Drizella Barker es una chica que vive en Reseda, sus padres y sus hermanos se fueron a vivir a las colinas, ya que los padres han montado una buena empresa y ahora se les considera ricos, no quieren seguir en Reseda, por lo que le manda a su hija c...
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LA ESCUELA ya había empezado, la cafetería estaba llena.
Drizella se sentó con sus dos amigos, Eli y Demetri.
—¿Qué se cuentan chicos?—preguntó Drizella sentándose.
—¿Por qué sigues sentándote con nosotros?—preguntó Demetri con el ceño fruncido.—Cualquiera te aceptaría en su mesa.
—Pero vosotros sois mis amigos.—contestó Drizella.
En eso Miguel, era nuevo en esa escuela, se acercó a esa mesa.
—¿Me puedo sentar?—le preguntó el latino a todo el grupo, en concreto a su vecina.
Drizella iba a hablar pero Demetri se le adelantó.
—Lo siento, la mesa está súper solicitada, te lo aseguro.—contestó sarcástico.—Te puedo poner en la lista de espera, pero no habrá hueco hasta el próximo semestre.
—Vale.— Miguel aceptó su derrota y estaba dispuesto a irse.
—Espera.— lo detuvo Drizella.—Te está vacilando. Siéntate.
—Miguel.— se presentó mientras se sentaba a los dos desconocidos.
—Demetri.—se presentó.—Este es Eli.—dijo y Miguel miró al chico.—No es de muchas palabras. Ella es...
—Miguel y yo somos vecinos.—contestó Drizella.—Ya sabe quien soy.
En eso pasaron por el costado de su mesa Yasmine y Sam para ir a su mesa. Demetri notó como Miguel las seguía con la mirada.
—Tío, no te fustigues.—le dijo Demetri.—Esas son las chicas ricas.
—¿Habláis con ellas alguna vez?—preguntó Miguel.
—Sam es...una conocida de la familia.—contestó Drizella.
—Y tanto.— contestó Demetri sarcástico.—Salimos después del insti. Nos enrollamos, siempre nos metemos mano.— siguió y Miguel rodó los ojos.—Eli es el rey del baile. Es el que más polvos echa, ¿a que sí, Eli?— preguntó sarcástico.—¿Hablas con ellas?—preguntó de nuevo con sarcasmo.—Sabes en qué mesa te has sentado, ¿no?—le pregunto a Miguel.—Acabas de despedirte de toda esperanza de perder la virginidad antes de la universidad.
—Mierda, Yasmine nos mira.— dijo Eli con miedo.—Debe reírse de mi.
—No, ¿qué dices? Hombre, no.—negó Miguel.—Mira, que estén buenas no significa que sean malas.
