VEINTIOCHO

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A la semana siguiente, mi madre compró las casa de campaña. Tres para ser exactos. Ya estaban amarradas al techo de la Suburban y metía cosas en una maleta.
-¿Mark viene con nosotros? -estaba sentado sobre una silla recargado en la barra. Bebía chocolate caliente y el cielo parecía que dejaría caer una tormenta en cualquier momento.
-Si, vendrá con nosotros y espero que te lleves bien con él - me sonrió irónicamente-. Hazlo por mi.
-Mamá, no me importa si quieres rehacer tu vida y eso, pero, es extraño, hemos sido los dos toda la vida. No estoy seguro de querer llamarlo Papá...
-Ajaja -soltó la carcajada-. Jonathan, llamalo Mark, viejo, como sea, no espero que lo llames así, y seria algo muy pronto. Al menos no seas malo con él, de verdad quiere intentar caerte bien. Quiere llevarte a pescar...
-¡No tengo ocho años! -le solté y bebí chocolate-. Quizá me comporto como uno de ocho, pero no quiero hacerlo.
-Ya veremos que sucede. ¿Ya tienes todo listo? Estaremos en la montaña, se acerca una tormenta y no te quiero muriendo de frío. Compartirás la tienda con Brayden -Lleva la maleta a la entrada con las demás.
-No se como será, no he hablado con el estas dos semanas.
Desde el domingo que lo fui a visitar no había sabido nada de él. No estaba muy seguro de como estábamos luego de que mi madre hablara con Maggie, mi madre le dijo las partes importantes así que dudaba que supieras que yo se lo conté a mamá. Ya era Sábado en la mañana y el frío ya se sentía, ni había sol en el cielo cerrado.
Comencé a subir las maletas, unas tenían cobijas y almohadas. Otras cosas de cocina, algunos trastos con bocadillos que preparo mi madre, ensalada y algo más. Chocolate caliente, o no se como espera mantenerlo caliente.
Me colgué la chamarra y me recargue en la camioneta. Mamá fue por lo vecinos y me encamine a ayudar con sus cosas. Brayden se colgó una maleta y sin cruzar mirada conmigo se acercó a la camioneta, la dejo por ahí y se quedo de pie.
Cuando terminamos, nos subimos a la camioneta. Me subí en el copiloto, detrás Maggie y Molly, con su suéter morado y su boina que se veía adorable. Y Brayden en la última fila de asientos.
-Mark llegará más tarde. Nos va a alcanzar haya -me dijo mamá arrancando la camioneta.
-¡Esto será genial! -Maggie abrocha el cinturón de Molly y el de ella.
Miró por el retrovisor y Brayden con los auriculares y mirando por la ventana. Su expresión no dejaba ver nada exactamente lo que estaba pasando por él.
A pesar de todos mis intentos por pasar detrás de los que sentía, y que quería hablar con Albish, aunque no sabia con exactitud que debía decirle, o que esperaba realmente.
También, había sido lo mejor darle tiempo a Brayden, se que me sentía mal, y que supiera que yo hable con mamá. Pero, también, una parte de mi quería tomarlo con fuerza, por los brazos, por el cuello y estampar lo contra un muro. Gritarle y decirle que despierte. Extrañaba a Brayden, lo extrañaba de verdad, pero no sabía a que grado.
Condujo recto por la calle, la fila de árboles en la orilla del camino y el cielo cada vez más propenso a desmoronarse sobre nosotros. Giro en un entrada de camino, abriéndose paso entre el bosque y los gruesos troncos de pino y la maleza sobre ambos bordes del camino de terracería. Se volvió más oscuro de lo que ya estaba.
Mi madre y Maggie hablaban sobre cosas del trabajo y todo eso, pero yo miraba el paisaje de alrededor e intentando alejarme un momento de mis pensamientos.
Seguía conduciendo por el sendero, subiendo empinadas y pasando entre los árboles del bosque recubierta por la capa de musgo verde, que resaltaba en todas direcciones, entre la maleza y las rocas, como un lugar muy húmedo. Brillaba con un verde azulado, a pesar de que se veía un poco oscuro, se veía muy bien.
Pasamos entre caminos, vueltas mientras íbamos ascendiendo. Pasamos por un puente y el río debajo que corría con fuerza, giramos bajo un montón de pinos, luego la montaña encima de nosotros, pasamos el túnel de luces amarillas y el eco de la camioneta retumbó por todas partes. Al final, volvió a girar por el camino, pero los árboles ya no se plantaban a las orillas, era un campo abierto de maleza pero el camino estaba marcado. Cada vez ascendía más. Más arriba, la Arboleda volvía a florecer. Siguió despacio mientras la camioneta se tambaleaba de un lado a otro por la subida.
Mire alrededor, y ya estábamos demasiado alto, veía el bosque debajo de la colonia, y el cielo gris casi pegado a nosotros.
Paso entre la Arboleda y la oscuridad domino una vez más, parecía un sitio tétrico, pero luego el claro apareció. Era más estable que alrededor, mamá detuvo la camioneta en una orilla y salimos.
Me metí las mano dentro de la chamarra como pude, el viento soplaba con un corriente más fría que antes, quizá por que estábamos muy alto.
Ayude a bajar las maletas, las pusimos juntas y separadas por cosas. Luego las tiendas.
Brayden se quedó de pie mientras sacaba la nuestra del estuche.
Le eche una mirada y sonrei.
-¿Me echas una mano? -le dije a regañadientes esperando alguna respuesta. Se limitó a responder y se acercó.
Tomó la funda con fuerza con su mano buena mientas yo sacaba la tienda de un tirón, luego, me ayudó a extenderla y armar las piezas par unirla. La sujetó mientras yo armaba, la arrastramos un poco hasta el centro del claro.
Continuamos con el resto de las tiendas, las armamos de la misma manera mientras mamá y Maggie estaban desempacando​ las maletas de mantas y comida.
Me recargue en la camioneta y luego mire a Brayden se quedó de pie, mirando a todas partes. Traía una chamarra color azul marino, pantalones oscuros y unas botas bien amarradas. El cabello peinado hacia atrás, con un poco de flequillo al frente. Se metió la mano al bolsillo. Parecía más alto de lo que recordaba.
Me miró por el rabillo del ojo e instintivamente baje la mirada al suelo. Se volvió para verme y miré despacio, sus ojos me miraron, pero no alcanzaba a captar nada en ellos, no estaba seguro de que sentía, o pensaba. Baje la mirada otra vez y me encamine cerca de mi madre, me tire en el suelo húmedo y me abrace las rodillas.
Escuchaba la conversación de mi madre y Maggie, aunque no realmente. Luego de un rato, Molly se recostó encima de mis piernas.
La pequeña se veía más grande, pasába mis dedos por su cabello.
Brayden estaba recargado en uno de los troncos más cercanos, traía los auriculares y los ojos cerrados.
Una parte de mi se moría de ganas se ir con el y hablar, no quería creer que el me odiaba por contarle todo a mi mamá, aunque, otra parte de mi quería creerlo y esperaba que las cosas fluyeran por sí solas.
Intentamos encender una fogata, y lo logramos después de miles de intentos. Calentamos un poco del chocolate y lo servimos. El frío comenzaba a incrementar conforme se hacia tarde, el cielo también se iluminaba mientras los rayos lo cruzaban como venas retorciéndose. Luego el trueno que hacía eco por todas partes. Asamos salchichas para comer, mientras Brayden se quedaba lejos observando.
Cuando Mark llegó en su auto, se quedó cerca de mamá y de mi contando algunas cosas, como sus primeras excursiones a la montaña o navegando y perdiéndose sin rumbo fijo por el océano pacífico.
Sus ojos me miraron por un momento y los miré fijamente, luego miraron en otra dirección.
Cuando oscureció casi por completo, la lluvia comenzó a caer con fuerza mientras el viento soplaba tan fuerte. Guardamos las cosas en la camioneta y nos adentramos a las tiendas. Me acurruque dentro y me cubrí con las cobijas, el frío era tan fuerte que el escalofrío me recorría cada dos segundos haciéndome retorcer.
Brayden entró luego de un rato . Se arrastro con su brazo y se recostó se tapo con la cobija y yo me incorpore para cerrar la tienda.
La tienda se sacudía con fuerza por el viento y la lluvia también la empujaba fuerte.
Me acomode de nuevo y me quedé quieto, pero temblaba por el frío y también sentía una extraña tensión. La linterna iluminaba un poco y miré por el rabillo del ojo, sus ojos estaban fijos en el techo de la tienda.
Me volví despacio y vi su rostro, la piel mojada al igual que su cabello.
-¡Esto apesta! -dije en voz baja con un tono de burla.
-¿Apenas te das cuenta? -respondió. Sonrió un poco.
-Solo a nosotros se nos ocurre salir cuando una tormenta se acerca, a la montaña, donde quizá, el frío es peor que en casa -continúe. Dije de manera firme, no quería arruinar nada.
-Creo que si -se mordió el labio inferior con fuerza.
Seguí mirando su rostro, y sus ojos me miraron por el rabillo. El temblor seguía en mi cuerpo junto con el escalofrío, el frío congelaba mi cara poco a poco, incluso sentir los dedos de mis pies como rocas heladas.
-¿Tienes frío? -le pregunte a regañadientes, al menos las cosas iban bien hasta ahora.
-Un poco -susurró. Se río-. No, no te voy a mentir estoy tan congelado como para moverme, de verdad no siento mis dedos.
Me moví un poco, despacio, casi sin querer hacerlo y me acerque a él. Rebusque debajo de las cobijas hasta sentir sus dedos fríos, los enrede en los míos que parecían estar a la misma temperatura. Sentí como su cuerpo se ponía tenso. Me acerque un poco más y lo rodeé despacio con mi brazo. Luego me quede quieto esperando alguna reacción, pero simplemente se quedó quieto conmigo. Cerré los ojos y espere que al menos me sintiera un poco mejor, el frío me recorría la piel a pesar de que tenía como cuatro sudaderas y una chamarra.
Deje mi cabeza cerca de la suya, mi aliento chocaba contra su cuello y regresaba contra mi nariz, lo sentía en mi cara congelada que apenas podía mover. Y luego, me quede dormido

QUÉDATE CONMIGO© #2 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora