VEINTICINCO

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Su rostro estaba lleno de moretones, púrpuras, rojizos y miles de marcas. Tenía la sabana hasta la barbilla, un par de costillas rotas y un brazo roto. Miles de heridas superficiales en el cuerpo, pero se recuperaba.
Se giro en la cama y saco su brazo bueno fuera de la sabana.
Era la madrugada del sábado, en unas horas el estacionamiento se llenaría de gente para que todo el mundo regresará a casa.
Estaba recostado en la orilla de la cama, en la habitación de la enfermería. El silencio se extendía por todos lados y yo no podía dormir. Estaba ansioso por irme y no dejaba de pensar en estar de regreso en casa.
Había terminado todos mis exámenes, no con la mejor calificación, pero con una que pudiera pasar sin tener que quedarme más tiempo.
No había venido a visitar a Brayden, no quería verlo de esa manera y me hacia sentir culpable por arrojarlo a confesar de la peor manera.
Mire fíjamente​ su rostro.
Se volvió una vez más y cubrió su cuerpo hasta la barbilla con la sabana.
La habitación olía a alcohol y antiséptico, pero cerca de él, olía a jabón y a menta en su cabello enmarañado.
Volvió a acomodarse en la cama. Se cubrió hasta la nariz.
Mire sus rostro golpeado, las puntadas en la ceja, su rostro comenzaba a recuperar la forma de sus facciones.
No estaba dormido del todo, no escuchaba sus ronquidos, y su respiración era profunda, quizá dormitaba.
Me sentía cansado, pero no podía dormir.
Abrió los ojos y se quedó mirando al techo, en la pequeña luz blanca que iluminaba un poco la habitación. La claridad comenzaba a filtrarse por la puerta en el pasillo.
Me miró por el rabillo del ojo y se volvió un poco a mi, se quedó mirando me un momento. Regreso la mirada al techo.
-¿Que hora es? -pregunto con un susurro.
-No lo se.
Sacó su mano buena y la colocó detrás de su cabeza. Trago saliva y el silencio se quedó un rato.
-¿Cuanto tiempo llevas aquí? -su voz era un susurró, pero con un tono de irritación.
-No mucho -respondí, pero no sabía como describir mi tono.
-No quiero que estés aquí -se volvió hacia mi con una línea delgada en sus labios-. Triste.
-¡No estoy triste! -repusé.
-Puedo ver como tus ojos me están mirando -frunció el entrecejo. Se volvió a la techo.
-Esto no va a funcionar -continuó. Miró por el rabillo del ojo.
-¿Qué es lo que no va a funcionar? -le pregunte.
-Todo, solo te voy a lastimar y me vas a odiar. Deberías odiarme -apretaba la mandíbula y sus ojos me miraban con hostilidad.
Se me hizo un nudo en la garganta, no sabía que responder.
-No te odio, se por que lo hiciste....
-Sal de aquí, Jonathan, ódiame como aquel día que te conocí -su voz tomo más fuerza.
Me puse de pie y luego lo miré. Me di la vuelta y me fui a la salida, el pasillo se iluminaba con el luz del sol que se reflejaba entre las nubes púrpuras. Metí las manos en mi suéter y me encamine a mi dormitorio.
Estaba haciendo una brisa fría y húmeda.
No esperaba caer otra vez, de nada servía. Pero, la sensación de su piel contra la mía reflejaba que el fuego seguía moviéndose por mi ser. Tampoco esperaba que Brayden me dijera eso, no podía odiarlo de ninguna manera, y si en algún punto lo hice ya se había esfumado, su compañía me ayuda a no dejar salir la sensación del dolor en el pecho, que luego de tanto tiempo se sentía tan bien, pero que luego de que Albish atacó, volvío a mi para justamente estar de nuevo en mi, recordando lo que extrañaba de él, más que eso, el no estaba dispuesto a nada, y hubiera preferido que no hubiera desmoronado lo que ya había establecido.
Brayden es mi amigo, se que después de todo no está del todo bien, había cambiado, mucho, pero eso no significaba que el recuerdo se hubiera ido con eso.
Metí mis cosas en las maletas, y recogí un poco la habitación. Comencé a guardar las cosas de Brayden en las maletas y mochilas.
Luego de casi una hora, me fui al comedor a encontrarme con los chicos. Hablando de quedar, o de ir a vacaciones a las ciudades de cada uno, nadie iba a volver a la escuela y menos con los terribles acontecimientos que habían sucedido. La policía entrado a la escuela y todo el alboroto que sucedió.
Pasamos direcciones, números, y correos. Todo para tener contacto.
Nos encaminamos al patio principal, y los chicos comenzaban a moverse, en parejas y bolitas como nosotros. El estacionamiento ya se veía lleno.
Caminamos hasta la entrada, y la fila de chicos se amontonaban para salir. Había muchos vehículos, chicos y padres en todas partes. Los autobuses en la dirección de antes.
Me detuve en la acera y baje mis maletas al suelo, al igual que las de Brayden. Abracé a Samuel con fuerza y luego me dijo:
-Nos vamos a volver a ver, mis padres tendrán que acceder. Muchas gracias por todo -susurró.
-Gracias a ti por soportar me todo este tiempo, espero verte muy pronto, Sammy.
Se encamino a despedirse de Elio, y de Dan. Le di un abrazo a Pete. Y luego a Elio, me rodeo con fuerza.
-Gracias, de verdad muchas gracias por tu ayuda con la Huerta, no se que hubiera hecho, y por entender -le dije y lo abracé con fuerza.
-No es nada, fue muy bueno, me hizo recordar lo que hacía, gracias por todo.
Me quede de pie mirando como se marchaban en todas direcciones, rebusque con la mirada a mi madre. Pero en el gentío no lo logré.
Mire dentro de la escuela, y quizá Brayden no había salido todavía.
De pronto alguien se movio detrás de mi y me tomo de la muñeca suavemente . Mire a Albish detrás de mi.
-Estaba buscándote -me dijo-. ¿Ibas a irte sin despedir?
-La verdad es que si...
-No seas tan cruel -repuso.
Puse los ojos en blanco y lo miré fijamente.
-No tanto como tu -respondí.
-Jonathan, yo...
-Albish, deja de lamentarte, lo hiciste, y punto, me lastimaste otra vez. Si querías tener sexo conmigo una última vez lo hubieras dejado claro, antes de creer que podía darte otra oportunidad...
Puso un dedo en mis labios.
-No lo digas así, por que me siento peor de lo que me siento, lamentarme siempre ha sido lo mejor que he hecho, eso y lastimarte. No seas tan cruel.
-Pues no tengo otra forma de verlo -respondí con rabia-. Sexo y ya. Y al final de todo se acabó, es que ni siquiera eres capaz de luchar por esto, prefieres dejarme para salvarme que luchar por salvarnos. A ambos... De nada habrá servido que te salvará, de nada habrá servido que estuviera a punto de morir, por que nada de esto importa.
-Me importas más de lo crees...
-A mi también me importas, te amo y sabes que cuentas conmigo para todo, pero, no mas allá de lo que podríamos ser, y es que... -Apreté la mandíbula y mire sus ojos desorbitados.
-¿Que? Dímelo, ya no puede ser peor...
-Creí que podía darte una oportunidad, creí en ese pequeño instante que de verdad nos perteneciamos como antes, como siempre, pero sigues pensando en ti, no en mi, y ya no quiero sentirme más así, esperando a que me dejes o esperando por ti cada vez que todo se pone mal... Ya deberías saberlo.
Me acerque de un salto y lo rodeé con fuerza.
-Sabes donde encontrarme -le dije-. Gracias por todo.
Me aparte despacio y luego levanté las maletas del suelo, me las colgué al hombro y miré una vez más en todas direcciones. Mire por encima del hombro y vi a Albish de pie, desorbitado y luego a Brayden. Me miro fijamente un momento mientras se acercaba.
Se quedó a mi lado y luego dijo:
-Gracias por traer mis maletas -su voz fue un poco indiferente, no había un tono de Brayden en la frase-. ¿Me las puedes dar?
Lo mire un momento y luego torci el gesto. Me eche a caminar a grandes zancadas por el estacionamiento sin rumbo y con los ojos mirando a los autos, pase por las filas hasta que la vi.
Recargada en el cofre de una camioneta, una Suburban color negra. Estaba cruzada de manos y con la mirada en busca en todas direcciones, me acerque rápidamente a mi madre. Cuando sus ojos me miraron salto de alegría. Solté las mochilas y me eche a correr hasta que sus brazos me rodearon con fuerza y yo me hundí entre ellos.
-Mi amor, mi vida, por fin te puedo ver otra vez -me soltó susurrando contra mi cuello.
-Mamá, te eche de menos. No sabes cuanto te extrañe -Estaba un poco sensible y alterado con lo que acababa de suceder con Albish.
-Mi amor, estuve tan ocupada en la oficina que se me paso tan rápido todo este tiempo. Me enteré de la alerta de Huracán, que estuve siguiendo de cerca, pero, Maggie me dijo lo que le hicieron a Brayden -me dijo.
Me aparte delicadamente y la mire, asentí.
-Esa es una larga historia, te la voy a contar.
Miró por encima de mi hombro y vi su expresión de horror.
Me volví despacio y vi a Brayden de pie, mi madre se acercó hasta él y luego lo miro de arriba a abajo.
-Dios mio, mira como estas. Tu madre estaba muy preocupada por lo que sucedió, pero no pudo venir de inmediato, el nuevo trabajo y todo -le explico mi madre. Puso una mano detrás de su espalda y se volvió hacia mi-. Olvidemos todo esto por ahora, vamos a comer algo, conozco un lugar de camino.
Se encamino con Brayden hasta la camioneta, abrió la puerta de atrás y lo ayudo a subir.
Me colgué las maletas y ella se fue a abrir la parte trasera.
-¿Que le paso al auto? -Metí las maletas y las acomode.
-Es una larga historia, ya te la contaré, son tantas cosas que debo decirte.
Fruncí el entrecejo y ambos nos movimos hasta nuestros sitios, me senté en el copiloto y me abroche el cinturón, baje la ventanilla y me acomode.
Mi madre se subió y entendió la camioneta, se abrocho el cinturón.
Condujo despacio entre la gente hasta la salida en la autopista.
-Tu madre y yo, compramos esta camioneta, queremos ir de excursión a la montaña, y pasar navidad como nunca lo hemos hecho -me echo una mirada-. Le conseguí empleo conmigo, pedimos unos días y ya esta todo preparado.
-Suena genial -dijo Brayden-. ¿Cómo está Molly?
-La pequeña es un amor, ya entro al jardín de niños y se ve tan bien con su uniforme -respondió mi madre.
Levanté la mirada al retrovisor y vi como sonrió.
-Brayden, cualquier cosa que necesites, Pídeme la, si quieres podemos parar o ir a algún sitio -mi madre sonrió mirando el retrovisor.
-Gracias, estoy bien, en realidad, tal vez debería haber regresado en autobús -dijo.
-Nada de eso, vamos al mismo sitio y tu madre me pidió que te trajera a casa como sea, aunque ella esperaba que... -hizo una pausa-. No quieras regresar a casa.
-Claro, no se preocupe -dijo en voz baja.
Mire a mi madre y luego se hizo un silencio.
-¿Que tal todo? -me pregunto.
-Mal -dije sin más y sin tantas ganas de ponerme a llorar. Había resultado un tanto extraño mi discusión con Albish y... Mi madre ni siquiera me pregunto por él-. Incluso peor que eso.
-¿Porqué dices eso? -repuso-. ¿Te atacaron? No me llamaron para nada, creí que todo iba bien.
-Si, bueno, termine con Albish, la caída fue fácil, Brayden se quedó conmigo un tiempo, fue un buen amigo. Un chico murió el día de la tormenta, pero luego descubrimos que alguien lo había matado, Brayden los conocía y...
-¡Jonathan! -mi madre me dedico una mirada furtiva.
-Así las cosas, pero, creo que sigo viviendo -Hundí la cabeza en el asiento y apreté los ojos con un nudo en la garganta.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora