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Era una tarde tranquila en la ciudad. Aika y Rikako caminaban lado a lado por las calles, sus pasos sincronizados de manera inconsciente. La luz del sol comenzaba a desvanecerse, tiñendo el cielo de un suave tono anaranjado. Aunque no se decían mucho, no había incomodidad en el silencio; ambas estaban cómodas con la presencia de la otra, un entendimiento tácito flotaba en el aire.

Aika miraba de reojo a Rikako, notando cómo las puntas de su cabello oscuro se movían suavemente con la brisa. Habían acordado una cita sin mucha planificación, solo querían pasar el día juntas, caminar sin rumbo fijo. No había una presión por hacer algo especial, pero el momento se sentía importante de alguna manera.

- ¿Te gusta pasar por esta zona? - preguntó Aika, más para romper el silencio que por otra cosa. No era la pregunta más interesante, pero quería oír la voz de Rikako.

Rikako asintió, con una pequeña sonrisa.

- Sí, siempre es tranquila. Y... contigo es aún mejor. - Sus palabras eran suaves, como si temiera que se las llevara el viento si las decía demasiado fuerte.

Aika sonrió, un leve rubor apareciendo en sus mejillas. Caminaban cada vez más cerca la una de la otra, hasta que los dedos de Aika rozaron accidentalmente la mano de Rikako. Ninguna se apartó. Durante unos minutos, caminaron así, en un contacto suave y casi imperceptible, hasta que finalmente Aika tomó su mano por completo.

Rikako no dijo nada, pero sus dedos se entrelazaron con los de Aika, como si fuera lo más natural del mundo. El contacto parecía sellar algo entre ellas, algo que aún no había sido dicho pero que ambas sentían. El aire estaba cargado de una tensión dulce, una que se mezclaba con el suave murmullo de la ciudad.

Después de un rato, Aika se detuvo en una esquina tranquila, sintiendo el impulso de decir algo, de hacer algo. Sus ojos se encontraron con los de Rikako, y por un momento, ambas se quedaron inmóviles. Había algo en la mirada de Rikako, algo que le hacía sentir a Aika que este era el momento. Un momento que se había estado construyendo desde que comenzaron a caminar.

Aika dio un pequeño paso hacia adelante, su mano aún entrelazada con la de Rikako. Sus rostros estaban tan cerca que podía sentir el calor de su respiración. Rikako no se movió, pero no apartó la mirada. Parecía estar esperando, tal vez sintiendo la misma corriente eléctrica que recorría el cuerpo de Aika.

Pero justo cuando el espacio entre ellas parecía estar a punto de desaparecer, el sonido estridente de un teléfono rompió la burbuja que las rodeaba. Rikako parpadeó rápidamente y sacó su teléfono del bolsillo.

- Es mi papá... discúlpame un momento. - Dijo con voz baja, mirando la pantalla y luego a Aika.

Aika se apartó suavemente, asintiendo con una sonrisa que intentaba disimular su decepción. Rikako contestó la llamada, su voz cambiando de inmediato a un tono más formal y tranquilo mientras hablaba con su padre. Aika se quedó a un lado, mirando el pavimento y luego al cielo, tratando de no darle demasiadas vueltas al momento que casi había ocurrido.

Cuando Rikako colgó, no mencionó nada de lo que había pasado. Solo le sonrió a Aika y continuaron caminando, como si la interrupción no hubiera roto el encanto de la tarde. El silencio entre ellas no era incómodo, pero había una sensación latente de que algo había quedado incompleto.

Finalmente, llegaron a la vista del río. El sol estaba casi oculto, y las luces de la calle empezaban a encenderse poco a poco. Se sentaron en un pequeño banco, mirando el agua correr, cada una perdida en sus pensamientos. Aika jugueteaba con una pequeña ramita, mientras Rikako observaba el río con una expresión pensativa.

- A veces me pregunto qué será de nosotras en unos años... - murmuró Rikako, rompiendo el silencio.

Aika la miró, un poco sorprendida por el comentario. No estaba segura si Rikako se refería a ellas como pareja, o simplemente a sus vidas en general.

- ¿Nosotras? - preguntó, intentando aclarar.

- No... bueno, me refiero a mi futuro - respondió Rikako, con una pequeña risa tímida -. No sé, me cuesta imaginar dónde estaré en unos años, ni siquiera sé que quiero estudiar. ¿Tú lo tienes claro?

Aika se quedó en silencio por un momento, mirando el reflejo de las luces en el agua.

- Supongo que tengo una idea, pero... es difícil saberlo con certeza. A veces pienso que haré algo completamente distinto a lo que planeo ahora. Todo puede cambiar.

Rikako asintió, mirando hacia el cielo ahora, donde las primeras estrellas empezaban a asomarse.

- Sí... todo puede cambiar.

Ambas quedaron en silencio de nuevo, cada una perdida en su propia reflexión sobre el futuro, sin mencionar ni siquiera la posibilidad de un futuro compartido. El río seguía corriendo frente a ellas, constante e imparable, como el tiempo que seguía avanzando sin esperar a que resolvieran lo que sentían.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora