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Aika se sentó en su oficina, frente a su computadora, mirando el cursor parpadeante en la pantalla. Había sido un día largo y pesado, lleno de tareas que no le interesaban. Desde que ascendió, había tenido que lidiar con nuevos desafíos, pero la capacitación de nuevos empleados siempre había sido la más frustrante. Con un suspiro, tomó su taza de chocolate caliente y dio un trago, disfrutando del calor que le proporcionaba en medio de la monotonía.

Su celular vibró sobre la mesa, interrumpiendo sus pensamientos. Era un mensaje de Suwa.

Suwa: ¿Cómo vas?

Aika rodó los ojos. No podía evitar que su mente divagara. "¿Qué va a pensar Suwa si le digo estoy perdiendo la calma por Rikako Aida?"

Aika: Mal, como siempre. Estoy tratando de ser profesional.

Suwa: Solo supéralo y haz tu trabajo.

Aika frunció el ceño. Suwa siempre había sido directa y a veces un poco cruel, pero tenía razón.

Aika: No puedo evitarlo. Es difícil actuar como si no pasara nada.

Suwa: ¡Vamos, Aika! Tenías 15 años cuando se terminó. Es hora de que dejes atrás esa etapa de tu vida. Ni siquiera sabes si a Rikako le importa.

Aika dejó caer su cabeza sobre su escritorio. Suwa siempre era algo brusca, pero decía la verdad. Su relación con Rikako había sido breve y, aunque había significado mucho para ella en su momento, ahora parecía un eco lejano. Sin embargo, ver a Rikako nuevamente había hecho que esos viejos sentimientos resurgieran como una marea.

Cuando su mente se aclaró un poco, levantó la vista y se encontró con Arisa, que apareció en la puerta de su oficina, cruzada de brazos y con una sonrisa burlona en su rostro.

- No puedo creer que estés sentada aquí, con esa cara de muerte. Aika, por Dios, eres una adulta ahora. ¿Dónde quedó la mujer que me decía que nunca volvería a dejarse golpear por el pasado? - suspiró con enojo. Arisa estaba un poco resentida por pensar en que todas las veces que había acompañado a Aika a alcoholizarse para "olvidar a su ex" habían sido en vano.

Aika se dejó caer hacia atrás en su silla, tratando de parecer despreocupada, pero sabía que su amiga la conocía demasiado bien.

- No me hables de eso, Arisa. Estoy intentando ser profesional aquí, y la última persona con la que quiero cruzarme es con mi ex.

Arisa se acercó, sentándose en el borde del escritorio de Aika.

- Vamos Aika, solo tienes que dejar de pensar en ella, hacer como que no existe.

- ¿Y cómo? No puedo. Trabaja aquí. - Aika puso los ojos en blanco.

- Estás obsesionada con esto. ¿No puedes dejarlo ir? Además, solo duraron tres meses.

Aika frunció el ceño. Ese comentario la había descolocado un poco.

- Tal vez tienes razón, pero no puedo dejar de pensar en cómo fue entonces. Y ahora que la tengo aquí, es como si el pasado regresara a atormentarme. - Su tono se volvió más suave, como si realmente estuviera buscando una respuesta.

Arisa se cruzó de brazos y miró a Aika, evaluando su expresión.

- ¿Por qué no hablas con ella?

Aika la miró, horrorizada.

- ¡No! No puedo, no sé qué decirle. Cada vez que la veo, me acuerdo de lo que pasó y de por qué terminamos. Me siento demasiado avergonzada por como actué.

Arisa suspiró y le dio una palmadita en la espalda.

- Anda, deja de preocuparte. Haz tu trabajo y deja que las cosas fluyan. Las cosas solo son incómodas si tú lo permites.

Aika asintió, sintiéndose un poco mejor. Tal vez estaba exagerando. Tal vez era solo el estrés del trabajo.

Mientras Arisa se iba, Aika tomó un respiro profundo y revisó sus correos. Sin embargo, sus pensamientos seguían volviendo a Rikako. Había algo inquietante en su presencia, algo que no podía ignorar. Una espina del pasado inconcluso que la seguía picando una y otra vez.

Después de un rato, su teléfono vibró nuevamente. Era otro mensaje de Suwa.

Suwa: Oye, solo quiero recordarte que no tienes que sentirte culpable por lo de Rikako. La vida sigue y tú ya cambiaste, no eres esa niña inmadura de antes ¿verdad? Tómate un tiempo para pensarlo mejor y dejar la culpa, por favor.

Aika se sintió abrumada por la preocupación de su amiga, su mente todavía estaba atrapada en el pasado. A veces se preguntaba si había significado algo para ella y si realmente había dejado ir a Rikako. Con un suspiro, cerró los ojos y trató de sacudir esos pensamientos.

Finalmente, decidió que era hora de concentrarse. Se levantó de su silla y se dirigió a la cafetería, en busca más chocolate caliente. Quizás una buena taza de eso la ayudaría a despejar la mente. Tal vez podría encontrar una manera de lidiar con lo que sentía, incluso si eso significaba enfrentarse a Rikako en el proceso.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora