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Aika solo deseaba que la tierra se la tragara.

- Dios, no estoy mentalmente preparada para lidiar con esto.

Por un momento volvió a ser aquella versión adolescente llena de ansiedad. Ver a Rikako la había transportado a su pasado por un breve momento.

La vergüenza se apoderada de ella, aún después de tanto tiempo no sabía como darle la cara a Rikako Aida.

Después de beber un poco de su chocolate caliente, empezó a reflexionar en que debía ser profesional y afrontar las cosas de cara. No es como que su responsabilidad fuera llevarse bien con Rikako, solo debía decirle qué hacer, donde estar, las políticas básicas y ya. Eso era todo, entrar y salir.

Alzó la cabeza para volver en sí misma y justo allí la vio, aparentemente Shuka sí había cumplido con decirle a la nueva donde encontrar a Aika.

- Hola, Aika, mucho tiempo sin verte. - Aika no podía descifrar el rostro de Rikako, era una expresión que intentaba ser neutral de una manera muy forzada, como era normal de Rikako.

- Hola, Rikako, puedes sentarte. - Rikako así lo hizo, mientras se quedaba observando a Aika quien volvió a beber de su taza. Antes de volver a hablar, se quedó mirándola muy fijamente por unos instantes.

- Tarde como siempre eh, no cambias. - la intención original de Aika era romper el hielo, pero su cara la había hecho parecer algo grosera para el gusto de Rikako.

- Lo siento... - Rikako no podía discriturle de todos modos, era la verdad.

- Por favor procura llegar a tiempo, te descuentan ese tiempo y luego debes reponer cada segundo. No me sorprendería si hoy tienes que quedarte esos 40 minutos extra. - Rikako agachó la cabeza, estaba todavía avergonzada por el retardo, y siendo sincera tampoco es como si estuviera gustosa de ver a Aika y saber que era su superior en el trabajo.

Al final estuvieron unos 20 minutos mientras Aika le decía el libreto que le daba a todos los nuevos, después guió a Rikako al puesto de trabajo que le correspondía.

- Es aquí, aquí está la computadora y en este cajón algunos archivos. Creo que el resto de aquí pueden orientarte mejor, si necesitas algo puedes preguntarles. - esta vez Aika cambió su libreto, excluyendose de las personas que podrían ayudarle a Rikako.

- Está bien, muchas gracias, Aika.

- De nada.

A penas Aika iba a salir de allí, una mano tomó la suya y la arrastró hasta los baños.

- ¿Estás bien? - su confiable amiga, Arisa Komiya. Alguien que sabía de arriba a abajo toda su historia de fondo con Rikako Aida.

- Estoy bien, es solo que - Aika posó su cabeza sobre el hombro de Arisa y dio un grito ahogado extremadamente chillón.

- Ajá, entiendo. Ya, ya, todo pasará pronto. Solo tendrás que verla por allí a eso de...

- ¿Sí sabes cuánto se quedará? Eres la noviecita de la de Recursos Humanos, dime que solo se queda un tiempo. - Aika tomó las mangas del blazer de Arisa y la sacudió, como si le estuviera rogando.

- Takatsuki no es mi noviecita. Por cierto, Rikako no es pasante, se quedará. - Aika bajó la cabeza derrotada, se quedaría allí hasta que una razón muy fuerte causara su despido.

- En mi vida pasada fui un costal de sal, Arisa, y en esta vida también. Todo iba tan bien, hasta terminé de pagar a mi precioso. - allí estaba Aika, la típica oficinista que solo se hablaba con dos o tres personas, se veía fría, era cortante; al borde de las lágrimas porque ver a su ex novia todavía le causaba náuseas.

- Ya, exagerada, solo tienes que fingir demencia.

- No me ayudas.

- Me da igual. Debes ser fuerte y concentrarte en el trabajo, ella no te molestará, mucho menos ahora que tienes tu propia oficina y no estarás con todos los demás mortales. - Arisa se sentía aliviada, pasó de envidiar a Aika a agradecer a los dioses que para ellas ni existían.

- Tienes razón. Estaré bien, no te preocupes por mí. - Arisa le dio unas palmadas en el hombro a Aika y volvió al trabajo.

- Sí, bien, ojalá. - con los ánimos aún por el suelo, Aika salió del baño. Pero vaya sorpresa, se encontró de nuevo con Rikako. Qué conveniente.

Rikako se limitó a fingir que no había visto a Aika y entró al baño. Aika, por milésima vez en el día, deseó que la tierra la tragase.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora