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Aika mantenía la vista fija en su pantalla, pero no podía evitar que su mente divagara. Cada vez que oía a alguien moverse cerca, un pequeño nudo de tensión se apretaba en su estómago. Sabía que era absurdo, pero desde que Rikako había comenzado a trabajar allí, la oficina se sentía diferente. No habían hablado más de lo estrictamente necesario desde aquella incómoda bienvenida, y, sin embargo, el ambiente estaba cargado de algo que Aika no sabía cómo describir.

Era vergonzoso, esa era la verdad. Cada vez que veía a Rikako, sentía una mezcla de emociones: culpa, incomodidad, y una vergüenza que le ardía en el pecho. Después de todo, aunque había sido ella quien terminó la relación, había un momento en su historia que Aika no podía borrar. Un momento en el que, cegada por su propio dolor, había intentado que Rikako cambiara, le había rogado, algo que odiaba recordar. Y ahora, trabajar juntas hacía que todo aquello volviera a la superficie.

La tensión no era solo algo que Aika sentía; podía verlo en la postura de Rikako cada vez que estaban cerca. Rikako se mantenía siempre en silencio, su lenguaje corporal tan cerrado como siempre, y Aika se preguntaba si ella también se sentía incómoda. Pero, como siempre, Rikako no dejaba que nada se reflejara en su rostro. Esa neutralidad que tanto había frustrado a Aika en su tiempo juntas seguía allí, imperturbable.

A lo largo del día, los breves momentos en los que Rikako pasaba cerca de su oficina parecían cargados de una energía extraña. Se cruzaban en los pasillos, en las reuniones, pero nunca intercambiaban más que un saludo distante, casi profesional. Y cada vez que Aika se encontraba a solas, la imagen de Rikako, callada y distante, volvía a su mente.

Durante la pausa para el café, Aika había decidido no bajar con el resto del equipo, prefiriendo quedarse en su escritorio. Sin embargo, mientras miraba la puerta de su oficina, vio a Rikako pasar por el pasillo, llevando consigo algunos archivos. No la había visto desde esa mañana, y Aika volvió a experimentar esa familiar sensación de incomodidad mezclada con algo que no podía nombrar.

Aika desvió la mirada rápidamente, pero su corazón aceleró. Había algo en la forma en que Rikako se movía, en cómo siempre parecía evitar el contacto visual directo, que hacía que todo fuera más confuso. Aunque apenas hablaban, la tensión entre ellas era palpable. Como si hubiera algo pendiente, algo sin resolver. Y aunque Aika sabía que no debería darle más vueltas, no podía evitarlo.

El día avanzaba lentamente, y la interacción más cercana que tuvieron fue cuando Aika pasó por el escritorio de Rikako para revisar un informe. No hubo palabras, solo un asentimiento de cabeza. Pero en ese breve momento, cuando sus miradas se cruzaron, Aika sintió una oleada de vergüenza, y rápidamente volvió a concentrarse en el trabajo. Se obligó a mantener una distancia profesional, aunque cada segundo que pasaba cerca de Rikako sentía cómo esa fachada empezaba a desmoronarse.

Cuando la jornada laboral llegó a su fin, Aika recogió sus cosas con más prisa de lo habitual. La idea de otra interacción casual con Rikako, de otra oportunidad de toparse con ella en los pasillos, la hizo querer escapar del edificio cuanto antes. Pero justo cuando estaba a punto de salir, vio a Rikako nuevamente, caminando hacia la salida.

Ambas se quedaron de pie por un segundo, sin moverse. Rikako no dijo nada, solo le dirigió una breve mirada antes de desviar los ojos al suelo. Aika sintió el calor subirle al rostro. No había nada de qué hablar, pero todo era incómodo, pesado.

- Hasta mañana - murmuró Aika, rompiendo el silencio con una formalidad innecesaria.

Rikako asintió levemente, sin levantar la cabeza.

- Hasta mañana.

Aika salió del edificio rápidamente, sintiendo que el aire fresco no llegaba lo suficientemente rápido para despejar la confusión en su mente. Todo entre ellas era un caos sutil, apenas perceptible para los demás, pero tan evidente para ella. Y lo peor era que, aunque no se hablaban, aunque mantenían las distancias, todo se sentía incomprensiblemente cercano, como si el pasado nunca hubiera terminado de irse.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora