TREINTA Y DOS

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Recordaba muy bien el número telefónico de la casa grande. Esa casa entre los árboles y a la orilla de la playa. La casa enorme y espaciosa.
Estaba aterrado por todo esto.
Marque el número en el teléfono y me pegue este al oído. El tono sonó un par de veces.
-¿Diga? -escuche la voz de una mujer.
-Hola, ¿se encuentra... Zane Yancey? -suspire.
-¿Quien lo busca? -respondió con la voz aterciopelada.
-Soy Jonathan, Jonathan Septien -Sin darme cuenta tenía la mano sobre la cara.
-Espere un momento en línea, lo voy a verificar -dijo con el tono de voz un poco más extraño que antes.
El silencio duró unos minutos. Mi corazón estaba latiendo fuerte y el nervio en mi estómago provocaba malestar.
El sonido de la bocina me hizo estremecer.
-¿Jonathan? -la música de su voz me provocó un escalofrío.
-Albish -dije y luego sentí como el nudo me atacaba la garganta. Trague saliva e intente aclararme la garganta-. ¿Cómo estás?
-Escucha, algo muy extraño ocurrió, unos hombres entraron a mi casa, se llevaron a mi madre...
-¿Cómo estás? -me pregunto. Su voz se movió por mis oídos.
-Estoy bien, es solo que, mi madre. No se que hacer. Pensé, en si tu podías saber algo.
-Salgo para allá. ¿Donde estas? -la voz se intensificó.
-Te veo en el Motel de la autopista 48, unos kilómetros después del Autoservicio -suspire.
-¡Ahí te veo! Gracias por llamar me -colgó la bocina.
Dejé el teléfono en mis piernas y me quedé mirando al frente. Brayden me echo una mirada, y luego me quito el teléfono.
-Le diré a mi padre donde estamos -Abrió la puerta de nuevo.
-¿Por qué no lo llamas del móvil? -pregunté.
-Mi padre siempre ha dicho que no le llamemos de números móviles, así que por eso lo llamo del de la tienda -Se encaminó de vuelta a la tienda.
Cuando volvió, arranco el motor.
Me deje caer en el asiento, me aferré a él con los dedos.
Condujo por la autopista, en el carril de en medio y cuidando de no sobrepasar los límites.
Era arriesgado salir a carretera, sin licencia, con el auto de mi madre, y sabiendo que quizá alguien nos estaba siguiendo, y lo peor, veníamos de una escena fatal. Nada más que eso. La vieja historia.
Cerré los ojos y pegue la cara al vidrio entre abierto. Debía dejar de pensar en todo lo que mi cabeza soltaba, una y otra vez. Sentía un cansancio terrible, tenía que calmarme un rato antes que las cosas volvieran a ponerse mal otra vez, que se que seria de esa manera.
Condujo un par de kilómetros, giro en un sitio de comida rápida, entro hasta el fondo y se detuvo en la ventanilla. Compró un par de hamburguesas y refrescos. Siguio hasta salir y luego vi el anuncio del Motel enfrente. Cruzo el arco hasta detenerse en una oficina. Un hombre salio y señaló al fondo. Las habitaciones tenía alguna clase de cochera. Entregó un par de toallas, jabones y otras cosas.
Brayden siguio hasta el fondo del carril y giro dentro de la cochera.
Abrío la puerta de la habitación y me invito a entrar. Luego, el bajo las cosas como pudo.
En el pasillo de la entrada había un sofá, color rojo. La luz amarilla era débil. Por la derecha del sofá, estaba un cuarto con dos camas. Un mueble como buro, una pantalla y espejos.
Por la izquierda, había una regadera y un baño.
Olía a aromatizante de limón y a cloro.
Me quedé quieto en la entrada. Brayden dejo todo en el sofá, cerró la puerta de la habitación con llave y se fue directo a la regadera.
Tome una de las bolsas de comida y me puse a comer. Tenia demasiada hambre, lo sentí en mi estomago.
Me tire en el suelo a devorar la hamburguesa, le dí un mordisqueo y otro. Arranque un trozo y me lo comí. Me tomé el refresco de manzana y cuando termine me quedé ahí, quieto, de verdad satisfecho.
Brayden salió con la toalla hasta la cintura, y salte. Me colgué la toalla del sofá al hombro y fui hasta la regadera.
El agua era demasiado caliente, tuve que abrir la llave de agua fría para estabilizar.
Quería reconocer que esto estaba pasando, otra vez. El hecho era que no sabía con claridad que estaba sucediendo. Queria creerme que ella estaba bien, eso era en lo que más confiaba. También, debía estar con ella, debía estar junto a ella y saber que estaba bien, ¿Donde la habían llevado? ¿Por qué? ¿Quién? Estaba apunto de derrumbarme en la regadera, quería llorar y maldecir al viento.
Pasé la toalla por mi cuerpo cuando me seque, vi mis heridas, y agradecí que al menos no fueran graves. Veía como se formaban las marcas de mis golpes, contra la bares, y luego en la mesa. Me puse la ropa que traía y salí de regreso con la toalla secando mi cabello. Fui hasta la habitación, y el estaba en la orilla de la cama, se había terminado su hamburguesa y ahora estaba quieto.
Me miró hasta que me senté en la otra cama. Deje la toalla en un buro y me recosté mirando al techo.
-¿Estás bien? -le pregunte. Odiaba temer le a esa pregunta, pero ya no podía hacer más.
-No -respondió sin ganas.
-¿Qué ocurre? -seguí preguntando.
-Me siento muy mal. Cuando le disparé a ese hombre, arriba. Vi la cara de Ryan, sus ojos, el sonido del disparo y el cuerpo cayendo al suelo. Me paralice y me aterre -explicó. Lo dijo de manera lenta.
Gire la cabeza y lo Observé. Se limpio las lágrimas con las manos y yo me apreté el pecho. Me apoyé con los codos y me levanté. Me senté en la orilla junto a el y apreté su mano.
-No se que hubiera hecho sin ti -le dije.
Se liberó de mi mano y sus brazos me envolvieron por mis hombros. Pego su cara a la mía.
-Dijiste que necesitabas a Albish -continúe.
-Llamé a mi padre, dice que aún no hay nada sobre ella -inspeccionó mi mirada-. Esta investigando lo que puede estar sucediendo, le dije donde estábamos.
-¿Para que necesitas a Albish? -reformule.
-Lo necesito para mantenerte a salvo -su voz me hizo estremecer.
Me puse de pie liberandome de sus brazos. Camine hasta el pasillo y me detuve a mirarlo.
-No he hecho nada, no se que quieren de mi -dije. Estruje mís sesos en busca de una respuesta. Pero en realidad la única cosa que me hacía ruido era mi padre. Lo único que pensaba.
Me dolía el pecho. Saber eso ahora, solo me hacía sentir peor pensando que es lo que pude haber hecho para que me sucediera esto. Para que se llevarán a mi madre.
Se acercó hasta mi, y me sujeto de los hombros.
-Jonathan, no hiciste nada. Si te buscan es por una razón diferente -me explico. Sus manos subieron por mi cuello y luego sujeto mi rostro entre ellas.
De pronto, el teléfono comenzó a sonar. Se volvió con brusquedad y se alejo hasta el buro donde estaba. Lo sujeto y contesto.
-¿Diga? -dijo-. Esta bien.
Lanzó el teléfono en el colchón y luego me miro. Entorno la mirada y apretó la mandíbula.
-Albish esta aquí. ¿Quieres ir conmigo a su habitación?
-Voy contigo. Te acompaño -asentí.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora