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El sol ya se escondía cuando Aika se encontraba cómodamente instalada en el sofá de su lujoso y espacioso apartamento. Era un lugar que muchos envidiarían: decoración moderna, líneas limpias, grandes ventanales que ofrecían una vista impresionante de la ciudad, y suficiente espacio como para dar una pequeña fiesta, si eso fuera lo suyo.

Aika pasaba la mayoría de sus noches en soledad, dejando que el eco de sus pasos resonara por las habitaciones vacías. No es que le molestara, estaba acostumbrada a la tranquilidad… excepto cuando Suwa decidía aparecerse de la nada.

— ¿No te enseñaron a avisar antes de caer en la casa de alguien? — se quejó Aika, mirando con fingido reproche a su amiga.

Suwa soltó una carcajada despreocupada, sin inmutarse.

— ¿A quién más vas a invitar a disfrutar de tu lujoso palacio, solterona?

Aika puso los ojos en blanco mientras Suwa se dejaba caer en su sillón favorito, como si fuera su casa.

— ¿Otra vez con lo de solterona? — replicó Aika con sarcasmo. — Ya te dije que me gusta el espacio… y, por cierto, no soy una solterona, solo estoy… disfrutando mi vida.

— Sí, claro, disfrutando de todo este espacio sin pareja porque todavía no sueltas a tu ex novia de la secundaria. — Suwa le lanzó la frase como una bala, sin siquiera quitar los ojos del mando que ya había tomado para encender la consola.

— Pfff, ridícula — respondió Aika, medio sonriendo mientras negaba con la cabeza. — Pero si te sientes mejor diciéndolo, entonces sí, soy una tonta que nunca superó la secundaria. ¿Contenta?

Suwa asintió con una expresión que parecía de triunfo, pero sin perder la concentración en la pantalla donde ya se preparaba para sumergirse en su juego.

— Por fin admites algo de eso, — murmuró, como si fuera el paso más lógico de su día. — Debería hacer una fiesta aquí y ahora solo por este momento.

Aika se dejó caer en el sillón de al lado, observando cómo Suwa se acomodaba como si estuviera en su propia casa.

— ¿Y qué haces aquí, Suwa? — preguntó finalmente Aika, observando a su amiga con algo más de seriedad.

— Oh, además de usar tu consola y disfrutar de tu apartamento de millonaria... — Suwa se tomó una pausa dramática y luego se giró hacia Aika, apagando momentáneamente el mando. — Vine a asegurarme de que no te tires por tu lindo balcón mañana.

Aika frunció el ceño, ya sabía a qué se refería.

— ¿A qué te refieres? — preguntó, aunque en el fondo tenía la respuesta clara.

— La casa de Rikako, — dijo Suwa sin rodeos, mirándola con una mezcla de diversión y seriedad. — Vas a ir a tomar algo con su madre, la cual claramente está obsesionada con la idea de que tú y su hija ahora sean “compañeritas”.

Aika dejó escapar un suspiro, sabiendo que Suwa tenía razón. Después de todo, no había podido rechazar la invitación de la madre de Rikako el día anterior. Y ahora no tenía escapatoria.

— Espera, espera… — dijo Aika de repente, dándose cuenta de algo. — ¿Cómo sabes tanto de esto?

Suwa se rio entre dientes, volviendo a enfocar su atención en la pantalla.

— Por favor, soy tu amiga. Te conozco y además... — se interrumpió para sonreírle con picardía. — Aina me mantuvo informada, ya sabes cómo es.

Aika suspiró profundamente. Claro, Aina, la novia de Suwa y amiga de Rikako, estaba metida en todo esto también.

— Entonces estás aquí solo para burlarte, ¿no? — acusó Aika, cruzando los brazos.

— Nah, también vine a darte ánimos, de esos que sé que te hacen falta, — contestó Suwa, retomando su tono serio aunque sin perder el toque burlón que la caracterizaba. — No puedes seguir evadiendo el asunto. O dejas de comportarte como si fueras una quinceañera torpe o mañana va a ser más incómodo de lo que ya es.

Aika se frotó las sienes, sintiendo el cansancio del día acumulándose sobre ella.

— ¿Y qué sugieres que haga entonces? — murmuró, mirando a Suwa de reojo.

Suwa sonrió, divertida, y luego soltó el mando de la consola, volviéndose hacia ella.

— Para empezar, saca del polvo a tu carro. Ese que has tenido estacionado por meses. ¿Sabes? El que parece un adorno más de tu vida de solterona millonaria. Úsalo para llevar a Rikako a su casa. Al menos dale ese pequeño gesto de “no soy tan desastrosa”.

Aika la miró con incredulidad.

— ¿Quieres que la lleve en mi carro?

— Obvio, no van a usar el transporte público teniendo a ese bebé haciendo polvo en el parqueadero. Si ya vas a ir a su casa con ella, al menos hazlo bien. — Suwa volvió a reír, encendiendo de nuevo el mando y retomando su partida como si hubiera dejado ir el asunto por completo.

Aika se quedó un momento en silencio, procesando lo que Suwa le había dicho. La idea de sacar el auto para llevar a Rikako no sonaba tan mal, aunque seguía sin sentirse cómoda con todo el escenario. Pero, como siempre, Suwa tenía razón en algo: si ya estaba metida en esto, lo mejor era hacerlo bien.

— No puedo creer que me estés dando estos consejos, — murmuró finalmente.

— Yo tampoco. Pero en serio, Aika, relájate un poco y deja de complicarte la vida. La mamá de Rikako ni siquiera sabe de ustedes, la vas a dejar confundida si te comportas raro — Suwa hizo un gesto despreocupado mientras seguía jugando.

— Supongo que tienes razón — admitió derrotada Aika, pero no pudo evitar sonreír ante la energía positiva que Suwa, de una forma retorcida, le estaba transmitiendo.

Suwa no dijo nada más, concentrada en su juego. Pero su visita, como siempre, había logrado lo que Aika necesitaba: un poco de claridad.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora