Era un jueves soleado, pero el ambiente dentro del orfanato era agridulce. Jisung había convencido a Minho para que lo acompañara a una actividad de voluntariado que organizó la escuela en un orfanato local.
Al principio, Minho había puesto muchas excusas: que tenía cosas que estudiar, que no le gustaba estar rodeado de niños. Pero Jisung, con su energía habitual y esa sonrisa que iluminaba cualquier habitación, había insistido hasta que finalmente cedió.
—Vamos, Minho —dijo Jisung, tirando de su brazo—. Será divertido. ¡Y puedes ayudar a esos niños! Además, no es como si estuvieras haciendo algo más importante.
Minho resopló, pero la mirada esperanzadora de Jisung lo hizo rendirse. Sabía que este día era importante para su novio.
El día transcurrió con sonrisas y juegos. Minho, aunque renuente al principio, se dejó llevar por la energía de los niños.
Entre varias actividades, Jisung eligió la de pintar caras a los niños.
—Bien niños... ¿Quién quiere ir primero? —preguntó Jisung enérgico, con varios pinceles en las manos.
Los niños se amontonaron gritando y agitando las manos para que los escogieran.
A Jisung le parecía eso sumamente adorable.
Logró organizarlos en fila y fue pintando uno a uno, de animales. Pintó un perrito, un gatito, un tigre, una cebra, un panda, un mono, un sapo... Bueno, fueron muchos animalitos.
—Jisung-hyung, yo también quiero ser un tigre como Soonyoung. —dijo un niño pequeño al llegar su turno.
—¡Oye, yo soy el único tigre! —intervino el pequeño Soonyoung al escucharlo—. Búscate otro animal.
El niño hizo gestos y expresiones de un pequeño felino, lo que ablandó el corazón de Jisung e hizo que riera por la ternura.
—Ya, ya, no peleen. Pueden llegar a un acuerdo.
—Ahora que lo pienso, los tigres son tontos. Prefiero ser un león, ¡el rey de la selva!
El pequeño Soon se ofendió gravemente con eso, pero Minho lo tomó de su bracito y lo acercó a él para susurrarle algo.
—No te preocupes, los tigres son más grandes y fuertes que los leones —murmuró solo para que él escuchara, lo que fue suficiente para que el pequeño Soonyoung se sintiera mejor.
Jisung miró la acción y sonrió con ternura.
—Bien, ahora es tu turno, Minho.
—¿Mi turno? —el mayor enarcó una ceja, dando pasos hacia atrás lentamente.
—Niños... ¡Atrápenlo!
Pronto Minho estuvo rodeado de un montón de niños que gritaban y lo sujetaban para que no escapase.
Le parecía medio ridícula la escena, pero al ver dicha petición en la mirada de su novio, decidió ceder.
Jisung tomó sus pinceles y empezó a pintar a Minho.
—Y... ¡listo! Eres un hermoso conejito.
Minho miró su rostro en el reflejo de su teléfono y no daba más de la pena. Pero de todas formas le pareció gracioso.
—Si fuera un conejo, sería snowball de la vida secreta de las mascotas. —comentó él, riendo.
Sin embargo, al final del día, a medida que se despedían de los pequeños, Jisung se quedó mirando a los niños con una tristeza en sus ojos.
—¿Qué pasa? —preguntó Minho, ya con la cara lavada, notando el cambio en su expresión.
—Nada... —Jisung sonrió, pero Minho podía ver la tristeza detrás de su fachada—. Solo... me recuerda a mi infancia.
Minho se inclinó hacia Jisung, tomando su mano y dándole un ligero apretón.
—¿Quieres hablar de ello? —inquirió con suavidad.
Jisung dudó por un momento, pero luego asintió. Encontraron un rincón tranquilo en el jardín del orfanato, donde el sol empezaba a ocultarse tras los edificios. Era un lugar más privado, alejado de las risas y los juegos.
—Cuando era más pequeño, mis padres... —Jisung respiró hondo—. Fueron todo para mí. Siempre estaban ahí, haciéndome sentir amado. Pero perdí a mis padres hace casi cinco años. Desde entonces, he estado con mi abuela en Incheon, y... —su voz se quebró un poco—. Desde que me mudé a Seúl, no he podido ir a visitarla. Me siento mal por no estar allí.
Minho sintió que su pecho se apretaba al escuchar a Jisung hablar de su dolor. Su instinto protector se activó.
—Lo siento, Han. No sabía que te sentías así.
—Es que... no quiero que me vean como un chico triste —respondió Jisung, limpiándose una lágrima que había caído—. Pero a veces me siento tan solo. Echo de menos a mi abuela y me siento culpable de no haberla visitado aún.
Minho se acercó más, envolviendo su brazo alrededor de los hombros de Jisung.
—Siempre estoy aquí para ti. No tienes que ocultar lo que sientes. —Su tono era firme, pero suave—. Y entiendo lo difícil que puede ser, pero quiero que sepas que no estás solo.
Jisung se sintió reconfortado por las palabras de Minho, pero aún había algo más que quería expresar.
—Me gustaría ver a mi abuela de nuevo. —Dijo en un susurro—. La extraño tanto.
Minho lo miró, una chispa de idea surgiendo en su mente.
—¿Qué te parece si... —comenzó, pero se detuvo un segundo, sopesando sus palabras—. ¿Qué te parece si planeamos un viaje a Incheon? Podríamos ir a visitarla.
Jisung lo miró con sorpresa, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y incredulidad.
—¿En serio? ¿Podríamos hacer eso?
—Claro —respondió Minho, sintiendo que el gesto era lo mínimo que podía hacer por él—. Solo tienes que decirme cuándo.
Jisung sonrió, una sonrisa que iluminó su rostro, y Minho sintió que su corazón se llenaba al ver la alegría en su novio.
—No sé qué haría sin ti, Minho. Gracias por siempre estar aquí para mí.
—Siempre, Hannie. Siempre estaré aquí.
El momento se volvió más intenso, y Minho se inclinó, besando suavemente la frente de Jisung. Era un gesto simple, pero significativo, que hablaba de su conexión y de su amor.
—Vamos a casa —dijo Minho al final, levantándose y estirando la mano hacia Jisung—. Debes estar exhausto.
Mientras regresaban a casa, la atmósfera se sentía más ligera, aunque Jisung seguía reflexionando sobre sus sentimientos. En el fondo, sabía que cada vez que hablaba con Minho, se sentía más fuerte y capaz de enfrentar sus demonios.
Ya en casa, después de una cena tranquila y de compartir algunas risas con Jihyo y Chae, Minho llevó a Jisung a su habitación.
—¿Te gustaría ver alguna película? —sugirió, intentando cambiar el ambiente hacia algo más ligero.
—Claro —respondió Jisung, sintiéndose agradecido por la calidez que le brindaba Minho—. ¿Tienes algo en mente?
Minho buscó entre las recomendaciones de Netflix, eligiendo una que sabía que Jisung disfrutaría. Mientras la cinta comenzaba a reproducirse, Jisung se acomodó cerca de Minho, sintiéndose seguro y amado.
—Gracias por todo, Minho —susurró, sintiendo que el peso de la tristeza se desvanecía un poco—. Por ser siempre tan comprensivo.
—No hay de qué. —Minho sonrió, dándole un ligero beso en la frente.
A medida que la película avanzaba, Minho tomó la mano de Jisung, entrelazando sus dedos. Era un gesto simple, pero significativo, que hablaba del amor y la complicidad que compartían. Y aunque Jisung aún tenía que lidiar con sus propios miedos y recuerdos, sabía que no tenía que hacerlo solo. Con Minho a su lado, se sentía más fuerte, más capaz de enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.
Con esa paz en el corazón, Jisung se acurrucó más cerca de Minho, disfrutando del momento y agradecido por tener a alguien que lo comprendía tan bien.
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¡Él no es mi Hermano! | Minsung
FanficHan Jisung... Era el nombre que Minho detestaba escuchar. ¿Por qué? Minho era el típico chico rico y mimado, que ahora tenga un "hermano" de casi su edad, sólo le complicaba más la vida. Va a tener que aprender a convivir con él, en la misma casa, e...