DIECINUEVE

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Era viernes. Después de que la jornada de trabajo terminó, y nos dimos una ducha rápida. Brayden y yo nos dirigíamos a la biblioteca a terminar un trabajo extra de Solis, ya que nuestro trabajo en el Muro no había válido para nada en su clase. Ya no me metía en problemas con ella porque de verdad no quería hacer un Extraordinario.
Brayden era mi compañero, más bien, era pareja para el desorden, eso lo dijo ella y me pareció tan infantil que no hice caso.
Cuando llegamos, Ubicamos una de las mesas del centro entre la mayor parte de estanterías de Asignaturas de Historia, más simple para nosotros.
Buscamos unos cuantos libros y resaltamos los temas que parecían más correctos en acorde al tema.
-Si yo hubiera sabido que la mujer estaría de pesada, hubiera puesto más atención -dijo-, tal vez, hace tiempo que no le dan y necesita desahogarse -soltó una carcajada.
Lo mire de manera extraña y luego agite la cabeza.
-Eres un idiota, ¿por qué estas pensando eso? -respondí.
Anote un par de oraciones y busque en otro libro.
-¿Pasas las fiestas con tu familia? -me pregunto.
Levante la mirada.
-No lo se, algunas veces vamos a casa de la Abuela, otras solo nos quedamos en casa mirando películas y comiendo palomitas, chocolate caliente y panecillos -le dije.
Realmente no celebramos nada, era una fecha cualquiera entre nosotros, mi madre y yo, cuando íbamos con la abuela, cenamos y regresamos a casa.
-Hummm. Esta es la primera navidad en la que mis padres no están juntos -Sonrió de oreja a oreja-. ¿No se que tan extraño será? -Apretó la mandíbula y vi como su sonrisa se volvía una línea delgada-. En una ciudad diferente, en una casa diferente... Sin nada más que que ese terrible recuerdo.
Se llevó las manos a la cabeza y enredo sus dedos en su cabello.
Me la vente de mis sitio y me acerque a la silla siguiente a él, la recorrí con mis piernas. Estire mi brazo, lo rodeé, y lo atraje hacia mi despacio.
Recargo su cabeza en mi hombro y sentí como su cuerpo se ponía rígido.
-Lo siento, ya no soy tan fuerte -susurró-, no puedo controlarme.
El calor de su aliento fue suave con mi piel y sentí un hormigueo en el pecho, me dio un escalofrío y me dieron ganas de abrazarlo con más fuerza.
-No importa, a mi no me importa que que seas fuerte, nada de eso -susurré.
Bajo sus manos despacio y levanto la mirada. Sus ojos se toparon con los míos y sentí otro escalofrío, sus ojos me parecieron como un choque eléctrico. Suspire. Mi corazón se aceleró en ese instante, sus labios entreabiertos llaman por mi, lo sabía y lo sentía como hace mucho no lo hacía. Me dolió el pecho y sentí una agonía.
Me separe amablemente de él baje la mirada a la mesa donde estaban los libros.
-Iré... Por otro par de libros, no estoy encontrando nada -me puse de pie.
Huí lo más rápido posible y me perdí en los pasillos de las estanterías.
¿Estaba sintiendo algo por él? Pregunte a mi mismo y me aterre tras la idea. No estaba seguro de lo que quería, ni si quiera quería empezar una relación. Sabía que lo de Albish ya había pasado y no esperaba nada más de él, pero no estaba listo para... Hacerlo de nuevo.
Era confortable estar con Brayden, era agradable su compañía y lo fue luego de arreglamos y dejamos atrás nuestros conflictos personales, o más bien, cuando decidió confiar en mi y desahogar esa carga que lo convertirá en un caos total. Más que gracias a su compañía, había olvidado y dejado atrás todo lo que tenía con Albish. No quería arruinar nada de eso, no lo quería. Apreciaba que estuviera conmigo. Lo apreciaba a él, pero no más allá de un amigo.
Tome un par de libros de la estantería y regrese. Suspire en mi trayecto y por lo evidente que había sido aquello, lo sabía así que intente relajarme. Gire en el recodo y vi a un chico de pie frente a él.
Me detuve en seco, no reconocí a ese chico y mire a Brayden, su rostro reflejaba la rabia, sus ojo oscuros miraron al chico.
-...fue demasiado fácil, más de lo que hubiéramos pensado, se nos fue de las manos. Escucha, Brayden, sabes que debes cooperar, no querrás que nadie sepa que estas aquí -dijo el chico-. Sabes que te costaría más que... Bueno, tu ya lo sabes.
-Ya te dije que no, lo de Jackson... No tuve nada que ver en eso... -Brayden dijo.
-Ajaja -soltó una carcajada el chico-. Claro que tuviste que ver, tu lo sabias y no se lo dijiste a nadie, ni siquiera a tu amiguito... Gracias por eso.
Me hice para atrás y me quede pegado a la orilla de la estantería con la mano en mi boca. Lo había escuchado bien.
-¿Porqué haces esto? -le pregunto Brayden.
-Es divertido -tosió-. Una cosa es molestar a la gente, es divertido que sepan quien manda, esos maricones ni siquiera deberían de existir, esa bola de niños estúpidos, para eso estoy yo... Tu amiguito también y muchos más, ese día llegaste antes de que terminaremos con él...
-¡No! -escuche a Brayden-. Jonathan... Él no, a él no lo vas a lastimar.
-Hum. Quizás, si cooperas no, pero, no te prometo nada... Brayden, una llamada y vendrán por ti, sabes que te buscan...
-¿Que se supone que debo hacer? -lo escuche.
Los ojos se me llenaron de lágrimas, me dolió el pecho y se me doblaron las rodillas. Solté un jadeo y sentí que todo se rompía dentro de mi, con tanta fuerza que yo mismo me derrumbe.
Estaba tirado en el suelo, tapando con mis manos el llanto que estaba teniendo.
-... Seguirme a todas partes, y hacer como que no sucede nada, eres el único que puede sufrir las consecuencias si algo de esto se sabe. Debes ayudar, así, si nos descubren, serás culpable también. No tienes alternativa de todas maneras.
-Lo haré, solo si Jonathan queda fuera de esto, esa es mi condición...
Deje los libros en el suelo.
De pronto salto una chispa en aquel silencio sepulcral, algo que no me esperaba, algo que me dolió más que cualquier cosa en todo ese tiempo, nada más que separarme de Albish, incluso más que mis terribles experiencias con la muerte. Me dolió mucho por que yo confiaba en él y lo sabía desde el principio, conocía cual era el plan para matar a Jackson y no dijo absolutamente nada, dejo que sucediera... Ni siquiera cuando yo le dije, me lo oculto...
Solté un jadeo... Suspire.
Ellos también iban a matarme, aquella noche me iban a matar en las duchas esos malditos con mascaras. Era algo tan terrible, tan malo que se pudo evitar desde el principio...
-Nadie debe saber todo esto, tu serás el único responsable de la vida de tus seres queridos -escuche.
Me limpié las lágrimas con el dorso de mi mano y me levanté, me levanté para que nadie me viera. Tomé los libros del piso y me los coloque bajo el brazo. Me aclare la garganta y me talle los ojos una vez más.
Tome una bocanada de aire, no estaba seguro de lo que iba a hacer, ni siquiera estaba seguro de que yo estaba bien, no lo estaba...
Di un paso adelante y me tembló las rodillas, di otro paso hasta salir fuera de detrás de la estantería.
Tenía las manos sobre la cabeza, se jalo el cabello y vi su expresión. Sus ojos miraban el suelo y maldecía entre dientes.
Di un paso más, a unos metros de la mesa, pero no pude detenerme.
Arroje los libros a la mesa y levantó la mirada de inmediato, sus ojos me miraron fijamente y se dio cuenta.
-Jonathan... Yo -sus labios estaban entre abiertos, y sus ojos se querían salir de sus órbitas.
-Me mentiste -dije en voz tan baja que apenas salió de mis labios-. Me engañaste...
Se puso de pie de un salto, estaba congelado y no reacciono.
Me acerque a la mesa y tome mis cosas, me di la vuelta. Me encamine hacia la salida con grandes pasos y me eché a corre tan rápido como mis piernas me lo permitieron.
Las lágrimas me brotaron sin llanto y me escurriendo la cara. Corrí por el patio con un lío en la cabeza, empezando a darle tantas vueltas a las ideas que brotaban en mi cabeza y pensando: ¿Qué voy a hacer?
Entre en mi edificio y corrí hasta el cuarto, cerré detrás de mi y me tire al piso con las piernas flexionadas sobre mi pecho. Y me lleve las manos a la boca para ahogar mi llanto.
Cerré los ojos y me perdí en la negrura por un buen rato.
Respire lo más profundo que pude para tranquilizarme, y para esperar a que él llegará.
La puerta se abrió, despacio y los pasos se escucharon despacio, hasta mi posición.
Me tomó por los brazos y los alejo de mi cara, levanto mi rostro por la barbilla.
Abrí los ojos despacio y vi su rostro, los ojos seguían desorbitados.
-Jonathan... No te engañe -dijo-. Yo...
-Estabas consciente de que a Jackson lo iban a lastimar -No fue una pregunta. Fruncido el entrecejo e intenté mantener la calma-. Eres un...
-No tenía otra opción, él me amenazó...
-No hay justificación, Jackson está muerto -le solté con rabia.
Me limpió las lagrimas con su dedo. Alejé mi rostro de su mano.
-Jonathan... ¿Que hubieras hecho? ¿Lo habrías ayudado, evitando lo, sabiendo que tu familia esta en peligro por que ya saben donde estas? -me soltó, la rabia lo comenzó a invadir.
-¿Porqué no me lo dijiste? Habríamos encontrado una manera.
Se levanto y se alejo unos pasos.
Me levante del suelo y me recargue al muro.
-Tenemos que hacer algo -continúe-, tienes que decirle al director, tienes que hacerlo antes de que vayan con alguien más...
-¡No! -grito-. Sabrán que fui yo y vendrán por mi...
-¿Quienes? -grite.
Se volvió hacia mi.
-Los malditos que mataron a Hayley, los malditos que se metieron a mi casa... Mi familia estará en peligro...
Mire sus ojos fíjamente, intentando ver más allá de ellos. El cabello lo tenía enmarañado, la expresión era de desesperación.
-Yo le diré al director -dije-. Le diré que lo escuche en la biblioteca.
-¿Eres idiota? No entiendes que si alguien más lo sabe, automáticamente dirán que fui yo, y más si viene de ti, también estás en su lista, ¿lo entiendes? -Apretó la mandíbula.
Sus ojos se volvieron oscuros y penetrante. Me estremecí.
Salto al frente y me tomo por los brazos, me empujó con brusquedad y me di un golpazo contra el muro.
-No te metas en mis putos asuntos, yo sabré como me zafó de esta -Sus dedos se engancharon en la piel de mis muñecas-. No debes decirle a nadie, absolutamente nada, o yo mismo te mataré.
Me derrumbe una vez más luego de escuchar la última frase, me soltó bruscamente y salió con grandes zancadas de la habitación....
Note la suave superficie del suelo en mis rodillas, luego en mis palmas, y al fin apretada contra la piel de mis mejillas. Esperaba poder desmayarme, pero para mi desgracia no perdí la conciencia. Las oleadas de dolor que apenas me habían rozado hasta ese momento, se alzaron y barrieron mi mente, hundiéndome con su fuerza.

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora