besarme.
-Lo se, soy el mejor así que será mejor que cuides bien de mi -respondí. Aunque se sentía bien, de verdad, en lo más profundo de mi ser, había una pequeña punzada que me decía que quizás, aún no debía estar seguro de querer hacerlo, lo menos que necesitaba ahora era confiar en el y que a la mañana siguiente sea como un buen sueño que comienza a desvanecerse con el paso de los minutos.
Tome los platos y el me empujó despacio hasta la orilla de la encimera, luego, se alejo y se sento. Serví un par de vasos con leche y me pegue a él en el asiento.
Le puso un poco de fruta y lo baño con miel, yo seguí con mi plato y luego corto un pedazo de su Waffle con la cuchara, la dirigió hasta mí boca e instintivamente la comí.
Lo miré extraño, no me lo esperaba. Sus mejillas se pusieron coloradas y sin mirarme, corto otro trozo que el se lo comió.
Sonreí por sus mejillas rojas y la mueca. Me acerque hasta besar su mejilla.
-El rojo te queda muy bien -solté una risita.
Corte un trozo del mio y lo lleve despacio hasta su boca, entre abrió los labios, pero me acerque hasta besarle.
Apreté sus labios contra los míos. Me despegue y le di el trozo de pan. Masticó despacio, su mirada se volvió pícara. Tomó un trozo de fresa, la paso por la miel. Paso por mis labios con delicadeza.
Luego, se acercó, y con la punta de su lengua recorrió mis labios quitando la miel.
Solté la cuchara y lo envolví con los brazos.
-¿Te quedas conmigo esta noche? -le pregunté pegando mi frente a la suya.
-Pensé que jamás me lo pedirías, en todo caso, yo te lo hubiera pedido -respondió-. Me encantaría.

Brayden se deshizo de su pantalón de mezclilla, sus ojos observaban cuidadosamente mi habitación. La verdad es que no era nada interesante. La cama al centro, la ventana por la derecha, un escritorio y silla frente a la cama. Un par de buros a cada lado de esta, mi closet y nada más que los muros blancos.
Me senté en la orilla de la cama, ya tenía puesta mi ropa floja, así que simplemente observé como deslizaba su pantalón por sus largas piernas, lo dejo sobre el respaldo de la silla. Se acercó despacio hasta mi y se sentó a mi lado.
Deslizó su mano desde mi rodilla, hasta mi cintura, subió por mi estómago, apreté la mandíbula con el cosquilleo y el temblor que me había provocado. Sujete su mano cuando llego a mi cuello. Sus ojos me recorrieron, miro mis labios esperando alguna respuesta, pero yo solo podía sentir el cosquilleo, mi corazón latiendo demasiado fuerte. Sus dedos se entrelazaron con los míos y se quedo quieta sobre mi pecho. Con la otra mano, deslizó sus dedos por mi cabello, bajo a mi oído y se detuvo en mi mejilla.
-No te asustes -dijo-. Me gusta sentir el tacto de tu piel... Sonará ridículo, pero... Aquí, juntos, tu y yo, me siento seguro. Quiero quedarme contigo, pero es todo lo que quiero hacer justo ahora -Su mirada bajo al suelo.
-No suena ridículo, no tienes que pensar que todo lo que sientes sonará ridículo. Yo, de verdad necesito que te quedes conmigo, no sólo esta noche, ni siquiera cuando despierte. Quiero que lo hagas por mucho tiempo, no quiero seguir pensando como antes, esperar que en cualquier momento te vayas...
Sus dedos cerraron mis labios repentinamente. Negó con la cabeza y se acercó a besar mi mejilla.
-Yo no soy Albish -susurró-. Te juro que estoy tan feliz de que tu mano esté sujetando la mía, yo soy quien debería rogarte por que te quedes -su aliento me pego la piel, y mi pecho sintió una agonía, o quizá, era felicidad, era algo extraño.
Asentí despacio.
Me moví hacia atrás y me recosté. El me siguió, pero se quedó quieto sobre mi pecho con los brazos alrededor de mi cuerpo. Pase mis dedos por su cabello y cerré los ojos completamente.

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