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Aika: Últimamente me pregunto si Rikako está soltera

Suwa: ¿Por qué?

Aika: No sé, me da curiosidad. Tal vez está casada y no me he enterado.

Suwa: ¿Casada? Nah, no creo.

Aika: O quizás tiene novio.

Suwa: ¿Y tú? Ya te hace falta una novia, llevas como mil años soltera.

Aika: ¿Yo? Desde lo de Rikako, nada. Solo me concentro en el trabajo.

Suwa: No es que tenga algo de malo, pero también podrías salir un poco.

Aika: Supongo, pero no sé. No me animo

Suwa: ¿Por?

Aika: No sé.

Suwa: Lo más seguro es que Rikako ya ha tenido muchas más personas y tú ahí como una tonta solterona.

Aika: Nah, solo son ideas tuyas. Mejor hablemos de otra cosa.

La conversación se disolvió en risas, pero las preguntas de Aika persistían. A pesar de que intentaba distraerse con el trabajo, un pequeño rincón de su mente siempre volvía a Rikako. La idea de que su ex podría haber seguido adelante con su vida la inquietaba un poco, por mera curiosidad. Sí, eso.

La alarma de Aika sonó, anunciando el final de su jornada laboral. Recogió sus cosas y salió de la oficina, sintiéndose aliviada porque había sido un día productivo. Sin embargo, lo que no esperaba era la escena que se desarrollaba frente a la entrada del edificio.

Al salir, vio a Rikako, quien estaba de pie, con una expresión serena pero decidida. Frente a ella, un hombre la suplicaba con una intensidad que hacía que Aika se detuviera, sintiéndose como una espectadora involuntaria.

— Por favor, Rikako, no me hagas esto. ¡Ya hemos llegado hasta aquí, todo está arreglado! — decía el hombre, su tono desesperado resonando en el aire.

Rikako, en cambio, parecía inquebrantable. Su voz era calma, casi fría. — No cambiaré de opinión. He tomado una decisión y no hay nada más que discutir.

Aika sintió un torbellino de emociones. Su corazón dio un vuelco al ver a Rikako así, tan firme y tan distante a la vez. Aquella tranquilidad con la que hablaba le recordó lo que había sentido por ella en el pasado: una mezcla de admiración y frustración. ¿Qué había llevado a Rikako a estar así?

El hombre, visiblemente angustiado, intentó nuevamente. — Pero no puedes simplemente dejarlo todo.

— Lo estoy haciendo. — La respuesta de Rikako fue definitiva. No había titubeos, no había dudas. Aika se sintió como una intrusa en un momento que no le pertenecía, pero no podía apartar la vista.

Los ojos de Rikako se encontraron con los de Aika por un breve instante, y fue como si el tiempo se detuviera. Aika podía ver en esos ojos la lucha interna, pero también la determinación que siempre había admirado en ella. La escena se tornaba casi surrealista.

Finalmente, el hombre se dio por vencido, dejándose caer en un suspiro resignado. — Solo espero que no te arrepientas de esto.

— No me arrepentiré. — Rikako respondió con una firmeza que resonó en el aire. Luego, como si apenas recordara la presencia de Aika, su mirada se desvió hacia ella.

— Aika. — La saludó con una leve inclinación de cabeza, recuperando su habitual tranquilidad.

Aika sintió que su corazón latía con más fuerza. — Hola, Rikako. ¿Todo bien? — La pregunta salió sin pensar, como si la conversación anterior no hubiera tenido lugar.

— Sí. Todo está en orden. — La voz de Rikako era suave, pero había una barrera que Aika no podía cruzar.

— Estaba viendo que... ¿tuviste un desacuerdo? — Aika intentó sonar casual, pero la curiosidad la empujaba a profundizar.

— Es un asunto personal. — Rikako contestó con una mirada que, aunque seria, tenía un matiz de dulzura que desarmó un poco la tensión.

Aika no pudo evitar recordar los momentos en que Rikako había sido más abierta con ella, cuando compartían risas y confidencias. Ahora, se sentía como una extraña. — Bueno, espero que se resuelva.

— Gracias. — Rikako respondió, y había algo en su voz que le dio a Aika una pequeña esperanza de que, a pesar de la distancia que se había creado entre ellas, había una conexión que aún persistía.

Mientras Aika se daba cuenta de que este encuentro la había dejado más confundida que antes, Rikako se dio la vuelta y se alejó, dejando a Aika contemplando lo que acababa de presenciar.

Los ecos de la discusión y las palabras de Rikako resonaban en su mente. Aika se preguntaba si había algo más detrás de la decisión de Rikako, si realmente había un amor verdadero que la mantenía atada a esa relación o si, como ella, también estaba lidiando con el peso de su pasado.

Con una mezcla de preocupación y curiosidad, Aika decidió que era hora de dejar de especular y afrontar sus propios sentimientos.

Pero vamos ¡Aika de verdad quería saber! Por amor al chisme. Si, claro, por su supuesto que esa era la única razón.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora