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Al día siguiente, Aika y Suwa se encontraron en su cafetería habitual. Aika, con el ceño fruncido y un aire de frustración, apenas había comenzado a hablar cuando Suwa ya estaba preparando su respuesta, anticipando perfectamente el tema.

- No puedo con esto, Suwa. Es como si cada vez que la veo, me transformo en... no sé, alguien que no soy. Todo se siente tan incómodo. - Aika dio un sorbo a su café, mirando el líquido como si de alguna forma contuviera las respuestas que necesitaba.

Suwa, apoyada contra la silla con una expresión relajada, la miró con una sonrisa entre divertida y resignada.

- ¿Te escuchas? Aika, en serio, ¿quién eres ahora? Porque la Aika que yo conozco no se dejaría afectar tanto. Es que ni siquiera están hablando, ¿y ya te estás desmoronando por dentro?

Aika soltó un suspiro y desvió la mirada hacia la ventana. Sabía que Suwa tenía razón, pero eso no hacía que la sensación de confusión desapareciera.

- No es que me desmorone - replicó, aunque sin mucha convicción -. Es solo... no sé. Es raro, todo es raro.

Suwa alzó una ceja, escéptica, antes de soltar una pequeña risa burlona.

- ¿Raro? Lo raro es verte actuar como una adolescente de 15 años que no sabe cómo lidiar con su primer amor. Tú siempre has sido racional, centrada. La Aika que yo conozco resuelve los problemas en lugar de esconderse detrás de una montaña de nervios.

- No me estoy escondiendo - dijo Aika, aunque sabía que sonaba muy a la defensiva.

Suwa la miró directamente, sin perder su tono ligeramente burlón pero con un toque de sinceridad.

- Vamos, Aika. ¿Qué estás haciendo entonces? ¿Esquivándola por los pasillos? ¿Esperando que mágicamente las cosas dejen de ser incómodas? - Suwa hizo una pausa, y su sonrisa se ensanchó -. Si te da tanto miedo hablarle, por lo menos deja de comportarte como si ella controlara cada pensamiento tuyo.

Aika suspiró, rindiéndose ante la verdad evidente. No le gustaba sentirse tan descontrolada, sobre todo porque siempre había sido la que mantenía todo en orden, tanto en su vida profesional como personal.

- Sé que tienes razón, pero no es tan fácil. Cada vez que la veo, me siento... no sé, insegura.

- No necesitas hablarle, Aika. - Suwa hizo un gesto con la mano, como si estuviera barriendo la idea de un encuentro emocional por completo -. Solo tienes que recordar quién eres. Ella no debería ser el centro de tu día. Concéntrate en lo que tienes que hacer, en tu trabajo, en tus proyectos. Déjala a un lado, como harías con cualquier otra cosa que no merezca que te preocupes tanto.

Aika asintió lentamente. Sabía que Suwa no iba a decirle algo sentimental ni sugerirle que lo resolviera hablando con Rikako. Suwa, siempre pragmática, solo quería que Aika volviera a ser la persona centrada y racional que siempre había sido.

- Tienes razón - dijo finalmente, con un suspiro más ligero esta vez -. No puedo seguir permitiendo que esto me afecte tanto.

Suwa sonrió, satisfecha con la respuesta.

- Exactamente. Y si empiezas a sentir que te está volviendo a afectar... recuerda que no tienes 15 años. No necesitas dramas ni emociones revueltas. Solo sigue adelante con tu vida.

- ¿Y si me derrumbo en medio del proceso? - Aika intentó bromear, aunque la pregunta tenía un toque genuino de duda.

Suwa soltó una carcajada y le dio un pequeño empujón en el brazo.

- Entonces me llamas, me invitas a comer y te recordaré lo ridícula que te estás portando.

Aika se rió también, y por primera vez en días, sintió que la nube de confusión que la envolvía empezaba a disiparse, aunque solo un poco.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora