El viento estaba soplando fuerte, y hacía que la tienda silbaba con un sonido aterrador, quizá, estaba lloviendo aún, pero ya no se sentía tan fuerte.
No se que hora era, quizá muy tarde, abrí los ojos despacio y la lámpara iluminaba muy poco, quizá se le estaba agotando la batería, así que la oscuridad iluminaba más que antes.
Tenía su frente pegada a mi mejilla, y su mano apretaba la mía. No sentía frío, en realidad ya estaba sudando. Su cuerpo estaba pegado al mío.
Intente buscar sus ojos pero estaban muy abajo de mi vista, me quede quieto por que se sentía tan bien, ese calor que su cuerpo y el mío soltaba como miles de risotadas, no sentía frío.
-¿Estás despierto? -susurró. Su voz me asusto.
-Si -respondí-. En realidad acabo de despertar.
-Yo no pude dormir, me parece muy extraño, se siente extraño estar tirado aquí -su voz se alzó, pero notaba un tono más agradable en ella.
-¿Aún tienes frío? -Me parecía que ahora estaba bien, aún no había mostrado ningún cambio de humor, y me sentía aliviado por eso.
-No, ahora estoy bien, demasiado bien.
Levanto la cabeza y la hizo para atrás, sus ojos me miraron, ya podía verlo. La mayor parte de las marcas y los moretones se habían ido, pero su rostro tenía un aspecto más delgado, sus pómulos se marcaban más. Los labios se miraban más rojos de lo que recordaba, se humedecido los labios con la punta de la lengua.
-¿Estás bien? -Me arrepentí de inmediato preguntar, no estaba seguro de lo que iba activar con esa pregunta.
-Estoy bien, es decir, creo que si.
Sentí sus dedos moverse entre los míos, los apretaba y luego los movía pasando entre ellos, despacio.
Tome una bocanada de aire, aliviado. Mi corazón estaba latiendo un poco más fuerte.
-¿Cómo estás, Jonathan? -hizo una media sonrisa.
-No lo se -solté con un suspiro. Algo estaba moviéndose en mi pecho, una sensación, no era el dolor, era algo más, como un cosquilleo en las costillas, me sentía nervioso-. Te extraño.
De verdad lo había dicho, de verdad lo sentía. Estaba dentro de mi. Habían pasado dos semanas, pero las últimas anteriores también habían sido difíciles, había sucedido todo demasiado rápido como para dejarme asimilar cada cosa que había pasado. En este momento me sentía bien, completo, como si nada importara.
-¿Cómo puedes extrañarme después de lo que te hice? Soy un cabron, un cobarde. Te mentí y te lastimé, se que confiaste en mi y...
-No te odio, nunca lo haría. Parece una estupidez pero, siempre estabas ahí para hacerme sentir mejor,tus bromas y tus chistes... Incluso cuando podíamos olvidarnos de todo -Sentí como una oleada de agonía y mi voz a punto de quebrarse.
-Jonathan, eres demasiado extraño. Eres adicto al peligro, es como si te atrajera, como si tu alma llama a él. Te dije que yo mismo te mataría si le decías a alguien, creí que me dejarías en paz, lo deseaba tanto por que habías sido tan amable conmigo. Pensaba, si le cuento a este chico lo que hice, pensara que estoy loco y que soy un enfermo y saldrías corriendo, pero fue lo contrario y eso me dio fuerza para seguir y sentir que alguien estaba conmigo.
Libero mi mano, mi cuerpo y se incorporo.
-Me sentí tan mal por lo que te dije y salí huyendo a la playa, dije: Jonathan no me va a perdonar jamás, pero lo prefiero a meterlo en esta mierda. Luego apareciste en la playa y me impresionó, eres más fuerte que yo, intentando buscar la mejor solución. Eras un amigo. Esa noche, cuando me besaste, fue un beso muy diferente al que tuvimos en la playa. Era un beso de verdad, me besaste a mi y no a Albish... Ellos me dijeron que si no me alejaba de ti, te iban a lastimar, y la salida más fácil fue llamarte Maricon. Le doy gracias a Albish por golpearme, me lo merecía.
Me levanté despacio y me acerque, luego lo mire fijamente mientras deseaba que dejara de hablar...
-Eso no importa, nada de eso importa. Se por que lo hiciste y, de verdad que no te odio. Bueno, te odio por ser así, por ser un idiota, por querer que te odie -Se formaba un nudo en mi garganta, quería gritarle pero no podía.
Sus ojos recorrieron mi rostro y luego sus dedos se deslizaron por mi mejilla.
-No quiero que llores, te dije que no te quiero ver así -Apretó la mandíbula.
-Tu me haces sentir así, me pones así, no quiero que vuelvas a sentir odio por todo y todos, me gusta el Brayden, el que me beso, él que estaba conmigo -se me quebró la voz.
-La verdad es que tengo mucho miedo -soltó y su voz también se quebró-. No soy tan fuerte, no lo soy, me esta destruyendo poco a poco, cada vez que quiero dejar de sentir y de pensar, pero no es tan fácil. Escucha, he estado tirado en el suelo de algún callejón, drogado hasta las cejas. Me he llenado de problemas, le he partido la cara a miles de bastardos, he hecho miles de estupideces y sin embargo soy un maldito chico aterrado.
Se apretó la cara con su mano, con tanta fuerza.
-¿A que le tienes miedo? -Estire mi brazo y tome su mano, la mantuve fuerte contra el suelo.
-A todo, me tengo miedo, ami, a mis padres, a ti, a todo. Con mi otra mano le limpie las lágrimas que le escurriendo despacio por las mejillas, acaricie su rostro despacio y el lo disfruto, me miro y frunció el ceño-. Tengo miedo de que mis padres se enteren que estuve con Ryan y con Hayley, tengo miedo de que mis padres se decepcionen de mi por haber estado con un chico. Tengo miedo de que regresen por mi, o por mi familia. Tengo miedo de perderte a ti, de lastimarte otra vez de que me odies, de que me olvides.
-No tengas miedo, nada de eso va a suceder, no estas solo -bajo la mirada y la clavo en el suelo-. ¡Mírame! ¡Estoy aquí y siempre lo estaré!
Levanto la mirada y sus ojos llenos de lágrimas miraron los míos, tenían es brillo otra vez, como al que recordaba.
Me arrastre sobre mis rodillas y lo envolví con fuerza contra mi cuerpo, y comenzó a llorar con fuerza, su mano se aferro de mi brazo y su cabeza contra mi cuello.
En ese pequeño momento, me abrazo la idea de que al menos, Brayden, estaba conmigo, y que realmente el me necesitaba como yo a el. Lo visualice a mi lado, sujetando mi mano con fuerza, recostados sobre el césped bajo la sombra de un árbol. Y el resto iluminado con el sol cálido, su sonrisa y su ojos, y esa sensación de que nada importaba por que el estaba conmigo, estaba a mi lado y su felicidad era la mía.
Me recosté de regreso en mi sitio y el se acomodo despacio sobre mi pecho. Eche la cobija encima de nosotros y lo abrace con fuerza contra mi pecho, sentía su cuerpo contra el mío. Y me sentí muy bien.El escalofrío me recorrió el cuerpo y me sacudí. Busqué con mis dedos entre las cobijas un poco de su calor, pero no lo encontré. Me incorpore de un movimiento brusco y me encontré dolor en la tienda. La entrada estaba medio abierta y el aire helado se filtraba despacio.
Me arrastre a la salida y eche una mirada fuera, esta aclarando pero la niebla profundo se movía por todas partes, no veía más allá de mi nariz. Sentí como la cara se me endureció con el helado aire de la mañana. Olía a tierra mojada, vegetación húmeda y a frío.
Tome una de las cobijas y me la envolví por el cuerpo listo para salir a la intemperie, pero me daba un poco de miedo entrar a la blancura borrosa.
Arrastre un pie fuera y luego otro, me tape la cara con la capucha de la chamarra cuando el frío me heló las mejillas, di otro par de pasos con la cobija bien envuelta y entorno la mirada entre lo borroso, no alcanzaba a ver nada.
Intente tomar orientación de la noche anterior y ubicar el resto de las casas, y donde había estado la fogata. Camine a tientas, despacio y el silencio sepulcral también era aterrador.
Seguí moviéndome despacio hasta que alcance a ver una luz, resaltaba de la blancura y se movía.
Me encamine con los pasos cortos y firmes del suelo hasta que reconocí el fuego de la fogata, y las sombras tomaban formas, vi a alguien sentado en un tronco cerca del fuego y luego vi a Brayden.
-¡Mierda! -gritó-. ¡Diablos, Jonathan! Estaba a punto de gritar, creí que eras un maldito oso.
Traía la capucha sobre la cabeza, casi sobre sus ojos, le dio un sorbo a la taza humeante. Y luego sonrió.
-¡Jódete! -Me acerque hasta él y me tire a su lado, me abracé de la cobija y mire el fuego que se agitaba y salpicaba.
Me ofreció la taza caliente repentinamente y se puso de pie, levantó uno de los termos cerca de la fogata y sirvió otra taza. Era chocolate, lo olí cuando me lo dio. Me dio la nueva taza y le entregue la suya.
-¿Qué hora es? -le pregunte.
-No tengo idea, quizá las ocho o más temprano. Tenía ganas de ir al baño, me desperté y luego vine por una taza de chocolate -me explicó-. La verdad era que, extrañaba mucho estar cerca de ti. Me duele pensar en lo idiota que soy.
Frotó su hombro con el mío. Levante la cobija como pude y la extendí pasando encima de su hombro. Él, tomó la orilla y la jalo para taparse. Se acurrucó contra mi y se quedo quieto.
-Lo sé, no puedes vivir sin mi -sonreí y luego me reí.
Levantó la mirada y analizo mi expresión, sus ojos tenía una brillo, pero parecían tristes.
-Tu tampoco, no te hagas -me acuso.
-La verdad es que no, te extraño más de lo que yo mismo creía, y lo quería creer...
-Lo se, no puedes vivir sin mi -se echo a reír a carcajadas.
Sonreí.
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QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅
RomanceA pesar de tratar por mantenerse juntos, el peligro parece seguir cerca de ellos. En el primer indicio de peligro, terminar parece ser la mejor decisión para ambos. Brayden, su nuevo compañero se adentra de una manera muy extraña en la vida Jonathan...