57.

3 3 0
                                    

Pasaron unas semanas desde el cumpleaños de Aika, y la atmósfera entre ella y Rikako se había enfriado un poco. Aika, aunque había disfrutado de los momentos compartidos, no podía olvidar la propuesta que le había hecho a Rikako de ser más que amigas, ni el hecho de que Rikako había pasado la noche con ella, abrazándola y casi besándola. Cada vez que miraba a Rikako, sentía un nudo en el estómago, una mezcla de confusión y deseo que no sabía cómo manejar

Aika estaba sentada en el sillón de su sala, control en mano, mientras Riko se acomodaba en el asiento junto a ella. En la pantalla, un juego de carreras mantenía su atención, pero Aika estaba más concentrada en la conversación que se estaba desarrollando entre ellas.

—Ya no podré venir tan seguido—, dijo Riko, con la voz algo apagada mientras movía el joystick con entusiasmo. —Este fin de semana lo pasaré con mi papá.

Aika sintió que su corazón se encogía. — Oh, eso está bien—, respondió con una sonrisa forzada, intentando ocultar la tristeza que empezaba a surgir en su pecho. No quería que Riko sospechara nada. —Pero nos veremos en la semana, ¿no?—

—Claro—, respondió Riko, sonriendo. Sin embargo, había un destello de preocupación en sus ojos, como si sintiera que algo estaba mal.

Mientras seguían jugando, Aika no podía evitar robarle miradas a Rikako, quien estaba en la cocina, preparándose algo de beber. A pesar de la distancia que había surgido entre ellas, la presencia de Rikako siempre la hacía sentir más viva. Sin embargo, esa chispa se había apagado, dejándola en un estado de incertidumbre.

Después de unos minutos, Aika se levantó del sillón, dejando la consola de lado. Fue al comedor donde Rikako estaba ahora, con una bebida en la mano. —Sobre lo que dijo Riko…— comenzó Aika, intentando mantener la conversación ligera.

Rikako la miró, sus ojos serios. —No me queda opción. Su papá quiere pasar más tiempo con ella. Además, siempre me dicen que es importante que pase más tiempo con él. No puedo negarme.

—Podría acompañarte a llevarla—, sugirió Aika, sintiendo una necesidad de proteger a Rikako. —No me fío de dejarte sola con Sakurauchi.

Rikako la miró, sorprendida. —¿De verdad harías eso? No tienes que hacerlo, Aika.

–Quiero hacerlo—, respondió Aika, sintiendo un impulso protector. —No quiero que te sientas incómoda. Ya sabes lo que pasó… entre ustedes.

Rikako sonrió, un brillo cálido en sus ojos. —Gracias, Aika. Eso significa mucho para mí.

Y de repente, sin previo aviso, Rikako se acercó y besó la mejilla de Aika. Fue un gesto suave, pero cargado de significados que Aika no supo cómo interpretar. Se quedó desorientada, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

—Ah, eh…— Aika balbuceó, sorprendida. —No… no fue necesario, Rikako.

—Lo siento, solo fue un impulso,— respondió Rikako, con un rubor en sus mejillas. —No quería que te sintieras sola o preocupada. Sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿verdad?

—Sí, lo sé,— dijo Aika, intentando controlar su confusión. Sin embargo, la cercanía y el beso dejaron un eco de posibilidad en el aire, algo que Aika no pudo ignorar. Ambas quedaron en silencio por un momento, con la tensión entre ellas palpable, mientras Riko continuaba en la sala, ajena a la nueva dinámica que se había creado.

Aika se giró hacia Riko, intentando desviar sus pensamientos. —¿Lista para otra ronda?— preguntó, aunque su mente seguía divagando en lo que había sucedido con Rikako.

Mientras reanudaban el juego, Aika no pudo dejar de preguntarse si aquel beso había significado algo más, o si era solo un simple gesto de amistad. La confusión se convirtió en una nube sobre su mente, mientras su corazón latía con la duda de que, quizás, algo había cambiado entre ella y Rikako.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora