24.

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El silencio se instaló entre ellas tras la inesperada revelación. Aika sintió como si el mundo a su alrededor se hubiera detenido por un instante. Rikako desvió la mirada, incómoda, mientras su mano aún sostenía el celular con la imagen de los niños.

—¿Tu hija? —Aika repitió lentamente, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

Rikako asintió, sin levantar la vista. Parecía estar esperando una reacción de parte de Aika, pero la conversación había tomado un giro tan inesperado que ni siquiera ella sabía cómo seguir.

—No... no sabía que... —Aika se detuvo, mordiéndose el labio. Las palabras parecían escapársele y no estaba segura de qué era lo apropiado en ese momento. Todo lo que sabía de Rikako hasta entonces parecía tambalearse ante esta nueva información.

Rikako soltó un suspiro, como si hubiera esperado demasiado tiempo para decir eso. Tal vez había estado buscando el momento adecuado, o tal vez el alcohol simplemente había aflojado sus barreras.

—No es algo que vaya a decir de la nada durante el trabajo. Es mi vida personal. —murmuró Rikako, finalmente levantando la vista y encontrándose con la mirada de Aika. Sus ojos reflejaban una mezcla de vulnerabilidad y algo más que Aika no lograba descifrar del todo.

Aika tragó saliva, todavía intentando ordenar sus pensamientos. Había pasado tanto tiempo desde que conocía a Rikako, y nunca en todo ese tiempo habría imaginado algo así. De repente, se sintió como si no la conociera en absoluto.

—¿Desde cuándo...? —preguntó Aika, incapaz de detener su curiosidad, aunque la pregunta pareció incomodar más a Rikako.

—Hace ocho años. —respondió Rikako en voz baja. Miró el vaso vacío frente a ella, jugueteando con él en lugar de mantener el contacto visual—. La verdad es que no me lo esperaba... pero ahí está, y no me arrepiento de nada. La amo mucho, es una niña muy dulce.

"Como su madre" no pudo evitar pensar Aika, pero no sabía qué decir. Parte de ella estaba sorprendida, otra parte intrigada, y otra más... dolida, tal vez. No sabía por qué, pero había algo en esta revelación que la hacía sentir extraña, como si algo entre ellas hubiera cambiado irremediablemente.

—No esperaba que me lo dijeras... así. —dijo Aika finalmente, tratando de sonar lo más neutral posible. Pero sabía que su tono no ocultaba la confusión.

Rikako soltó una leve risa, aunque sin mucho humor.

—Yo tampoco esperaba decírtelo así. Pero supongo que... bueno, aquí estamos. —su voz era suave, pero había una tensión en sus palabras, una tensión que no había estado presente antes.

El bar seguía zumbando con el sonido de las conversaciones y la música, pero entre Aika y Rikako, el ambiente se había vuelto mucho más denso, más complejo. Las risas ligeras de antes parecían lejanas.

—¿Vives con ella? —preguntó Aika, intentando normalizar la conversación, aunque sabía que nada sobre esta revelación era normal.

—Sí. Vive conmigo y mi madre. —Rikako respondió con una sonrisa débil—. La dejo con mi hermana de vez en cuando, pero la mayor parte del tiempo soy yo.

Aika asintió, sin saber muy bien qué más decir. Había tantas preguntas que flotaban en su mente, pero no sabía si era apropiado hacerlas. Rikako siempre había sido una incógnita para ella, alguien a quien nunca había logrado comprender del todo. Y ahora, más que nunca, se daba cuenta de lo poco que realmente sabía sobre su vida.

—Me alegro por ti, se ve que criaste a una buena niña —dijo Aika al final, sinceramente. Rikako la miró, un poco sorprendida, y sonrió con más calidez de la que Aika esperaba.

—Gracias. —Rikako murmuró, como si esa simple palabra llevara consigo una carga emocional que solo ellas dos podían entender.

El ambiente del bar comenzó a sentirse pesado para Aika. Quería decir algo más, pero no sabía si debía profundizar en el tema o dejarlo pasar. Mientras pensaba, Rikako se adelantó.

— No te lo conté para que las cosas fueran incómodas. Solo... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Solo quería ser honesta.

Aika la observó por un momento, viendo a Rikako de una manera diferente. La frágil y reservada Rikako que conocía parecía haber crecido de formas que no había anticipado. Y aunque una parte de Aika aún se sentía distante, otra parte admiraba esa fortaleza silenciosa que siempre había tenido, pero que nunca había visto tan claramente.

— Gracias, lo aprecio mucho —respondió Aika, jugando con su copa para intentar distraerse un poco y evitar mirar a Rikako.

Ambas se quedaron en silencio, pero esta vez no fue incómodo. Había algo más, algo nuevo entre ellas. Tal vez no era lo mismo que antes, pero Aika sabía que estaba dispuesta a descubrir qué era.

—Bueno —Rikako se inclinó hacia atrás, dejando el vaso vacío sobre la mesa—, creo que es mi turno de pagar las copas.

Aika sonrió, agradecida por el cambio de tema.

—No te preocupes, esta ronda va por mí, soy tu superior — dijo Aika sonriendo con gracia. Era verdad, pero no lo decía tan en serio, más bien se estaba burlando un poco para aligerar el ambiente.

— Ajá, sí. — respondió Rikako, mirándola con diversión. Aika siempre le había parecido chistosa.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora