NUEVE

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Abrí los ojos completamente despierto.
Por la ventana de la habitación entraban los rayos de la luz del sol. Una brisa perezosa susurraba el primer aliento de la mañana en mi piel desnuda. El corazón me latía dos veces más fuerte de lo que recordaba por culpa de la estúpida pesadilla, inspire profundamente.
Intente moverme entre las sábanas que se enredaba a mis piernas mientras luchaba con el aturdimiento que persistía dentro de mi cabeza.
Apoye los codos en el colchón y me levanté despacio, con los pies bien plantados en el suelo, sentía que mi realidad se derrumbaba.
La pesadilla era producto de mi mente lastimada, pero, mi realidad era más que eso, formaba parte de mi presente y era algo de lo que no podía despertar.
Caminé a trompicones hasta la ducha. Cruce el pasillo hasta la dirección del baño.
Un montón de chicos se enfila a en los lavabos, otros más se vestían, y otros se duchaba.
Me metí bajo el chorro de agua tibia, intente no hacer nada estúpido, me límite a bañarme, ni siquiera en observar a nadie en particular. La verdad es que no quería llamar la atención de nadie.
Tenía un extraño temblor en el cuerpo.
Me envolví en la toalla y me senté en los vestidores mientras el recuerdo de la nota me provocaba un nudo en el estómago.
Las imágenes se disparaban rápidamente, la sensación del papel arrugado en mi puño. El llegar a mi habitación y ver a Albish recostado en mi cama.
No tengo la menor idea de como lidiar con esto, con el maldito sufrimiento que me esta atacando el interior, el dolor y las ganas de llorar. Me moví hasta mi habitación y me metí dentro.
Se sentía tan basta y solitaria.
Me seque el cuerpo despacio y me vestí.
Me enfunde en unos pantalones azules y una playera color negra. Hice la cama y después de casi unos veinte minutos, me dirigí hacia el comedor.
Fui por un café y una rosquilla, aunque ni siquiera tenía ganas de salir d emitido dormitorio.
Cuando termine, fui de regreso hasta el edificio. Cerré mi habitación y me tire en el colchón mirando el pálido techo sobre mi y pensando.
Todo se había convertido en un desastre. Nada era como debía ser, ni siquiera yo.
Primero, el hecho de que Zarth me odiaba, Kyle tenía grandes problemas por mi culpa. Había terminado con Albish para que quienquiera que estaba detrás de nosotros no nos hiciera daño, y a su vez, no lastimar nos entre nosotros. Todo en un intento de mantenernos a salvo de mi padre, y que no lo volviera a lastimar.
El hecho de que no sabía cómo iba a poder sobrevivir al dolor de no tener a Albish conmigo. Tan sólo pensar en su nombre me provocaba un dolor en el pecho.
A las siete en punto, el cielo estaba casi totalmente oscuro. Había una brisa helada.
Me dirigía a la biblioteca a pasar el rato en algo productivo como terminar la exposición de Solis y no lamentar me de cosas que no tenían mucho sentido. Tenía mi libreta bajo el brazo.
Busque a Brayden en el escritorio más alejado de la entrada y del pasillo principal, el escritorio de siempre. Había unos cuantos chicos que me observaron. Suspiré.
Pedí un par de rotafolios y un marcador, deje las cosas en el escritorio y me encaminé a las estanterías en busca de uno de los libros con él que había hecho la línea del tiempo para la exposición que Solis.
Brayden vino detrás de mi para ayudarme a buscar los libros. No había hablado con él desde que me encontró en la Arboleda, cuando do le conté sobre mi sexualidad.
Se inclino un poco mirando la estantería de Historia.
-¿Cómo te diste cuenta de que eras gay? -su hizo brotó de pronto interrumpiendo el silencio.
-¿Que? -me volví hacia el mirando su rostro serio-. ¡Escucha! Solo te conté eso... No se por que lo hice, en ni interior creí que tal vez sentirías una aberración por mi y me dejarías tranquilo.
-Eh, que no pasa nada, es una simple pregunta -su voz tenía un dejo de broma.
-Espero que no lo estés divulgando por ahí -sus ojos penetraron los míos.
-Claro que no, eres un poco fastidio.
Regresé al escritorio y dejé los dos libros encima. Un punzada helada me recorrió la espalda y se me erizó la piel cuando observe el papel del rotafolio extendido sobre la mesa, el marcador estaba destapado.
Luego me estremecí cuando leí: No se ha acabado.
Solté un grito ahogado y sentí como los ojos se me llenaban de lágrimas.
-¿Puedes prestarme ese libro? -escuche la voz de Brayden como un eco.
Me volví lentamente y lo observe.
-¿Viste a un muerto? ¿Me escuchaste? -Frunció el entrecejo y luego soltó sus cosas al piso. Se acercó a mi y me sostuvo por los hombros-. ¿Estás bien?
Una extraña sensación me recorría las entrañas. Debí haberlo visto, no tarde nada en ir a buscar el libro. Recorrí la mirada detrás de Brayden y todo estaba vacío. Los chicos no estaban, de hecho ya no había nadie.
-Espero que, no sea alguna broma estúpida -le grité. Lo acuse.
- ¿Que estas diciéndome? -pregunto. Y me miró con hostilidad.
Me volví a la mesa y le señale. Intenté tomar aire y tranquilizarme.
Brayden se acercó a la mesa y leyó el mensaje en el papel.
-¿Quién...? - Se trabó-. Te juro que yo no he sido, no soy tan estúpido como para jugarte algo como esto.
Tomé el papel en mis manos y lo hice una enorme bola de papel. Tomé el marcador y lo tape.
Apreté la bola en mi puño, le entregue el libro a Brayden y me encamine a la salida.
Deje el marcador en la zona de papel y luego me marche.
Aun me parecía increíble que alguien hubiera tenido el tiempo suficiente para escribir, y marcharse sin haberlo visto.
Caminé en la oscuridad de la noche, unas cuantas farolas me iluminaban pero sentía unos ojos hundidos a la espalda que me provocaba un tremendo escalofrío.
Con grandes zancadas crucé el patio y me dirigí a mi dormitorio.
Cruce el pequeño pasillo vacío. Le eché una miradita a las escaleras. Luego continúe hasta mi puerta y cruce dentro.
Tire la libreta en el piso y cerré con llave la puerta.
Tomé una bocanada de aire. Y me centre en pensar claro.
Encendí la luz de la habitación y mire en todas direcciones, nada había cambiado.
La cortina se agitaba de manera brusca.
Di un salto hasta la ventana y cerré, coloque el seguro. Baje las cortinas.
Desdoble la nota de la enorme bola de papel y releí el mensaje como si esperará que las letras hubieran desaparecido.
Extendí el papel sobre la cama. Rebusque entre mis cosas la nota anterior y la coloqué a un costado de la otra.
Ley un par de veces ambas notas.
La primera tenía la misma escritura que la segunda nota, lo cual me asustaba mucho más.
Tomé ambos notas, y las coloque en lo más profundo de mi cajón en el mueble.
Volví a respirar profundamente, no podía dejar que cada vez que sucediera algo como esto me pusiera tan mal. Necesito tomar fuerza y resistir a esto, yo sabía que no estaba seguro del todo. Ni aun cuando hubiera terminado con Albish.
Me acomode en la cama y me cubrí hasta la barbilla.
Una vez sentí la habitación muy solitaria, tanto que sentía muchísimo frío. Cerré los ojos e intente concentrarme en dormir, por mi bien.
A la mañana siguiente, desperté más temprano de lo normal, agradecí al cielo por no tener ninguna pesadilla.
Me metí a la ducha. Quince minutos más tarde, ya me dirigía a mi clase. Pero antes tome un camino a la cafetería para ir por un café, incluso para estar despierto en la clase.
Debia seguir en mi papel de estudiante, a eso venía a la escuela y no podía concentrarme en otras cosas durante el día escolar.
Me colgué la mochila en el hombro y me dirigí a mi salón de clases.
Concentración, ésto es aparte, me repetí en mi trayecto.
Colgué la mochila en el respaldo de la silla de mi lugar y me senté.
El salón estaba casi vacío, un par de chicos ya se encontraban dentro.
En unos cuantos minutos los lugares se llenaron. Brayden fue el último en entrar al aula, traía puesto los auriculares y sin mirar a nadie se fue directo al fondo del salón.
Después, en mi clase de Estadística con el profesor Philips, por alguna estúpida razón, olvidé algo tan importante.
Me senté en mi sitio, pase mi libreta encima de la mesa. El salón se llenó rápido y luego lo vi.
Albish, entro al aula. Observó en todas direcciones y luego posó su ojos en mi.
Solté un respingo. Me tembló las rodillas y mi cabeza se empezó a marear, un nudo me invadió el estómago y sentí ganas de vomitar.
Olvide que compartía un asiento con él.
Camino con paso firme y se acercó con aire despreocupado a mi lugar, se acomodo despacio y su leve tacto con mi brazo me hizo soltar un gemido.
De inmediato me volví para observarlo pero él se limitó a verme.
Su rostro perfecto era tranquilo, sus labios estaban apretados.
El profesor comenzó a hablar y yo me volví para poner atención, comencé a anotar un par de ejercicios y torpemente, deje caer mi bolígrafo, el cual, rodo por la mesa y cayó a un par de centímetro de su pierna.
-Mierda, solté.
-¿Mierda? -dijo con su voz musical.
Abrí los ojos como platos, ¿pensé o dije en voz alta?
Se estiró al suelo y tomó mi bolígrafo, luego me lo ofreció. Sus ojos se toparon con los míos y mi corazón estuvo a punto de estallar.
-Gracias -respondí.
Por un momento, me sentí extraño. Cómo antes, parecía aquella vez en la que Albish me atraía muchísimo y yo intentaba no hacer caso. Pero todo cuanto hacia, resultaba inútil. Todo el resultaba fascinante y perfecto.
Torció el gesto.
Me volví a la pizarra y continúe escribiendo en mi libreta.
Baje despacio en dirección al comedor. Me encontré con los chicos en una de las mesas, Dan estaba con sus amigos, incluso, Samuel estaba con un nuevo chico, Jackson.
Volví a agradecer al cielo por que no nos tocó pasar al frente a presentar nuestro tema en clase de Solis, la verdad es que no estaba preparado para hacerlo.
La noche pasada alguien escribió en mi rotafolio.
Mantuve la esperanza de que la clase de deportes se hubiera cancelado. Aunque jugamos un par de partidos.
Me tire en la silla de la casita de la huerta, traía mi uniforme, me dolía el pecho y la nostalgia me invadió.
Creo en cualquier lugar me sentía solo, sentía que una parte de mi había sido robada.
-Hey. ¿Cómo estas? -Elio entró a la casa y me asustó.
-Hola, bien. ¿Viste a Dan?
-No, creí que ya había llegado.
-Ya llegue.
Dan se asomó despacio y luego entró.
Les di uno de los trajes que estaban acomodados. Y luego caminamos en dirección a la Arboleda.
No tenía la menor idea de que era lo que iba a hacer. Tal vez la Huerta se haría un desastre conmigo al mando, no conocía muchas cosas, creo que nada.
Hicimos un par de cosas en la Arboleda, luego regresamos en dirección a los sembradíos.

Cuando la campana sonó. Me dirigí lo más rápido a la bodega de los jardines. Tenía planeado quedar con Brayden para terminar la presentación.
Llamé a la puerta y alguien me dijo que pasará.
Abrí un poco y entre, vi a Samuel detrás de una montaña de bolsas. Jackson me sonrió y agitó su mano.
-¡Que sorpresa! -dijo él.
-Hola, Jackson -sonreí.
-Jonathan, ¿que haces aquí? -me pregunto Samuel.
-Nada, en realidad estoy buscando a Brayden.
-Aún no regresa, estaba por el gimnasio, estaba recogiendo unas cuantas ramas.
-Voy a buscarlo.
-Dile que ya se hizo tarde, que las recoja mañana.
-De acuerdo.

Ya estaba demasiado oscuro, algunas farolas estaban dispuestas por todo el sendero, pero, no era lo suficiente para iluminar todo el campo.
Divisé el gimnasio y las canchas.
Seguí descendiendo un poco más. Me acerque a una de las jardineras, vacía. Seguí caminando hasta que rodeé toda la cancha. Luego vi la Arboleda a unos metros.
Rebusque en la oscuridad algún indicio de Brayden, luego, lo vi. Estaba sentado en el suelo, en una de las jardineras detrás de la cancha.
Me acerque despacio.
-No es muy bueno estar tan solo a esta hora -le dije.
-Por supuesto, el problema es que a mi no me persigue un maniático. ¿Quién te dejo esa nota? -sonó bastante al Brayden que conocí en el comedor de mi casa.
-Samuel dice que ya es muy tarde, será mejor que mañana termines con tus labores.
-Gracias, en realidad ya casi termino -se burló.
-Quiero que vayamos a terminar la presentación, es para mañana.
Se puso de pie y se acercó a mí, con una postura amenazante.
-¿Me necesitas? -su aliento me golpeó la nariz, olía a mango.
Está vez no le daría el gusto.
-Claro que te necesito -dije con la voz cargada de dramatismo. Estire el brazo y lo tome del hombro y lo atraje hacía mí-. Si no te necesitará, no vendría a buscarte.
Sonrió picaramente y pasó su mano detrás de mi espalda.
Un escalofrío me recorrió. Lo mire en la oscuridad y sus labios se apretaron.
Dio un salto hacia atrás, luego recogió un par de cosas del piso.
-Te veo en la biblioteca en quince minutos.
-Esta bien.
Caminé de regreso por el oscuro pasadizo. Llegué a mi dormitorio y me metí a la ducha.
Dibujé en una hoja de rotafolio un par de escenas que estaban impresas en el libro.
-¿Ya te aprendiste tu parte? -me preguntó después de un largo silencio.
-No.
Intenté darle sombreado a las ilustraciones, no era un excelente dibujante, pero no estaba tan asqueroso mi trabajo.
-¿Podrás aprenderte tu parte antes de la clase? -habló intentando parecer indiferente.
-No lo sé, haré lo posible.
-¡Más te vale! -su respuesta fue brusca.
No se había comportado así desde el primer día que lo conocí. Los días después, se comportaba mejor, incluso tuvo interés sobre mi el día que trabajo en la Huerta conmigo.
Por un momento sentí remordimiento, no estaba seguro de que se trataba, pero sentía extraño estar sentado en un escritorio junto a Brayden, que de momentos tenía cambios de humores repentinos.
-¿Porqué se divorciaron tus padres? -le pregunté a regañadientes temiendo alguna mala reacción de su parte.
-No te voy a decir nada.
Frunci el entrecejo y agite la cabeza.
-Estamos a mano.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora