Incheon

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Después de varios días de espera y anticipación, finalmente llegó el momento del viaje a Incheon. Jisung estaba emocionado y algo nervioso, pero sobre todo, estaba agradecido de poder ver a su abuela, la persona que había sido su refugio después de la pérdida de sus padres.

Minho lo observaba con una pequeña sonrisa mientras revisaban los últimos detalles, sintiendo una mezcla de ternura y una creciente preocupación por los estudios que estaban dejando de lado. Aunque sabía que ese viaje significaba mucho para Jisung, también le costaba desconectarse del todo.

—Han, solo tenemos dos días —comentó Minho mientras cerraba la cremallera de su mochila—. No quiero que nos atrasemos demasiado.

Jisung, acostumbrado a los momentos de seriedad de Minho, le dedicó una sonrisa cómplice.

—Lo sé, Minho. Está bien, de verdad. Este viaje no es sobre el tiempo que estemos aquí, sino sobre el tiempo que pasemos con ella. Prometo que no te distraeré de más.

Minho asintió, aunque no pudo evitar revolverle el cabello de manera cariñosa antes de salir.

El viaje en auto pasó rápido, en medio de charlas sobre sus amigos, recuerdos de infancia de Jisung, y el sonido rítmico de las carretera. Jisung miraba emocionado por la ventana, reconociendo los lugares y sintiéndose cada vez más cerca de su hogar. Al llegar a Incheon, la nostalgia se mezcló con la alegría, llenando a Jisung con una calidez que no había sentido en mucho tiempo.

Finalmente, llegaron al asilo. Jisung tomó la mano de Minho, quien notó lo nervioso que estaba. Caminaban por los pasillos silenciosos, rodeados del aroma a madera y flores frescas que emanaba el lugar. Cuando llegaron al área común, la abuela de Jisung estaba sentada en una pequeña mesa, charlando con algunos residentes. Su cabello gris estaba cuidadosamente arreglado, y su expresión reflejaba paz y serenidad.

—Abuela... —Jisung susurró, y su voz tembló un poco.

Ella levantó la vista, y al reconocerlo, sus ojos se iluminaron de inmediato.

—¡Jisung! —exclamó, abriendo los brazos con una sonrisa que irradiaba amor y dulzura—. ¡Mi niño, has vuelto!

Jisung se acercó rápidamente y se hundió en el abrazo de su abuela, quien le acarició la espalda suavemente. Parecía que el tiempo se había detenido; su abuela era el último lazo que tenía con sus padres y su vida en Incheon, y ese abrazo parecía reconectarlo con todo eso.

—Te extrañé tanto, abuela —murmuró, con un nudo en la garganta.

—Yo también, querido. Me haces mucha falta. —Ella lo miró con ternura antes de soltar una leve carcajada—. Mírate, has crecido tanto desde la última vez.

Jisung se sonrojó y, sintiendo una oleada de orgullo, decidió presentarle a Minho.

—Abuela, quiero presentarte a alguien muy especial —carraspeó un poco y trató de calmarse—. Este es Minho... mi novio.

No tuvo miedo de admitirlo ya que su abuela lo conocía perfectamente, y sabía que no lo juzgaría.

La abuela de Jisung observó a Minho con una expresión de curiosidad y luego le dedicó una cálida sonrisa. Tomó suavemente la mano de Minho y le dio unas palmaditas amables.

—Es un placer conocerte, Minho. Gracias por cuidar de mi Jisung.

Minho, algo incómodo pero conmovido por la calidez de la anciana, inclinó la cabeza en una pequeña reverencia.

—Gracias a usted por recibirnos. Jisung me ha hablado mucho de usted.

—Ah, así que has escuchado sobre esta vieja mujer, ¿eh? —respondió con una risa suave, mirándolos a ambos con una mezcla de cariño y picardía—. Lo único que quiero es que mi niño esté bien, y ahora que sé que tiene a alguien a su lado, me siento tranquila.

Jisung apretó la mano de su abuela, sintiendo que su corazón latía más rápido. Había sido una conversación breve, pero su abuela siempre había tenido una capacidad asombrosa para hacerle sentir seguro con unas pocas palabras.

Pasaron la tarde charlando, recordando historias de cuando Jisung era pequeño, y compartiendo anécdotas divertidas que arrancaban risas a todos. Minho disfrutaba de escuchar las historias, viéndolo tan cómodo y feliz en ese ambiente familiar. La abuela incluso los molestó un poco, sugiriendo que pronto esperaba verlos a ambos en Incheon de nuevo.

—Bueno, cuando vuelvan, espero que sea para quedarse un tiempo más —les dijo, con un brillo de emoción en los ojos—. Quizás en algún momento de vacaciones, ¿eh?

Finalmente, después de varias horas, llegó el momento de despedirse. Jisung la abrazó fuerte, prometiéndole que volvería pronto, y le dejó una carta para que la leyera en las noches en las que extrañara su compañía. La abuela le acarició el rostro, asintiendo.

—Sé que donde estés, estarás bien, querido. Cuida de Minho también, parece un buen muchacho; es lindo que haya hecho el esfuerzo de traerte a verme, ¿eh?

Jisung asintió con una sonrisa, sintiendo que cada palabra de su abuela era como un bálsamo para su corazón.

.

Después de su emotivo encuentro con la abuela de Jisung y de explorar un poco la ciudad, los dos finalmente se retiraron a su habitación de hotel. Al entrar, Minho lanzó su mochila sobre una silla y, con un suspiro, se sentó en un pequeño puff de la habitación.

Jisung lo observó con una sonrisa antes de acercarse al control remoto de la habitación. Mientras inspeccionaba las opciones, encontró un botón curioso que decía "Luces de ambiente". Lo presionó, y de inmediato, las luces cambiaron a un rojo tenue.

—¿Minho... qué tipo de hotel reservaste? —preguntó Jisung, alzando una ceja, divertido.

Minho, al ver el cambio de luces, soltó una risa incrédula.

—No tenía idea de que hacía eso —respondió, mirándolo con una mezcla de sorpresa y diversión—. Pero, bueno... no lo cambiaremos ahora, ¿o sí?

Jisung se acercó con una sonrisa juguetona.

—Sabes... hay ciertas cosas aquí que prefiero no tocar. —Sacó un pequeño catálogo que había en la mesita de noche, señalando una página que mostraba los "servicios especiales" del hotel, entre los cuales figuraban varios "juguetes de cortesía" y artículos disponibles para la comodidad de la pareja.

Minho le dio una mirada rápida y luego se apartó, fingiendo disgusto, aunque con una risa contenida.

—Esto es ridículo. ¿Quién en su sano juicio usaría algo así de un hotel?

—Totalmente de acuerdo. Pero... —Jisung le dio un empujón ligero y luego, con una mirada más tierna, lo tomó de la mano y lo guió a la cama.

Minho observó a Jisung, quien de inmediato notó que él estaba más tenso de lo normal, seguramente debido a los estudios y la presión del próximo año. Jisung lo estiró suavemente para que le diera la espalda y luego comenzó a darle un masaje en los hombros, aplicando una presión suave y firme.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Minho, divertido, aunque no se quejaba.

—Relajándote —respondió Jisung en tono serio, mientras sus manos se deslizaban por la espalda de Minho, deshaciendo poco a poco los nudos de tensión—. Has estado estudiando tanto últimamente que pensé en ayudarte un poco.

Minho cerró los ojos, disfrutando del contacto y la cercanía, sintiendo cómo su respiración se iba calmando. Jisung continuó masajeándolo, sus manos bajando lentamente por su espalda, y luego le plantó un beso suave en el cuello.

Minho dejó escapar un suspiro involuntario, abriendo un poco los ojos y girando la cabeza para mirar a Jisung con una mezcla de sorpresa y deseo. Aprovechando el momento, Jisung le sonrió y se inclinó sobre él, dejando pequeños besos en su espalda mientras sus manos acariciaban sus hombros.

—Hannie... —susurró Minho en tono de advertencia, aunque sus ojos lo traicionaban, reflejando el mismo deseo que sentía Jisung.

—Shh, sólo relájate —susurró Jisung, esta vez recostándolo y mirándolo con una sonrisa traviesa. Sus manos bajaron lentamente por el torso de Minho, y él no hizo ningún intento de detenerlo.

Las luces rojas bañaban la habitación con una atmósfera cálida e íntima, haciéndolos sentir en su propio mundo, ajenos a todo.

¡Él no es mi Hermano!  | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora