TREINTA Y UNO

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Abrí los ojos despacio, el calor de nuestros cuerpos fue tan intenso que me saqué las sábanas hacia un lado.
Sus manos se movieron despacio por mi pecho, su aliento me quemaba la espalda.
Me volví despacio sosteniendo me por los codos hasta quedar frente a él. Sus ojos entre cerrados me miraron, sonrió mostrando la dentadura blanca y luego su mano sujeto mi cabello.
-¿Cuánto tiempo llevas despierto? -me aclare la garganta.
-Un buen rato. Estaba tan cómodo, y no quería despertarte -sus dedos levantaron los mechones que tenía en la cara. Luego bajo, paso por mi nariz y apretó la punta.
Sujete su mano cuando quise estornudar, la aleje y la deje quieta sobre mi pecho y el suyo.
-Mi madre quizá se sorprende si te ve, así que mejor se lo voy a decir. ¿Quieres café? -me incorporé.
No había escuchado a mamá llegar por la noche, pero quizá ella ya se había dado cuenta de que Brayden estaba aquí. Quizás aún no.
El sonido de la televisión fue lo primero que escuché. Baje la escalera sujetándome de las barandillas, la sala estaba vacía. Fui despacio, iba descalzo, y aún estaba dormido. Pase hasta la cocina, por la entrada de las escaleras, y entonces la vi de pie en la barra. Tomaba café y comía un pan tostado.
-Buenos días.
-¿Que tal, cariño? -dijo.
Me miró en mi trayecto hasta que me acerque, me senté sobre la silla de su lado.
-¿Cómo te fue anoche? -Tomé uno de los panes, le puse queso y le di una mordida.
-Muy bien. Me divertí mucho, aunque parece que no fui la única.
Le echo una mirada a los platos del fregadero, la Wafflera sobre la cocina.
-Si. Brayden paso la noche aquí, Maggie llevo a Molly con su padre, no quería estar solo y... -me sentía como si confesara algún crimen, no se por que lo estaba pensando-. Cenamos Waffles y luego nos fuimos a dormir.
-Que bien, al menos las cosas van bien entre ustedes -Bebió su café-. No tienes que darme explicaciones.
-No quería que te llevaras una sorpresa verlo...
-Bueno, cuando llegue, fui a tu habitación y los vi -me dijo. Hizo una media sonrisa.
Me puse de pie y fui hasta la cafetera. Encendí y me puse a preparar café, saque un par de tazas de una de las puertas, y luego me volví recargando me sobre el borde de la mesa.
-¿A que hora llegaste? -pregunte.
De pronto, el sonido del golpe me hizo temblar. Se escucho la puerta abrirse con tanta fuerza que choco contra el borde, observé a mi madre. Saltó repentinamente y me sujeto para llevarme al piso.
Tome una bocanada de aire y me quedé quieto junto a ella, detrás de la barra y con la cara pegada al suelo frío.
Escuche unas cuantas voces, de hombres y el sonido de las pisadas. Los pasos que se acercaban hacia nuestra posición. Otros más subieron las escaleras, el sonido era claro.
Brayden. Pensé.
La taza de la barra cayó al suelo, a un costado. El café me salpicó y los trozos saltaron en todas direcciones.
Sentía mi corazón latir tan fuerte, aunque, el terror se estaba moviendo por mis entrañas. Me dolió el pecho y apreté los párpado cerrados, me cubrí la cara mientras el temblor de mis rodillas comenzaba.
Mi madre apretaba mis brazos , estaba sobre mi. Quería mirarla, deseaba tanto ver sus ojos por que de verdad quería verla.
Los pasos se acercaron, y sabía que en cualquier momento nos vería cualquiera que fuera. No sabía que sucedía con claridad, es decir, no sabía que estaba ocurriendo.
Las figuras enormes aparecieron como espectros, uno de ellos levantó a mi madre de encima de mi. La arrastro sin dificultad y ella comenzó a gritar, se movía intentado liberarse, se le estaba llevando.
Estaba congelado en el suelo, sumergido en un sueño, me recordaba a mis pesadillas y no podía moverme. Salté despacio, pero ya me habían sujetado desde atrás, mi madre se alejaba por la puerta principal.
Me moví con fuerza para soltarme, pero el hombre me arrojo contra la barra de la cocina. Mi cabeza se estrelló y me perdí despacio.
Los disparos me hicieron saltar y dejar salir un quejido, el dolor me recorrió con fuerza pero intente ponerme de pie de nuevo. Provenía de arriba. Sabía que Brayden estaba arriba.
Me arrastre como pude, tomé un cuchillo de la encimera, y fui hacia la sala. Miré en todas direcciones el sitio vacío. El motor de un auto fuera arranco, y me estremecí al saber que se habían llevado a mi madre.
-Brayden... -susurré-. Mamá.
Una punzada de dolor me recorrió, estaba desorbitado. Mal, herido. Apreté el cuchillo en mi mano y me fui a la escalera.
Tome aire de nuevo, y el sonido de las pisadas bajando las escaleras me hizo retroceder, el hombre bajo de un par de saltos y me miró, observo el cuchillo en mi mano, fue directo a mi, sus grandes brazos me sujetaron, me empujó contra la pequeña mesa del centro, mi cuerpo entró en el cristal tan fácil, me clave en la estructura de metal y me quedé quieto.
Las lágrimas recorrían mis mejillas. La sangre estaba escurriendo, y la sentía en mi cara.
El hombre se encaminó a la salida y se alejo. Otro motor arrancando y los neumáticos derrapando.
No podía hacer nada para saber que sucedía, que estaba pasando, no con él, con él, con todo.
¿Qué estaba ocurriendo aquí? ¿Que querían? ¿Mi madre estaba bien? ¿Brayden estaba bien?
-¿Brayden? -dije en voz baja en el silencio que quedaba.
Los pasos brotaron de los escalones, me apoye sobre mis brazos y me arrastre para mirar.
Brayden fue hasta mi, su rostro estaba petrificado, aterrado.
-Lo mate, le disparé. Yo lo mate.
Su voz era un hilo. Me levanto y me dejo en la orilla del sofá.
Se alejo despacio y salió de la casa, no alcanzaba a ver que sucedía. Cuando regreso, me ayudó a ponerme de pie y me llevó hasta la camionetas. Regreso dentro, tardo un momento. Salió y fue directo a su casa, y luego regreso a encender el auto.
Giró hasta la calle y aceleró.
El bosque estaba por la izquierda de nosotros, no miraba más que al frente, ni siquiera tenía idea de qué el supiera conducir. Está asustado, tanto que no pensaban más en lo que sucedía justo en ese momento.
Condujo más allá, saliendo de la calidad por la autopista, y luego unos kilómetro más allá. Se detuvo en el estacionamiento de un autoservicio.
-¿Estás bien? -su pregunta no me quedaba clara.
-Se llevaron a mi madre, ¿que se supone que voy a hacer? -dije.
Mire mi aspecto, estaba en la tan adolorido, y se que estaba sangrando, lo estaba haciendo.
-Lo se, escucha. Llamare a mi padre -abrió la puerta de la camioneta-. Quédate aquí.
Asentí sin más, seguía tan desorbitado como para reaccionar de alguna manera.
Se encaminó a la tienda, al teléfono público exactamente. Eche mi cabeza hacia atrás. Me levante la sudadera despacio, los rasguños me atravesaban la piel como manchas. Y un par estaba más llenas de sangre que el resto.
Me sequé las lágrimas de mi cara adolorida.
-Mamá -dije.
Mire en su dirección. El venía de nuevo hacia mí. se tiro dentro de la camioneta y me analizo despacio. Podía ver el terror en sus ojos.
-Mi padre viene hacia acá. Dio la orden para hacer retenes en las carreteras, para encontrar a tu madre - me dijo-. ¿Tienes idea de lo que ocurrió?
-No. Solo se que se llevaron a mi madre... Creí, por un momento pensé que te había disparado -agite la cabeza.
-Cuando escuche el sonido de la puerta, salte de la cama. Me quedé detrás de la puerta, y cuando entró lo golpe, tiro el arma, y yo le dispare -me explicó-. Fue algo tan extraño, me recordó... ¿Seguro que te encuentras bien? Puede ir al hospital.
-Estoy bien, es solo que... Estoy asustado.
Llevo su mano hasta la mía, y la apretó con fuerza. Sus ojos me observaron fijos buscando una respuesta.
-Mi padre sabía lo que había ocurrido en Mar, lo que te paso a ti y a Albish. Eran parte de la misma organización que rondaba en mi antiguo hogar, los mismos que asesinaron a Hayley -dijo después de un rato.
-Era mi padre, el que hizo eso en Mar. ¿Crees que sean los mismos? ¿Crees que Albish sepa algo? -le pregunte.
Me quedé sobre la camioneta. Pensando en que, Albish, el podía saber algo, de lo que exactamente había ocurrido hace un rato. O tenía idea de algo. La verdad era que, aún estaba abrumado para pensar con claridad.
-Toma, llámalo -Brayden me entrego un teléfono celular-. Dile que nos vemos en el motel, aun par de Kilómetros de aquí.
-Brayden...
El dolor en el pecho brotó, pero era como una oleada de nervios.
-Solo llámalo. Has de cuenta que no ha pasado nada, incluso creo que yo lo necesito -me dijo.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora