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El sol se estaba poniendo cuando Aika, Rikako y Riko viajaron en el auto hacia la casa de Sakurauchi. La atmósfera en el vehículo era una mezcla de emoción y tensión palpable. Aika intentaba hacer comentarios ligeros, como hablar sobre el clima o preguntar a Riko sobre la última serie que había visto, pero su mente estaba ocupada con pensamientos sobre lo que había sucedido en la disco. Se sentía un nudo en el estómago por la tensión que predecia.

Riko, por su parte, parecía estar en su propio mundo, entusiasmada por ver a su padre. Aika no podía evitar sentir una punzada de celos.

Cuando llegaron a la casa, la sonrisa de Riko al ver a su padre fue un pequeño alivio para Aika, pero la tensión entre ella y Rikako continuaba creciendo.

Sakurauchi recibió a Riko con un abrazo cálido, su voz resonando con alegría mientras la llenaba de bromas sobre lo grande que se estaba volviendo. —¿Quién diría que mi pequeña Riko ya está tan grande?— dijo, con una sonrisa de orgullo en el rostro. Aika observó desde un rincón, sintiendo cómo su corazón se encogía un poco al ver esa escena familiar.

Mientras Riko se ponía al día con su padre, Aika y Rikako intercambiaron miradas, y su incomodidad se hizo evidente.

Poco después, Sakurauchi le dijo a Riko que lo esperara dentro de la casa, donde había galletas recién horneadas. Los ojos de Riko brillaron de emoción al escuchar eso, y con una sonrisa amplia, se despidió de Aika y Rikako, entrado en la casa con entusiasmo.

Una vez que Riko estuvo adentro, la atmósfera se tornó tensa. Sakurauchi, volviéndose hacia Rikako, dejó de sonreír, su rostro reflejando frustración. —¿De verdad lo dejaste por andar de desviada con Kobayashi?— preguntó, su tono lleno de reproche.

Rikako lo miró con desdén, sintiendo cómo su paciencia se desvanecía. —¿Y qué si fuera así? Es mi vida y no te importa— respondió con firmeza, su voz resonando con determinación. No iba a dejar que lo que pensaba Sakurauchi afectara su libertad.

Sakurauchi frunció el ceño, visiblemente dolido. —Claro que me duele ser cambiado por una asquerosita de estas— dijo con desprecio, sus palabras cortando el aire entre ellos como un cuchillo afilado.

Aika sintió cómo la ira comenzaba a burbujear dentro de ella, pero en lugar de perder la calma y caer en la trampa de la provocación, tomó la mano de Rikako, apretando suavemente para mostrarle su apoyo. Sin decir nada, comenzó a caminar hacia su auto, decidida a dejar atrás esa tensión.

Mientras Kobayashi conducia en silencio, el aire tenso a su alrededor se volvía casi insoportable. Después de unos segundos que parecieron eternos, Aika rompió el hielo, ofreciendo una salida a la incomodidad. —¿Te gustaría venir a mi apartamento? Voy a preparar hamburguesas— sugirió, intentando sonar casual, aunque su corazón latía con fuerza.

Rikako sonrió al escuchar la invitación, su rostro relajándose por un instante. —Me encantaría— respondió, y Aika sintió una oleada de alivio, aliviando un poco la tensión acumulada.

Cuando llegaron al apartamento, Aika se puso a preparar las hamburguesas. Mientras las salsas burbujeaban en la sartén, Rikako la ayudaba, aunque ambas estaban un poco distraídas, hablando de cosas triviales como la última serie de televisión que había visto o las locuras que habían hecho con Riko. La conversación era un intento de retomar la normalidad, pero Aika no podía dejar de pensar en la cercanía que había sentido la noche anterior.

Después de la cena, se acomodaron en el sofá, listas para ver una película. Aika eligió una comedia ligera, esperando que el humor ayudara a deshacer la tensión que aún flotaba en el aire. Para sorpresa de Aika, Rikako se recostó en su regazo, buscando comodidad, como si fuera lo más natural del mundo.

—¿Está bien para ti que haga esto?— preguntó Rikako, mirando a Aika con una mezcla de vulnerabilidad y confianza.

Aika sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El corazón le latía con fuerza, pero logró responder con serenidad. —Claro, siéntete tranquila. Seguro estás muy cansada— respondió, tratando de no dejar que la emoción se apoderara de ella.

—Sí, lo estoy— confirmó Rikako, cerrando los ojos y dejando escapar un suspiro de alivio. —Agradezco tenerte en momentos así— agregó, mientras se acomodaba aún más en el regazo de Aika.

Aika sonrió, acariciando la cabeza de Rikako un par de veces. Ese gesto se sentía familiar y reconfortante, como si su relación hubiera dado un paso hacia adelante, a pesar de las complicaciones que habían vivido. En ese momento, las tensiones se disiparon, y por un instante, todo parecía estar en su lugar.

Disturbia - KyanRikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora