DIEZ

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Después de todo, la presentación había resultado bien. Brayden se había aprendido de memoria sus líneas, pero yo, había sido un desastre. Confundí las líneas un par de veces, aunque me había favorecido el uso de ilustraciones en el papel.
Un dolor me carcomia despacio cuando veía a Albish sentado a mi lado en clase de Estadística. Estaba sumamente perfecto, como siempre. Era como si jamás hubiera pasado absolutamente nada entre nosotros, se veía tan bien. El cabello le brillaba, sus ojos Grises iluminados desde dentro y esa sonrisa.
Me hacía sentir como antes, esa atracción, el magnetismo.
Me sentía de la misma manera, como si deseara con todo lo que soy poder tocarlo, sentir su calor. Pero que no puedo, no debo hacerlo.
Algo como ese maldito sueño en el que Albish, es algo imposible de alcanzar.
El viernes, me tiré en un asiento de el comedor. La verdad es que no tenía hambre, el nudo en la garganta me provocaba ganas de ponerme a llorar. Por más que trataba de alegrías la maldita sensación de mí, Albish echaba abajo toda barrera que construía. No podía estar sentado en el mismo sitio que él, no en mi condición.
Samuel se sentó a mi lado y me examinó.
-¿Estás bien? -preguntó. Torcí el gesto, no quería contestar.
-No.
Lo miré fijamente y las lágrimas se me amontonaron. Tomé una bocanada de aire y agite la cabeza.
-Es muy difícil estar sentado junto a Albish y hacer como que no pasa nada.
Jackson se sentó en la mesa. Y nos observó.
-Jonathan, tal vez deberías cambiar de sitio. No sirve de nada que día con día te sientas así. Si no vas a hablar con él y arreglar las cosas, quizá, sea mejor intentar olvidarte de él.
Claro, lo decía tan simple.
No estaba seguro de querer hacerlo. Aunque me parecía extraño, tal vez, aun estaba totalmente seguro de lo que sucedía a mi alrededor.
Había terminado con Albish. Pero sentía en lo más profundo de mi ser, que en algún punto volveríamos a estar junto por que siempre sucedía algo parecido.
Jamás podría olvidar lo y eso era seguro. Con él descubrí una parte de mi, estuve a punto de morir en una explosión y luego el se quedo a mi lado todo el tiempo en que salí del hospital.
Me abracé el pecho cuando el dolor me atacó.
Por un momento quise salir corriendo y tirarme a la cama.
Incluso quería llamar a mamá y pedirle que me recogiera. Decirle que las cosas no iban nada bien.

En clase de Historia, me concentré en poner atención a la clase sin desviarme en mi mente. Aunque me fue difícil.
No estaba seguro de que debía hacer. Samuel tenía razón, yo solo me lastimaba, debía buscar la manera de que Albish no me lastimara tanto. Tendría que hablar con Philips para que me re ubicará en otro sitio...
-...Estoy esperando -Solis estaba de pie a mi frente a mi. Esperaba mi respuesta eso era obvio.
-¿Disculpe? -contesté.
-Siempre es lo mismo, nunca pone atención en mis clases. ¿Quiere hacerlo interesante? -preguntó.
La miré un tanto asustado.
Su mirada se desvío de mi y miro detrás, encima de mi. Mire por el rabillo del ojo y Brayden estaba con la mirada fija al frente, la música se podía escuchar, baja, pero se escuchaba.
Tenía el auricular en el oído.
-Jonathan, ya tiene un amigo para el castigo. ¡Brayden! Deme su aparato y después salga de mi clase.
Brayden se puso de pie y se quitó los auriculares y le entrego el reproductor.
-Diablos, al menos no tendré que escuchar esta estúpida clase -bufó. Cruzó la puerta y salió.
-Díganle al Director que ya conseguí quien va a pintar el muro para el periódico -me ordenó.
Tome la mochila y salí del salón. Supongo que no me iría nada bien en esa clase, jamás podía concentrarme en esa clase.
Brayden bajo las escaleras con las manos dentro de su chaqueta.
Lo seguí despacio hasta llegar abajo.
-Hey. Solis quiere que vayamos a la oficina...
-Me da lo mismo que quiera esa mujer. Espero por mi bien no volver a pisar esa clase.
Siguió caminado por el patio.
-Brayden, ¿a donde vas? -lo alcance.
-No es tú asunto -me dijo.
Puse los ojos en blanco.
-¿Siempre eres así de idiota? -le solté.
De pronto me tomó por el cuello y me estampó al muro.
-Lo que yo haga o deje de hacer es mi puto asunto, no necesito que me digas lo que tengo que hacer -sus ojos se volvieron oscuros. Un escalofrío me recorrió, estaba asustado.
Bajo la mirada despacio, me libero
-Lo siento.
-Lo siento, yo te ofendí primero -dije a regañadientes
-No pensaba lastimarte, es solo que. Esa mujer es desesperante.
-Lo sé, escucha, vamos a la oficina Principal y luego puedes irte a donde quieras -intenté parecer amable.
Brayden analizó un poco mi oferta. Era obvio que tendría más problemas sí decidía no acudir a la Oficina.
Puso ojos en blanco y asintió despacio aun inseguro.
Camine en silencio hasta la oficina Principal, donde mi última visita había sido una buena respuesta para mi.
Solis se refería a pintar un muro cerca de la entrada, además de montar unas vigas de aluminio y cristal, para acoplar un periódico. Ese seria nuestro castigo.
Maldije durante un momento, pero luego pensé que no sería tan mal, el director nos daría puntos extras por hacer ese trabajo. Lo malo, sería después de clases, ocupando tiempo de trabajo de la Huerta, además de que sería con Brayden.
En la Huerta, Elio me mostró un par de cosas que debía saber, según, me dijo que era muy importante.
Fuera lo que fuera, a mi me servía cualquier cosa, no sabia nada acerca de la Huerta, ni mucho menos algún tipo de truco.
-Trabaje unos cuantos años en una granja -me explicó-. Antes de que Papá falleciera, yo me hacía cargo de la administración, fue más que nada en apoyo, estaba haciendo todo lo posible por conseguir dinero para el tratamiento de mi padre.
Acomodo un poco la tierra con el borde de la pala.
-Lo siento -dije en voz baja.
-Mi única posibilidad era la granja, no podía ir a buscar trabajo, dejar a mamá sola en casa con papá. Después de que falleció, decimos vender la granja en su mejor época, me mudé con mi madre y decidí continuar estudiando.
-Por eso estas aquí, ¿cierto? Agradezco al cielo por que estés aquí, no se que estuviera haciendo en este momento.
-¿Cuál fue la razón por la que Albish dejo de trabajar aquí? -preguntó.
-Es complicado.
Dije tajante, no estaba seguro de querer contarle.
-Creó que podré comprender, ¿son razones personales?
Asentí despacio.
-Era mi novio -No mostró ningún tipo de respuesta, siguió haciendo su trabajo-. Él, decidió que era la mejor manera...
-Escucha, sí puedo ayudarte en algo, lo haré. No te preocupes por nada.
-Gracias.
-Ahora, porque no traes a Dan, me hace un falta un poco de ayuda aquí.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora