Drizella Barker es una chica que vive en Reseda, sus padres y sus hermanos se fueron a vivir a las colinas, ya que los padres han montado una buena empresa y ahora se les considera ricos, no quieren seguir en Reseda, por lo que le manda a su hija c...
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DRIZELLA estaba en su sofá sin hacer nada, era sus últimos dos días de expulsada. Al día siguiente tenía que ir a una prueba de Cobra Kai.
Escucho dos golpes en su puerta, se asustó, no esperaba a nadie, y sus padres no sabían que ella estaba ahí.
Se acercó con cuidado a la puerta y miró por la mirilla.
Cuando vio a quien había detrás sonrió y abrió de inmediato.
Al abrir la puerta se encontró con su mejor amiga, de siempre, Katie Copper, una chica rubia con mechas de colores, un estilo un poco extraño.
Las chicas chillaron y se abrazaron a la vez.
—Menos mal que ya volviste de tu viaje.—dijo Drizella aliviada.
—Ya tenía ganas de verte.—sonrió Katie y se separaron del abrazo.—¿Estás sola?—preguntó Katie al entrar en la casa.
—Llevo mucho tiempo estándolo.—contestó Drizella cerrando la puerta y Katie volteó para verla.—Mis padres, consiguieron un trabajo mejor, ahora viven en Las Colinas. Son ricos ahora.
—¿Y tú qué haces aquí?—le preguntó Katie.—Siempre te quejabas de que estos apartamentos son una mierda.
—Ya no me lo parece.—contestó Drizella.—Y ahora está casa es mía. Mis padres me pagan el alquiler, agua, luz y gas, y me mandan dinero para que haga lo que considere.
—Wow, no me esperaba esto la verdad.—dijo Kate paseándose por la casa y vio como donde tenían la gran foto familiar ahora había una foto de ella dos.
—Volví a practicar karate.—confesó Drizella y Kate volteó.
—¿Qué?
—Pues eso.—suspiró Drizella.—Estuve con el señor LaRusso.
—¿De LaRussoAutos?—le preguntó Kate mientras tomaba algo para comer.
—Exacto, pero cambiaré de dojo.—explicó Drizella mientras se sentaban en el sofá.—¿Te acuerdas de Johnny Lawrence?
—¿Ese hombre?—le preguntó Katie.—¿No es un fracasado desde que perdió el All Valley?
—Ha mejorado.—contestó Drizella.—¿Por qué no te vienes conmigo?—le pregunto Drizella.—Antes practicábamos karate juntas, nos sacamos juntas la cinta negra.