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El ambiente en la oficina era extrañamente ligero, lo cual no era habitual. El motivo: Kanako había organizado una salida social después del trabajo. No era raro que lo hiciera, pero esta vez había un matiz diferente en su insistencia. Cada empleado había recibido una invitación casi imposible de rechazar. Incluso aquellos que solían excusarse o salir temprano de la oficina, como Aika y Rikako, ya habían sido arrastrados al plan.

—Esta vez nadie se va a escapar, ¿eh? —comentó Aika con una media sonrisa mientras recogía sus cosas. Arisa estaba a su lado, algo inquieta.

—Sí, lo noté... —respondió Arisa, evitando mirar directamente a Aika. Desde que Kanako había empezado a insistir en esta salida, algo no dejaba de incomodarla.

Ya en el bar, el ambiente era cálido y animado, con luces suaves y música de fondo que llenaba el espacio. Kanako, en su papel de anfitriona, se aseguraba de que todos se sintieran cómodos, pero había un claro foco en su atención: Arisa. Aika, que observaba desde la distancia, no podía evitar notar cómo Kanako se acercaba más de lo necesario a su compañera de oficina.

—¿Sabes? —dijo Aika mientras se sentaba junto a Arisa—. Esto está empezando a parecer una cita.

Arisa soltó una risa incómoda, mirando rápidamente hacia Kanako, quien en ese momento se dirigía hacia ellas con una bandeja de bebidas.

—No digas tonterías —murmuró Arisa, intentando quitarle peso a las palabras de Aika.

—Tonterías, ¿eh? —Aika sonrió, disfrutando del ligero rubor que aparecía en las mejillas de Arisa—. Pues Kanako no parece pensar lo mismo.

Antes de que Arisa pudiera replicar, Kanako llegó con las bebidas. Se inclinó hacia Arisa, demasiado cerca para la comodidad de cualquiera que observara.

—Aquí tienes, Arisa. Algo fuerte, pero creo que lo necesitas para lidiar con todo lo que pasa en la oficina. Especialmente con Aika. —Kanako sonrió con una chispa en los ojos, su tono bromista, pero su mirada sostenida revelaba algo más.

—Gracias... —Arisa tomó la bebida, intentando no mirar a Kanako directamente. La incomodidad crecía dentro de ella, aunque no podía negar que una parte disfrutaba de la atención.

Aika, mientras tanto, observaba la escena con diversión. Era evidente lo que estaba ocurriendo, pero Arisa, como de costumbre, parecía estar en negación. Aika, inclinándose hacia su amiga, susurró en tono sarcástico:

—Te están cortejando y ni te das cuenta. Es divertido verte tan fuera de lugar por una vez. — dijo en voz baja, asegurándose que Kanako no la escuchara.

—No me están cortejando, Aika —susurró Arisa, ya algo exasperada. Sabía que había algo en la insistencia de Kanako, pero no quería admitirlo. No ahora, no después de tantas veces ignorando las señales.

Kanako, sin dejar pasar la oportunidad, se sentó junto a ellas. El ambiente se tornaba más íntimo a medida que las rondas de bebidas continuaban.

—Sabes, Arisa —comenzó Kanako, con una voz más suave que antes—, siempre me ha parecido curioso lo bien que nos llevamos. Siento que no necesito decir mucho para que me entiendas.

Arisa, que hasta ese momento había intentado mantener la compostura, sintió que el corazón le daba un vuelco. Sabía que Kanako estaba insinuando algo más, pero no estaba preparada para enfrentarlo.

—Sí, claro, somos... buenas compañeras de trabajo —respondió Arisa, intentando no parecer demasiado afectada.

Aika no pudo evitar soltar una carcajada. La situación era demasiado buena como para no aprovecharla.

—"Buenas compañeras", las mejores de todas—murmuró, lo suficientemente alto como para que Kanako también la escuchara. La sonrisa de Kanako se ensanchó, aunque intentaba mantener un tono más serio.

—¿Qué opinas tú, Aika? —preguntó Kanako, mirándola directamente. Era raro que ella la involucrara en la conversación de esa manera.

—Opino que Arisa necesita más que solo alcohol para darse cuenta de lo que está pasando. Pero no te preocupes, Kanako. Yo confío en que la vas a hacer entrar en razón. —Aika lanzó una mirada significativa a Arisa, quien solo pudo responder con un suspiro de frustración.

Kanako se rió suavemente, luego dirigió una mirada penetrante a Arisa.

—Bueno, si es como dice Aika, quizás deberíamos salir juntas otro día. Solo nosotras dos, para hablar más tranquilamente.

Arisa se quedó sin palabras. El tono de Kanako era suave, pero había una firmeza en su propuesta que hacía difícil negarse. Aika, divertida con la situación, sonrió con malicia, disfrutando del evidente nerviosismo de su amiga.

—No sé... —empezó a decir Arisa, pero Aika la interrumpió, disfrutando aún más de la incomodidad.

—Vamos, Arisa. No puedes decir que no ahora, eso no es lo que quieres realmente, ¿verdad? —Aika la miró con una expresión de falso consuelo, como si realmente la estuviera apoyando.

Kanako solo sonrió, esperando una respuesta. Arisa, atrapada entre la insistencia de Aika y la mirada directa de Kanako, no tuvo más opción que asentir.

—Supongo que... podría estar bien —dijo finalmente, incapaz de encontrar una forma de zafarse de la situación.

Kanako sonrió triunfalmente y levantó su copa, brindando en silencio. Arisa, por su parte, solo pudo devolverle la sonrisa, aunque internamente sabía que no estaba preparada para lo que acababa de aceptar.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora