TREINTA Y OCHO

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Las cintas policíacas envolvían el borde de la casa.
Se sentía extraño estar de pie en la entrada de la casa y recordar lo que había sucedido. Me temblaron las rodillas, cuando la puerta soltó un crujido al abrir.
Mi madre me sujeto del brazo y se pego a mi.
La camioneta estaba estacionada en la calle. Los hombres se dispersaron por todas partes.
Emerick se mantuvo cerca y Albish se encamino detrás de nosotros.
Dentro, quedaban los restos de ese día bien marcados. La mesita hecha pedazos por la alfombra.
Mi madre me apretó con fuerza. Me lleve la mano a la boca recordando como había sucedido todo.
Subimos a las habitaciones, se sentía una cosa rara en el pecho, yo, me sentí muy raro ahí. Me senté en la orilla del colchón en mi habitación mientras mi madre se movía a la suya.
Deje caer mis manos en las piernas y miré el suelo, la sangre marcaba el suelo, donde Brayden le había disparado al sujeto.
Brayden, pensé.
Me mordí el labio y me quedé quieto un rato hasta que escuche los paso en la madera. Albish se detuvo en la entrada, me miro, pero no dijo nada, solo se quedó ahí.
Luego, entro y se movió hasta sentarse a mi lado.
-Se que es duro, incluso para mí lo es, y yo no estuve aquí -me dijo. Puso su mano encima de la mía sobre mi pierna, era tibia.
Me volví hasta el y miré su rostro, sus facciones perfectas, lineales. Su cuello amplio y luego su cuerpo en esa camisa de franela.
-¿Estás seguro de que quieres dejarnos vivir...?
-Si, lo estoy -inquirió-. Te quiero cerca de mi, quiero verte cada día que pase para no preocuparme de que algo malo te pueda suceder.
Baje la mirada al suelo, y apreté la mandíbula para ahogar lo que sea que se moviera dentro de mi.
-Esta bien -me puse de pie despacio para no apartarlo de mi de manera brusca.
Tome una de mis maletas del closet y vacíe algunas cosas de este. Ropa, libros, dinero que tenía guardado. Él me ayudo a llevar una de las maletas hasta la camioneta, la Suburban que estaba aparcada en la entrada de la casa.
Las acomode en la parte trasera, y ayude a mi madre con otras cosas.
Me recargue en la camioneta mirando hacia el bosque, el bosque que se levantaba infinito en la distancia. Estaba nublado y hacía frío, pero, no era tan fuerte como lo recordaba.
Me volví despacio hacia la casa de a lado, y de pronto lo vi de pie en el jardín mirando hacia mi.
Brayden camino con grandes pasos hasta donde me encontraba, se detuvo unos pasos frente a mi y luego torció el gesto incrédulo. Sus ojos estaban desorbitados, me miraba como si no estuviera seguro de que fuera real.
Me estremecí al verlo tan cerca. Entonces, me rodeo con los brazos con fuerza y su aliento me pego en el cuello. Mi corazón se agitó, lo hundí contra mí con tanta fuerza, inspire su aroma.
-Mi padre me contó lo que sucedió, él estaba ahí, el llego con el resto -me susurró-. Eres un idiota.
Me separe un poco y lo miré, su ojos me fulminaron.
-Te fuiste así, y no sabia si algún día te volvería a ver -continuó-. Pensaste solo en ti.
-No quiero hablar de esto, yo, solo volví por unas cosas, y, al menos quisiera...
-¿A dónde te vas a ir? -pregunto.
-Conmigo.
Albish dejo una caja en el suelo y se acercó hasta nosotros.
Brayden se giro a verlo y luego regreso a mirarme a mi, frunció el ceño agitando la cabeza.
-¿Te vas a ir con él? -apretó la mandíbula.
Su rostro se veía demacrado, las marcas de las malas noches se marcaban en el. Y tenía un tono más pálido.
-Mi madre y yo viviremos con Albish -mire a Albish a unos centímetros de nosotros.
-Lo eliges a él -dijo.
Me dio un dolor en él pecho, dio un paso hacia atrás, y luego lo observo fijamente a él.
Brayden se echo a caminar hacia la calle, no se detuvo y se encamino al bosque. Albish fue detrás de él, y yo me estremecí. Caminé detrás de ellos y nos metimos en el bosque.
Brayden se detuvo en la primera fila de rocas, se recargo en ella con los brazos cruzados sobre su pecho. Su mirada era hostil.
-No importa lo que te dije, no importa lo que te haya dicho esa noche, ¿cierto? -le dijo con recelo.
Lo primero que se me vino a la mente fue la noche del motel, la noche que los escuche en esa conversación, pero no la escuché por completo.
-Brayden. Tomamos la decisión que más nos convenía. Yo tome la mía, hice lo que fuera necesario para salvarlo, es lo que tu querías -Albish se detuvo cerca de él.
Me quede de pie detrás de ambos, a unos metros.
-No, sabes a que me refería con salvarlo. Sabes lo que yo siento por el...
-También se lo que siente por mi -Albish respondió, pero su voz tenía más fuerza.
-Eres un -se movió de manera amenazante hacia Albish -hijo de puta.
Me acerque hasta ambos y los Observé.
-¡¿Qué diablos hacen?! -solté.
Me dolía el pecho, y me sudaban las palmas de las manos. Ahora tenía más frío.
-No es obvio, si tu no te decides, uno de los dos lo hará -Brayden tenía esa postura.
Albish se mantenía quieto.
-Tu no puedes decidir por él -le respondió-. Ninguno de los dos, es su decisión, y yo aceptare la que el diga. Pero, así como decidí salvarlo, a como diera lugar, también decidí que pelearé por él para que se quede conmigo.
-Después de lo que le hiciste, y lo dejaste solo sabiendo que alguien andaba rondando cerca de él -Brayden me observo, su mirada reflejaba demasiado dolor dentro de ese ceño fruncido.
-Tu te quedaste con él, y te agradezco mucho por eso -le dijo-. Se que yo no lo hice.
-Jamás debí haberte llamado, jamás debí pedir tu maldita ayuda -le soltó con veneno.
-No hagan esto, ¿cuál es el punto? -Camine hasta acercarme a ambos.
-Elige entonces, hazlo de una vez -Brayden me respondió, su voz, ese tono.
Me volví hacia él, me apoye desde su pecho y lo empuje lejos.
Recordaba muy bien, él me dijo que nunca me haría elegir, nunca lo haría. Pero esto se estaba saliendo de control. No quería que se lastimaran el uno al otro, no quería llegar a eso.
-Dijiste que jamás me harías elegir -le dije.
-Ya lo hiciste, cierto -sus ojos buscaban dentro de los míos.
Y si elegir era la única forma de evitarlo, entonces debía hacerlo. Tomé una bocanada de aire, y luego me restregue las manos en mi pantalón. Me volví hacia Albish, su ojos recorrieron mi rostro, y luego, miré a Brayden con la mirada desorbitada, enfurecido y se que por dentro estaba desmoronado se.
- Brayden, jamás terminaré de agradecer te por todo lo que hiciste. Jamás, pero, si me vas a hacer elegir, lo elijo a él.
Apreté la mandíbula y las lágrimas me escurriendo por la cara. Cerré los puños cuando vi como relajaba el ceño, y las lágrimas también recorrían su rostro colorado.
-Jonathan -dejo salir como un suspiro.
-Te quiero mucho -dije.

Me di la vuelta sin mirar a ningún lugar en específico más que al frente. Cruce la calle y vi a mi madre de pie a un lado de la camioneta. Me subí y abroche mi cinturón.
Ellas se subió a mi lado y me abrazo con la cara llena de lágrimas, era un desastre. Un maldito desastre.

El sol se estaba escondiendo detrás del muro que era el océano. El cielo brillaba de púrpura y naranja y la brisa perezosa comenzaba a enfriarse. Olía a mar. Olía a sal. Olía demasiadas cosas.
Estaba roto, no por mi, por él. Me sentí jodidamente derrumbado por haberle roto el corazón, lo hice. Y era algo con lo que iba a tener que vivir. Una parte de mi se alegraba de no tener que estas más cerca de él. No lo iba a ver, no sabia si alguna vez volvería a verlo.
La otra parte de mi tenía miedo de haber tomado la decisión equivocada. Amaba a Albish, y eso jamás cambiaría, cada vez que estaba con él me envuelve tan fuerte pasado por toda mi piel, quemando cada parte de mi ser. Me hace caer a sus pies, tan débil me hundo en su ser. Luego huye sin más, dejándome en blanco.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora