ONCE

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El domingo por la noche, regresaba de una charla con el Director, Carter. Habíamos hecho un trato sobre que estaría informándole todo lo que sucedía respecto a mi misterioso agresor. Carter me dijo que debía tener algún compañero de habitación, alguien de mis amigos o con quien me sintiera seguro. Aunque la persona que tenía en mente se había marchado de mi habitación. No estaba seguro de a quien le podía decir que fuera mi compañero.
Me metí dentro del baño. Después de ducharme, me sepille los dientes. Tomé el estuche de Primeros Auxilios y me pase el algodón con antiséptico por la pequeña herida del labio.

Observé el resto de mi rostro pálido, y la piel comenzaba a volver a su tonalidad normal.
Me metí bajo las sábanas y me dormí. Deseé con todo lo que tenía para que no volviera a soñar con Albish.
A la mañana siguiente, desperté sin querer hacerlo. No tenía ganas de levantarme, me sentía fatal.
Quería ponerme a llorar, estaba tan desesperado por que todo estaba mal. Nada era como lo soñé alguna vez.
Albish no estaba, y me mataba despacio. Alguien me seguía y me atacaba cada vez que podía.
Me apeé del colchón y me deshice de todos los pensamientos que pude.
Me enfunde en una camisa y un pantalón.
Salí con la mochila al hombro y me diriji a mi primera clase.
Anoté un par de cosas durante la clase y mire al frente sin perderme en mi mente en ningún momento. Participé un montón de veces.
Luego, me dirigí a la clase de Estadística, y con cada paso sentía como me tocaba un malestar en el pecho. No quería ver Albish, debía resignarme a él y no hacerme daño a mi mismo. Samuel tenía razón y debía buscar otro sitio.
Entré despacio en el salón, había tardado más de lo normal, porque ya casi estaban todos dentro.
Caminé por el pasillo y vi a Albish sentado en nuestro sitio. Y luego, Brayden, estaba sentado más atrás.
Albish miraba al frente, tenía los labios apretados en una línea en su rostro perfecto, su cabello parecía más dorado de lo normal, radiante , como siempre.
Pase la mirada por Brayden, me miró un momento, sus ojos inspeccionaron los míos con cautela. El cabello oscuro se alborotaba con puntas sobre su cabeza en todas direcciones.
Me quité la mochila del hombro cuando me acerque a mi sitio, respiré profundo y luego seguí caminando hasta que llegué al asiento vacío junto a Brayden.
-¿Puedo...?
-¿Sentarte aquí? -inquirió-. Claro que puedes, pero, debes estar consciente que tendrás que soportarme.
Se llevó la mano al cabello y lo alboroto aún más.
Sonreí. Y asentí.
Coloqué la mochila detrás de la silla y me acomode. Saque mis cosas y las puse sobre la mesa.
Miré por el rabillo del ojo, Brayden, estaba tarareando una canción y luego sus ojos me analizaron otra ves.
La clase comenzó casi como siempre. Me impuse a concentrarme.

-¿Cómo estás? -me sacó de mis cavilaciones en la clase.
-Hum... Bien, gracias. ¿Cómo estás tú? -Respondí por responder.
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¿Por qué decidiste sentarte conmigo? -me observó.
Sus ojos estaban muy abiertos, y cada vez que lo dejaba en mi, me analizaban un poco más. Su rostro no reflejaba ninguna expresión, simplemente me observaba con cuidado.

-Pues, no sé -Comencé a sentirme nervioso-. La verdad es que, no quería sentarme con Albish.
-Claro. No fue un golpe tan fuerte -Estiró el brazo y pasó el dorso de su mano por debajo de mi nariz, cerca de mis labios-. Deberías conseguirte un guardaespaldas.
-Lo tomaré en cuenta -Pase mi mirada al frente.
Seguí anotando lo que Philips escribía en la pizarra, de pronto. Albish volteo por encima del hombro y sus ojos me observaron.
El corazón se me quería salir del pecho, me temblaron las rodillas. Me volví despacio hacia Brayden.
-Tenemos que pintar un muro -dije.
-No me lo recuerdes -Torció el gesto. Cuando la clase terminó. Brayden salio tras de mi y camino a mi lado. Se quitó el suéter azul marino que traían puesto y se lo colgó en el cuello. Se paso la mochila en por ambos hombros. Traía una camiseta blanca estampada que le dejaba ver el cuerpo delineado.
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QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora