60.

5 2 0
                                    

Aika no podía dejar de pensar en la distancia que se había creado entre ella y Rikako. Las semanas habían pasado desde aquella noche de su cumpleaños, y aunque ambas se comportaban con cierta normalidad, el aire entre ellas estaba cargado de silencios incómodos y palabras no dichas.

Una tarde, mientras ordenaba su escritorio, Aika encontró una fotografía vieja. Era de sus días en la secundaria, con Rikako a su lado. Ambas sonreían con despreocupación, sus rostros juveniles iluminados por la luz de un evento escolar deportivo, precisamente ese día se habían conocido. Resulta que Aika estaba fanfarroneando con que su equipo había destruido al de Rikako y de algún modo empezaron a hablar sobre el resto del partido, donde increíblemente el equipo de Rikako había remontado.

La nostalgia le apretó el pecho. Sin pensarlo mucho, guardó la foto en su bolso.

Horas después, se acercó al escritorio de Rikako y la dejó caer frente a ella.

—¿Recuerdas esto? —preguntó Aika, observando cómo Rikako tomaba la foto con cautela.

Rikako la miró en silencio por unos segundos, sus ojos recorriendo la imagen con una expresión difícil de descifrar.

—Sí, claro que lo recuerdo —dijo finalmente, con un suspiro.

El silencio entre ambas se alargó. Aika sintió que tenía que decir algo, cualquier cosa que rompiera esa barrera invisible, pero cuando abrió la boca, Rikako habló primero.

—Quisiera volver a esos tiempos, ahora mismo estoy... cansada —murmuró, sin apartar la vista de la foto—. Todo con Riko y su papá me tiene agotada.

Aika quiso preguntar más, ahondar en lo que realmente sentía, pero sabía que Rikako se estaba cerrando. En su lugar, simplemente asintió, dejando la conversación en el aire, sin respuestas claras.

El conflicto con Sakurauchi era algo que Aika no podía ignorar. Sabía que él estaba presionando a Rikako para que Riko pasara más tiempo con él. Un día, mientras ambas conversaban en el apartamento de Aika, el tema volvió a salir.

—Sakurauchi quiere llevarse a Riko más seguido los fines de semana —dijo Rikako, su voz cargada de resignación.

—¿Y tú qué piensas? —preguntó Aika, manteniendo la mirada fija en Rikako—. ¿Quieres eso?

Rikako se encogió de hombros, incómoda.

—No sé... no quiero lastimar a Riko. Si eso significa que tiene que pasar más tiempo con él...

—Pero, ¿estás segura de que es lo mejor? —insistió Aika, frustrada por la respuesta vaga de Rikako—. No puedes dejar que te manipule solo porque es el padre de Riko.

Rikako cerró los ojos un momento, apretando los labios. Cuando volvió a abrirlos, su mirada estaba llena de incertidumbre.

—No es tan simple, Aika.

Aika soltó un suspiro, dejando caer el tema por ahora, pero la frustración se le quedó clavada.

El fin de semana siguiente, Riko visitó a Aika en su apartamento. Mientras jugaban con la consola, la niña, que siempre había sido observadora, soltó una pregunta que tomó a Aika por sorpresa.

—Aika, ¿tú y mi mamá están peleando? —preguntó de repente, sin apartar la vista de la pantalla.

Aika se tensó por un segundo, pero rápidamente recuperó la compostura.

—No, Riko. No estamos peleando —dijo con una sonrisa forzada—. Las cosas a veces son complicadas entre los adultos, pero siempre quiero lo mejor para ti, ¿sabes?

Riko frunció el ceño, aparentemente no convencida, pero no dijo nada más.

Aika sintió una punzada en el pecho. El hecho de que la tensión entre ella y Rikako pudiera estar afectando a Riko la hizo cuestionarse todo. ¿Estaba realmente dispuesta a seguir luchando por una relación que, aunque importante para ella, podría estar creando más problemas de los que resolvía?

Después de que Riko se fue, Aika decidió que no podía seguir dejando que esa distancia creciera.

Después de una confiable terapia con Suwa y Arisa, Aika se decidió. Al día siguiente, durante una pausa en el trabajo, se acercó a Rikako.

—Escucha, no podemos seguir así —dijo Aika de golpe, cruzando los brazos—. Sé que todo es complicado, pero ¿qué tal si intentamos pasar más tiempo juntas? Sin presiones, solo para relajarnos.

Rikako levantó la vista, sorprendida por la propuesta.

—¿Salir? —preguntó con una ligera sonrisa nerviosa—. No sé si es buena idea...

—No tiene que ser nada complicado. Salgamos a cenar o a tomar algo. Como antes, solo para divertirnos un rato. Creo que ambas necesitamos eso.

Rikako dudó un momento, pero finalmente asintió.

—Está bien. Podemos intentarlo.

Aika sonrió, sintiendo un pequeño alivio. Aquella noche acordaron salir el fin de semana. No había expectativas, solo querían reconectar.

La salida fue sencilla, casi como si volvieran a ser las adolescentes que eran antes de que las responsabilidades y el tiempo las separaran. Aika y Rikako recordaron lo fácil que solía ser estar juntas, y por un momento, parecía que las heridas del pasado no eran tan profundas.

Al final de la noche, mientras caminaban hacia el auto de Aika, ambas estaban en silencio, pero esta vez no era incómodo. Había algo en el aire, una sensación de entendimiento mutuo que no necesitaba palabras. Aunque sabían que el camino por delante no sería fácil, al menos, por ahora, podían disfrutar de la compañía de la otra, sin presiones, sin preguntas. Solo ellas dos.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora