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Era otro día ajetreado en la oficina, y Arisa estaba concentrada en terminar un informe crucial. Había estado trabajando en ello desde temprano, pero parecía que cuanto más intentaba avanzar, más complicado se volvía. Los números en la pantalla comenzaban a mezclarse en su mente, y las horas pasaban sin piedad.

—Necesito un té… —murmuró para sí misma, aunque sabía que sería inútil.

Justo cuando estaba considerando la opción de ir a buscar el té, sintió una presencia detrás de ella.

—¡Arisa! —La voz de Kanako irrumpió con una energía vibrante—. ¿Qué haces tan concentrada? No me digas que estás ignorando el mundo exterior otra vez.

Arisa apenas levantó la vista de la pantalla, intentando sonar lo más neutral posible.

—Estoy trabajando. Ya sabes, lo que se supone que debemos hacer en la oficina.

Kanako ignoró por completo su tono y, en cambio, se sentó en el borde de su escritorio.

—¿Trabajando? ¿En un informe tan aburrido que probablemente terminará archivado en algún lugar que nadie revisa? —exclamó mientras cruzaba los brazos y la miraba con una sonrisa burlona.

—Es importante, Kanako. —Arisa suspiró, intentando mantener la compostura—. Y si no lo termino a tiempo, tendré que quedarme más tiempo.

—No si yo puedo evitarlo. —Kanako le lanzó un guiño y, sin esperar permiso, estiró el brazo para coger su mouse.

—¡Oye, oye! ¿Qué haces? —Arisa trató de apartar su mano, pero Kanako ya había cerrado el informe y abierto una pestaña de internet.

—Relájate. Solo quiero mostrarte algo. ¡Mira! —dijo, girando la pantalla para que Arisa lo viera, era un patético meme de Facebook.

Arisa observó la imagen, un chiste absurdo sobre la vida laboral que, a su pesar, le sacó una pequeña sonrisa.

—Ok, está bien, es gracioso, pero de verdad necesito terminar este trabajo —insistió Arisa, empujando ligeramente a Kanako para que se levantara de su escritorio.

—No puedo creer que te estés dejando esclavizar por el informe, Arisa. Vamos, tómate un respiro. Además, tengo una sorpresa para ti. —Kanako sonrió de manera traviesa mientras sacaba una bolsa de snacks de su bolso.

Arisa arqueó una ceja.

—¿De verdad crees que esto me ayudará a concentrarme? —preguntó, señalando la bolsa llena de golosinas.

—¡Por supuesto! —respondió Kanako con confianza—. Estos son mis favoritos, te aseguro que te devolverán la energía. Aunque no puedo prometer que te ayudarán a pensar con claridad.

Arisa bufó, pero aceptó uno de los snacks, sabiendo que resistirse a Kanako era una batalla perdida.

Mientras masticaba, Kanako continuó con su charla sin fin.

—¿Sabías que dentro de dos meses es el cumpleaños de Aika? ¡Será la próxima salida de oficina! Y te aseguro que no te lo puedes perder. Ya estoy planeando que todos vayan, va a ser épico —dijo Kanako, con ese tono mandón que siempre usaba para organizar los eventos sociales.

Arisa frunció el ceño, aún abrumada por todo el trabajo que tenía que hacer.

—¿El cumpleaños de Aika? —repitió con desdén—. Estoy tan estresada que no creo ir ni a la fiesta de mi propio cumpleaños, menos al de alguien que sigue sin superar a su ex de la secundaria.

En cuanto esas palabras salieron de su boca, Kanako abrió los ojos con sorpresa, y Arisa supo que se había pasado de la raya. El ambiente entre ellas quedó en silencio por un momento incómodo, pero antes de que pudiera retractarse, las dos escucharon un estornudo proveniente del pasillo.

—¿Qué fue eso? —preguntó Kanako, mirando hacia la puerta.

—No lo sé. —Arisa se encogió de hombros, intentando cambiar de tema rápidamente—. ¿En serio vamos a hacer una fiesta tan grande por el cumpleaños de Aika?

—¡Obviamente! —Kanako retomó su entusiasmo rápidamente—. Además, todo el mundo sabe que cuando organizo algo, no es solo una simple fiesta. Va a ser una noche inolvidable. Ya tengo planeado el lugar, la barra, la música… todo. Así que no hay escapatoria, Arisa. Tú vas, sí o sí.

—No sé si me animo a ir —dijo Arisa, buscando una excusa—. Y no es que tenga algo en contra de Aika, pero realmente no creo que... bueno, tú sabes, me da miedo que la fiesta con temática de su ex y la pobre tenga que ir.

Kanako la miró con una sonrisa cómplice.

—Oh, lo sé. Pero créeme, la fiesta no será sobre su ex. Al menos, no si yo tengo algo que ver con eso. —Se inclinó hacia adelante, como si fuera a contarle un secreto—. Aunque, si me preguntas, creo que todavía hay algo de drama no resuelto ahí, y ese tipo de situaciones siempre hacen las fiestas más interesantes.

Arisa soltó una risa nerviosa.

—Eso es lo último que quiero en mi vida ahora. Ya tengo suficiente con los informes y las reuniones.

Kanako rodó los ojos, exagerando su expresión dramática.

—Arisa, necesitas distraerte. No puedes seguir viviendo en esa burbuja de trabajo. Si no vas a la fiesta, vendré aquí a buscarte y te arrastraré hasta allí. Y si Aika se entera de lo que dijiste sobre su ex… bueno, no me hago responsable de las consecuencias. —Le lanzó un guiño antes de levantarse de su escritorio.

Arisa se mordió el labio, tratando de no pensar en la posibilidad de que alguien le contara a Aika su comentario. Suspiró.

—Está bien, está bien. Iré, pero no prometo que me quedaré mucho tiempo.

—¡Eso es lo que quería oír! —exclamó Kanako, triunfante, antes de desaparecer por la puerta.

Cuando Arisa se quedó sola de nuevo, se frotó la frente, sintiendo que la conversación con Kanako había sido un torbellino, como siempre. Miró de reojo el reloj en su pantalla.

"¿Por qué siempre termino dejándome arrastrar por ella?", pensó. Pero en el fondo, sabía que una parte de ella estaba agradecida por tener a alguien como Kanako, alguien que la obligara a salir de su zona de confort, aunque fuera un rato.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora