El Peso del Silencio

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Los días que siguieron al lunes se sintieron extraños, como si un velo invisible hubiese caído sobre la relación de Minho y Jisung. Aunque las cosas parecían normales en la superficie, Jisung podía notar los cambios. Minho no lo ignoraba, pero la calidez que alguna vez compartieron se había vuelto fría, distante. Cada mirada que intercambiaban estaba cargada de algo que Jisung no podía identificar con claridad. No sabía si era confusión, culpa o simplemente indiferencia, pero sabía que las cosas habían cambiado.

El miércoles por la tarde, mientras cenaban en la mesa familiar, la madre de Minho rompió el silencio, anunciando que se iría por trabajo durante el fin de semana.

—Voy a estar fuera el viernes y el sábado, chicos. Espero que se porten bien en mi ausencia —dijo con una sonrisa ligera, mientras recogía su plato.

Jisung asintió en silencio, pero entonces escuchó algo que le hizo detenerse. Las palabras que Minho dijo a continuación lo hicieron sentir un nudo en la garganta.

—Seguro, mamá. Han y yo somos los mejores hermanos del mundo —respondió Minho con una sonrisa sarcástica, que no llegó a sus ojos.

La madre de Minho rió suavemente, sin captar la tensión detrás de la broma. Jisung, sin embargo, no pudo ignorar el doble sentido de las palabras de Minho. Había algo en la forma en que lo dijo, como si estuviera subrayando el absurdo de su situación.

—Estoy muy contenta de que finalmente se lleven bien como hermanos —añadió la madre, sin sospechar nada.

El comentario fue como una bofetada para ambos. Jisung bajó la vista a su plato, jugando nerviosamente con su comida, mientras Minho seguía comiendo con la misma calma de siempre. La incomodidad era palpable, pero ninguno de los dos se atrevía a decir nada. Era como si estuvieran atrapados en un papel que no podían dejar de interpretar.

Cuando terminaron de cenar, la madre de Minho les deseó buenas noches y subió a su habitación. Jisung se quedó un momento más en la mesa, recogiendo lentamente los platos. No podía dejar de pensar en cómo se sentía ser visto como "hermanos", cuando en realidad había tanto entre ellos que no podían decir.

Minho, por su parte, se levantó y fue a su cuarto sin despedirse. Jisung lo observó marcharse, queriendo decir algo, pero no encontrando las palabras correctas. ¿Cómo se supone que debía lidiar con esta situación? ¿Cómo podía acercarse a Minho cuando este seguía siendo tan inalcanzable?

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El jueves pasó de forma similar, cada momento compartido parecía una coreografía ensayada: desayunaban en silencio, se dirigían al colegio juntos, intercambiaban comentarios superficiales sobre el tráfico o las clases. Pero en el fondo, había una tensión que Jisung no podía ignorar.

Esa tarde, Minho se quedó en su habitación la mayor parte del tiempo. Jisung lo notó al pasar por el pasillo, y durante unos segundos se quedó frente a su puerta, preguntándose si debía golpear. Quería hablar, aclarar las cosas, pero algo lo detenía.

"¿Y si empeoro todo?", pensaba Jisung, inseguro. Finalmente, decidió dejarlo pasar, al menos por esa noche. Quizás era mejor esperar a que las cosas se calmaran por sí solas.

Pero el silencio se hacía cada vez más pesado, casi insoportable. Cada pequeño gesto de Minho lo confundía más. Aunque no lo ignoraba, había una frialdad constante en su trato. Minho no parecía molesto, pero tampoco se mostraba cercano. Era como si estuviera manteniendo una distancia calculada entre ellos, una barrera que Jisung no podía atravesar.

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El viernes por la mañana, las cosas no habían mejorado. El desayuno fue rápido y silencioso, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Minho parecía más concentrado en el teléfono que en lo que sucedía a su alrededor, y Jisung se sintió más ignorado que nunca.

—¿Vas a salir con tus amigos hoy? —preguntó Jisung, tratando de sonar casual mientras terminaba su café.

Minho lo miró brevemente antes de encogerse de hombros.

—No lo sé. Probablemente no.

Esa indiferencia era como una daga para Jisung. Minho no se estaba alejando completamente, pero tampoco hacía ningún esfuerzo por acercarse. Parecía que todo lo que había pasado entre ellos no significaba nada para él.

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Al llegar del colegio, Minho fue directamente a encerrarse en su habitación, y Jisung hizo lo mismo, tratando de distraerse con tareas y videos, aunque su mente siempre volvía a lo mismo: Minho y el vacío que había entre ellos.

Al caer la noche, Jisung ya no podía soportarlo más. Necesitaba hablar con Minho, aunque fuera solo para obtener algo de claridad. Se levantó de la cama y caminó decidido hacia la habitación de Minho. Golpeó la puerta suavemente, esperando una respuesta.

—Entra —escuchó la voz de Minho, apagada desde el otro lado de la puerta.

Jisung abrió lentamente y lo encontró recostado en su cama, con el teléfono en la mano. La escena era tan normal, pero a la vez, la tensión entre ellos la hacía casi irreal.

—¿Qué pasa? —preguntó Minho sin mucho interés, ni siquiera levantando la vista.

Jisung dudó por un momento, pero luego se sentó en el borde de la cama. Ya no podía seguir ignorando lo que sentía. El silencio entre ellos estaba carcomiéndolo por dentro, y si no hablaba ahora, probablemente nunca lo haría.

—Solo... quiero saber si estamos bien —dijo en voz baja, temiendo la respuesta.

Minho finalmente apartó el teléfono y lo miró con el ceño ligeramente fruncido, como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa.

—¿Por qué no estaríamos bien? —preguntó, su tono frío, pero sin agresividad.

Esa respuesta lo dejó sin aliento. Minho realmente estaba tratando de fingir que todo estaba normal, como si lo que había pasado entre ellos no hubiera sido nada más que un incidente sin importancia.

Jisung suspiró, sintiendo cómo el peso de sus emociones se acumulaba en su pecho. ¿Cómo podía Minho ser tan indiferente? ¿Acaso no significaba nada para él?

—Porque las cosas no son como antes —murmuró Jisung, bajando la mirada.

Minho soltó un suspiro pesado, como si estuviera cansado de tener esta conversación.

—Mira, Han. Ya te lo dije. No me gustan los problemas, y eso solo traería más complicaciones.

Las palabras eran como un balde de agua fría para Jisung. Minho seguía viéndolo todo como un problema que debía evitar, una complicación innecesaria en su vida. Jisung asintió lentamente, aunque por dentro sentía que algo se rompía.

—Sí... lo entiendo —respondió finalmente, aunque sabía que no lo hacía del todo.

El silencio volvió a llenar el espacio entre ellos. Pero esta vez, se sentía aún más pesado, casi asfixiante. Jisung sabía que había algo entre ellos, algo real, pero Minho no estaba dispuesto a enfrentarlo.

¡Él no es mi Hermano!  | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora